Capítulo 7

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La desesperación en el rostro de Kashima era notoria, tanto que Saikawa se atrevió a hacer algo que no era usual en él, entrometerse en los asuntos de otros.

Kotaro había estado enfermo y los medicamentos no estaban haciendo el efecto deseado, así que, irritado por los malestares y la fiebre, el niño no había parado de llorar. Además, esta vez, los brazos de su hermano mayor no habían tenido ningún efecto.

Saikawa tocó aun timbre que se le había prohibido rotundamente tocar, y vio salir a una chica cuya expresión era más dolor que tristeza. Ni siquiera le dejó reclamar nada, en cuanto vio sus intenciones de insultarle y cerrarle la puerta en la nariz, soltó la bomba.

—Kotaro está enfermo —informó deteniendo la mano y corazón de la chica—. Voy para la casa, ¿quieres que te lleve?

Eri asintió sin permitirse que el dolor que le causaba ese hombre le inflara el orgullo, necesitaba acudir a un llamado que nadie le había hecho.

—¿Ryuu... ?

—No sabe que vine por ti —dijo el mayordomo adivinando la pregunta de Eri Fukuhana—, pero Kotaro te necesita.

Un vuelco en el estómago de la chica le obligó a respirar profundo. De toda esa situación, lo que más le había dolido era el frío rechazo de ese chico. La razón era simple, se había enamorado de él, y que te rechace quien amas es algo difícil. Tener que verlo después de eso es más difícil aún.

Pero ella haría todo por Kotaro, se alejaría de él si era algo bueno para ese niño, y por supuesto que siempre estaría para él si era necesario.

Eri entró justo detrás de Saikawa, y lo siguió por una casa desconocida hasta la habitación donde un niño de dos años lloraba.

—Mamá —dijo Kotaro desesperado por estar entre los brazos de esa chica que llegaba hasta él. Pero Kashima lo retuvo consigo mientras veía con molestia a la chica.

—Te dije que... —comenzó a hablar el adolescente, pero fue interrumpido por la castaña.

—Sé lo que dijiste, pero, aún si tú no me necesitas, él me necesita; sé que no fui importante para ti, pero él es importante para mí. No me voy a ir si sé que él está sufriendo. Puedes mantenerte al margen de esto, yo no voy a hacerlo.

Dicho esto, Eri caminó hasta Kashima, arrebatándole al pequeño de entre los brazos.

—No soy mamá —dijo la chica provocando que el pequeño le mirara confundido—, soy una hermana mayor.

Al decir esto Eri sonrió enorme y, como si fuesen palabras mágicas, Kotaro dejó de llorar.

—Neechan —dijo recargándose al cuerpo de la chica que le sostenía en brazos.

—Tu hermana va darte un baño, medicina y un té —anunció la chica y Kotaro no respondió—. Cuando despiertes lo hará.

—Vamos, Ryuuichi sama —pidió Saikawa—. Kotaro estará hambriento luego de que el descanso le haya sacado la fiebre. Vamos a preparar algo.

Ryuuichi asintió y caminó sin dejar de ver como esa chica abrazaba con ternura el pequeño cuerpo de ese que él también amaba. Le creyó que ese niño era importante para ella, así como que ella era importante para su pequeño hermano.

—¿Por qué la trajiste? —preguntó Ryuu cuando ambos estuvieron en la cocina—. No quiero que esté cerca de Kotaro.

—Creí que Kotaro sama la estaba necesitando.

—Kotaro no necesita otra mamá.

—Puede que no —concedió el mayor—, pero al parecer esa hermana mayor le estaba haciendo falta.

Ryuuuchi Kashima no dijo nada, se concentró en picar las verduras mientras en su cabeza hacía ecos el último reclamo de esa chica.

"Aún si tú no me necesitas, él me necesita; sé que no fui importante para ti, pero él es importante para mí."

Era una tontería, ella había sido, y era, importante para él... también la necesitaba. Pero tenía miedo de que una nueva persona en su vida trastornara su pasado. Además, lo había aprendido ya, perder a una persona importante duele, y esa chica llevaba una etiqueta que decía "perdedero".

Había creído que estaba a tiempo de separarla de sus caminos, pero al parecer era tarde para ello. Incluso había sentido un gran alivio cuando la vio llegar, y fue feliz cuando ella declaró que no se iría.

¿Sería tan fuerte como ella para aferrarse a un nuevo miembro de la familia?

Lo dudaba tanto que había preferido separla de ellos, una verdadera suerte que ella no quisiera irse, que incluso buscara un puesto más fácil de cubrir.

»Sabe —habló Saikawa sacando al chico de sus pensamientos—, ella es testaruda y en serio los necesita, así que no va a poder sacársela de encima fácil, Ryuuichi sama. Pues además tiene a Kotaro sama de su parte. Creo que sería lo mejor rendirse.

Ryuuichi también pensó que era lo mejor rendirse. Aunque rendirse no fue la solución definitiva. A pesar de que la chica seguía siendo un amor con el pequeño Kotaro, con él la relación quedó más quebrada que el jarrón que Kotaro había tirado una vez.

La chica visitaba a Kotaro, y de pronto se lo llevaba a pasear. Ahora Kotaro la llamaba hermana, y no mamá como antes lo hiciera. Aunque la relación entre los dos adolescentes, más que hermanos peleados, era como la de un par de padres divorciados.

Ryuuichi se sentía excluido, y un tanto envidioso de su propio hermano, pero supuso que después de despreciarla y alejarla como lo había hecho, era normal que ella mantuviera su distancia con él. Sin embargo, entenderla no la excusaba, seguía molestándole que le hiciera a un lado.

No lo entendía, por más que lo pensaba no lograba entender qué era lo que le molestaba. Él era quien se había equivocado, y nunca había tenido problemas con asumir las consecuencias de sus propios actos. Era tonto, pero esperaba de ella lo que le había prohibido darle.

Esa sensación incómoda y medio dolorosa de verla de lejos, esa molestia de que las palabras y miradas de la chica no se dirigieran más a él, no se iba por más que pensara que lo merecía. Le molestaba sin encontrar la razón.

*

—¿No son celos? —preguntó Usaida al escuchar la molestia de su compañero cuidador.

—¡No puede ser! —respondió el chico pero, al ver a Eri llegar con Kamitani, mientras ambos reían, le hicieron cambiar de opinión—... ¿posible?


Continúa...

UNA FAMILIA PARA KOTARODonde viven las historias. Descúbrelo ahora