XXIII - Por amor

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Si bien la tarde anterior había sido magnífica para Dean, la mañana que le siguió fue un tanto agridulce.

Un rebelde rayo de sol colándose por la ventana lo despertó antes de lo previsto, haciendo al omega girar con un pequeño gruñido para refugiarse en los brazos de su alfa... pero al palpar la enorme y sedosa cama vacía, comprendió que el mismo no se encontraba allí.

Abrió los ojos, decepcionado, y con un suspiro se hizo un bollo bajo las finas mantas, sintiéndose súbitamente solo y desanimado. Podía recordar con nitidez la confortable sensación de yacer en brazos de Cas... el calor de su cuerpo; el dulce aroma de su piel; la suavidad de sus labios al despertarlo con un beso, cuando Dean se había adormecido luego de hacer por última vez el amor... Cada detalle estaba grabado en su mente y su corazón como si lo hubiese experimentado miles de veces antes, y la comparación con el presente era sencillamente desoladora.

Tras un leve quejido de su omega interior, tanteó su hombro hasta rozar la marca que su alfa le había hecho, y por un breve instante la angustiante sensación amainó. Pero aquella mordida se desvanecería con el correr de los días, recordó el príncipe con una anhelante presión en el pecho, y entonces... ya nada lo uniría a él. Nada excepto los recuerdos.

¿Cuánto tiempo podrían tolerar eso? Vivir de momentos robados, rogando no ser descubiertos, dependiendo de la amabilidad ajena para poder disfrutar su amor... Aquello no era vida. Pero sobre todo, aquello no era nada de lo que Dean hubiese deseado para su vida.

Siempre se había resistido a la idea de depender de alguien más para ser feliz. Dudaba que un vínculo afectivo fuerte pudiese compensar las injusticias a las cuales había sido sometido desde pequeño, y sobre todo, le enojaba la idea de tener que pertenecer a un alfa el día de mañana, sólo porque así lo dictaba la tradición o la ley. Él era un individuo con mentalidad y voluntad propia, capaz de cuidar de sí mismo y de tomar sus propias decisiones, entonces...

¿...Por qué diablos deseaba con cada fibra de su ser pertenecerle a Cas?

Incapaz de encontrar respuesta a su pregunta, se incorporó en la cama con un quejido apesadumbrado y tras fregarse los ojos decidió por fin levantarse. Se vestiría, desayunaría, y finalmente se dirigiría a la cocina del castillo a pasar el rato. Después de todo, no poder despertar junto a su alfa no quería decir no poder charlar casualmente con él, y quizá si lo hiciese lograría comprender un poco mejor el por qué de su apabullante e inesperada fascinación.

De camino al comedor, sin embargo, su plan se vio momentáneamente postergado al toparse con una extraña escena frente a sus narices, en la que un irritable Sam estaba dirigiéndose a un alfa de la Guardia Real en un modo muy poco característico para él y su usualmente cordial personalidad.

-¡Sólo es una carta! -El muchacho exclamó, furioso, proyectando su rostro hacia delante como si buscase intimidar con su cercanía y su altura al serio caballero que le bloqueaba el paso. Éste se negó con gesto impasible, claramente incómodo pero determinado a cumplir su deber.

-Lo siento mucho, Alteza, pero tengo órdenes de no dejarlo pasar a este ala del castillo.

-¡Tampoco dejaste pasar a mi ayuda de cámara, para el caso! -Sam replicó, airado.

-La Condesa de Edlund ordenó explícitamente que nadie se acerque a Lord Gabriel mientras esté en su etapa de anidación...

-¡Pues Amara puede meterse sus órdenes donde más le guste! -El menor estalló- ¡Éste no es su castillo y aquí ella no tiene ningún tipo de--

-¡Muy bien, yo me encargaré desde ahora, gracias! -Dean interrumpió alarmado, acercándose a su hermano y empujándolo poco sutilmente lejos del guardia antes de que el muchacho comenzase a lanzar golpes. El guardia le respondió con una reverencia solemne, y los dos príncipes se marcharon a paso raudo.

La Manzana Prohibida (Destiel Omegaverse AU)Where stories live. Discover now