16. Dalain Leumadair.

25 5 0
                                    


Antes de disponerse a recibir la información, Stinger obligó a Caine y a Dalain a acudir a la cubierta médica. Sólo presentaban algunas quemaduras y magulladuras que apenas necesitaban atención dada la capacidad de regeneración acelerada introducida en su ADN. Las alas de Caine habían resultado algo dañadas pero Bliss le suministró unos nanobots que repararían las piezas en cuestión de minutos.

La delfín austral y el lobo no habían cruzado palabra desde que el combate había terminado, aunque tampoco habían hablado demasiado durante el resto del tiempo; en opinión de Dalain, el diálogo no era el punto de fuerte de Caine... Pero sin darse cuenta había empezado a notar una sensación de pertenencia a su causa que inmediatamente interpretó como uno de los daños colaterales de su entrenamiento con mentalidad de manada. Los instintos animales estaban presentes en mayor o menor medida en todos los splices y, para aquellos mezclados con especies especialmente agresivas, podían resultar en atacar a sus propios compañeros al dejarse llevar por el fragor de la batalla. No era ningún secreto que La Legión había tenido que ejecutar a muchos de sus splices soldados desde su creación por perder la cabeza al ser expuestos de manera constante a los estímulos propios de la lucha.

Sólo fue consciente de que llevaba varios minutos mirando fijamente al lobo cuando los ojos oscuros de él le devolvieron la mirada y rápidamente buscó otra parte de la habitación en la que fijar su mirada.

Bliss tosió mientras esbozaba una sonrisa, como si acabara de recordar algo divertido.

Stinger se personó allí poco después. Caine se puso en pie y en posición firmes al instante mientras que la oficial continuó cómodamente sentada en la silla.

— Me alegro de que estéis ilesos. — Dijo, haciéndole un gesto con la cabeza a Caine para que descansara mientras él también tomaba asiento. — Ahora, oficial Leumadair, si es tan amable. — No era una petición formal, podía sentir en su voz un deje de impaciencia y ansiedad.

— La patrulla especial de Aegis que estaba presente en Durre Menthor durante la desaparición de Kiza reportó éxito en una misión de incautación de material peligroso. Desde la central se les asignó un nuevo destino, un exoplaneta situado en la zona habitable de la estrella HD 40307 en la constelación Pictor. El planeta figuraba como antiguo lugar de cría de la splicer...

— Marcellian Cahun.

— Sí, efectivamente.

Stinger permaneció callado durante unos segundos, en parte meditando el significado de esta nueva información y por otra decidiendo el siguiente paso.

— He cumplido con mi parte, Apini. — Comentó la oficial en un tono serio. Estaba un poco harta del secretismo que rodeaba a aquel hombre y a su supuesta hija. La implicación de una líder splicer famosa y difunta en el asunto era más de lo que pensaba aguantar.

— Caine, acompañe a la oficial a su camarote. Se quedará con nosotros hasta que encontramos a Kiza.

— Eso no es lo que habíamos acordado.

— Nuestro acuerdo no se acaba hasta que recupere a mi hija, oficial Leumadair. — Se reafirmó el excomandante sin mirarla a los ojos. — Es altamente probable que necesitemos su ayuda para entrar en la antigua residencia de Marcellian.

Dalain se volvió hacia Caine, dispuesta a plantar cara antes de dejar que le pusiera una mano encima, y se encontró frente a una mirada mortalmente seria de advertencia ante la que se quedó paralizada. Nunca se había enfrentado a un miembro de la élite de La Legión y no le parecía coherente comenzar en aquel momento así que únicamente frunció los labios y tensó los músculos.

— Usted primero, si es tan amable. — Pronunció el perro entre dientes, con una mano dispuesta sobre su arma.

La delfín austral atravesó puertas y pasillos sin dejar de sentir la lacerante mirada del Skyjacker en la parte trasera de su cráneo hasta llegar al cuarto que compartían.

El Quester comenzó sufrir algunas turbulencias al salir del espacio gravitatorio de Kapteyn, apenas unas vibraciones, cuyos ecos metálicos ayudaron a Dalain a percibir a la splice mamba negra esperándoles en la esquina de un pasillo que desembocaba en el que recorrían y cuya presencia sería casi indetectable para cualquier otro oído.

— Q.

— Caine. — Saludó la serpiente, dando unos pasos para aparecer a su vista y pasando deliberadamente de la delfín que iba delante. — ¿Dónde está Kiza? ¿Dónde nos dirigimos?

— Vamos hacia Pictor.

— ¿Pictor? ¿No es...? — Se interrumpió repentinamente y siseó con fuerza. — Se lo diré a los demás.

<< Fantástico... más secretos. >>

Q se alejó con el característico andar sinuoso propio de su hibridación. El perro asió a la delfín por el brazo y esperó a que la mamba negra se alejara un buen trecho antes de permitirle continuar hasta llegar al interior del camarote.

Dalain se plantó de pie en medio de la habitación y observó durante unos segundos como su carcelero la ignoraba, yendo a su camastro a buscar los útiles de limpieza de su arma, que precisaba cuidados tras el uso intensivo que había llevado durante el combate en la base.

— Tampoco esperaba que fueras franco conmigo... — Le espetó entre dientes. —... perro. — Esto último surgió de sus labios como un susurro. Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de no dejarse llevar por el malestar y el estrés a los que llevaba días sometida y que habían llegado a un punto álgido al encontrarse en medio de una pelea cuya victoria ni siquiera le había supuesto el recobro de su libertad.

— Marcellian Cahun fue la splicer que creó a Stinger.

Las Guerras Splicer. Parte I. (El Destino de Júpiter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora