25. Dalain Leumadair.

25 7 0
                                    

El perro dio un portazo al abandonar la habitación.

La respiración de Dalain se fue normalizando a medida que se tranquilizaba. Estaba física y mentalmente agotada. Acababa de discutir con el perro. Ella había dicho algo hiriente y los dos habían perdido los papeles.

El instinto y la rabia se habían hecho dueños de ella. Había intentado forzar su atadura y, al no conseguirlo, había tratado de agredirle con sus extremidades libres. Lo que había sucedido después le resultaba confuso. Los splice delfín como ella no estaban hechos para la batalla, aunque recibieran entrenamiento de combate durante su adiestramiento.

Se llevó una mano a los labios. Sentía en la boca un sabor extraño, salado. ¿Habría mordido al perro?

Otro recuerdo afloró, la impotencia al estar atrapada en un condenado conducto, que la sorprendió y avergonzó. Su traje se había atascado y, a causa de una fuga, su cuerpo había comenzado a secarse. Había forcejeado, pero...

No había sido una pesadilla. Había sido la estúpida realidad.

¿Por qué había tratado de introducirse por aquel tubo? ¿Para escapar del camarote? ¿Para espiar la reunión de Stinger y el resto de la tripulación?

Pero ahora no encontraba ninguna fisura... ¿Caine la había encontrado... y arreglado?

Se frotó la pierna que aún seguía unida a la cama. Gracias a la protección del traje no le quedarían marcas, pero sentía un dolor punzante en toda la zona de contacto con el grillete. Se sentía vulnerable e indefensa; quizás aquella maldita sensación había contribuido a su arrebato de furia.

Confiaba en que siguieran necesitándola lo suficiente como para no ejecutarla directamente ahora que había agredido al segundo al mando de aquella operación suicida.

Las Guerras Splicer. Parte I. (El Destino de Júpiter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora