Capítulo 24 "Invitación"

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—¿Qué cuentan? —quise saber luego de sentarme en el sofá de un cuerpo frente adonde sabía se sentaban mis amigos.
—Nosotros… prácticamente nada —dijo Liam con un suspiro. Bien sabía yo que estaba aburrido ante la perspectiva de soportar todas las burlas de los demás sin que estuviera yo para detenerlos....
—Mucho estudio, eso sí. ¡No sabes de la que te estás salvando! —exclamó Louis que, conociéndolo como lo conocía, era el que más deseaba estar haciendo cualquier otra cosa antes que estudiar. No era muy paciente cuando lo resultados no se daban de inmediato.
—Me lo imagino… —musité conteniendo una sonrisa al tratar de imaginar a Louis detrás de una pila de libros de medicina.
—Por eso… —empezó Liam un tanto enigmático—, pensé que me merecía una fiesta de cumpleaños decente, tú sabes, para distraernos.
—Así que vinimos a invitarte —concluyó Harry, casi pensé que habían ensayado mucho tiempo decir aquello.
—¿De verdad? —pregunté sorprendido.
—¡Claro que sí, hermano! ¿O pensaste que te dejaríamos afuera? Tú necesitas divertirte tanto o más que nosotros —dijo Louis como si fuera obvio.
Sentí un retorcijón en el corazón y un dejo de culpa.
—En realidad, sí pensé que me dejarían afuera —admití—, ya saben por esto de estar ciego…
—No oímos eso, ¿ok? —dijo mi amigo, Liam, ofendido. Hasta lograba imaginarme su rostro serio, con aquellas expresiones que le daban el aspecto de tener cincuenta años en lugar de veinte.
—Perdonen —me excusé.
—No te preocupes —aligeró Harry. Sonreí.
—Vendremos por ti, si quieres, no tenemos ningún problema. He de estrenar mi nuevo auto —dijo Louis con tono de suficiencia.
—Puedes invitar a quien quieras… para que la fiesta sea más variada —agregó Payne.
—Como por ejemplo… tu enfermera particular —sugirió Louis, de seguro había guiñado un ojo —. ¿No está por aquí?
—No. Ella dejó de trabajar aquí hace semanas, Lou —expliqué y por alguna razón no me gustó que Louis se sintiera con derecho de preguntar por ella tan abiertamente —. Pero supongo que puedo invitarla —dije más para mí mismo.
—¡Sí, invítala! —dijo con una emoción que sentí excesiva para el nulo trato que mi ex enfermera y mi amigo habían tenido.
—Y dinos, Niall, ¿Cómo has estado? —preguntó Liam, quizás –y era lo más probable teniendo en cuenta lo perceptivo que era- había notado que los comentarios sobre ____ no me caían precisamente bien.
—Yo creo que tengo menos cosas que contar que ustedes, me temo —me lamenté. Harry suspiró.
Todos reímos.
Nuestro grupo de amigos era bastante extraño. Solía creer que estábamos tan unidos que padecíamos juntos idénticas situaciones amorosas, como las fichas de un dominó alineadas de una manera que si caía una, también lo hacía la siguiente.
Cuando Alice y yo habíamos terminado fue casi inmediato cuando Harry discutió con Monique, Liam con Amanda y Louis… bueno, él siempre fue la excepción a la regla y no me sorprendía que llegara con una enorme sonrisa cuando nosotros estábamos con caras largas, lamentando nuestra suerte y preguntándonos qué habíamos hecho mal. Él parecía siempre inmune a todo dolor. Así Liam, Harry y yo compartíamos nuestras rachas de amores y desamores.

Los días habían pasado como un suspiro y cuando me había dado cuenta de ello y, a pesar de que había sufrido mi buena dosis de nervios en el momento de invitar a ____ a la fiesta de Liam — “__...____, me preguntaba si… si tú, bueno, si quieres... Un amigo mío está organizando una fiesta de cumpleaños y yo, bueno, pensé que-que, quizás, si no estás muy ocupada, tú…”, había tartamudeado estúpidamente. “¿Si me gustaría ir contigo?”, facilitó ella y sólo atiné a asentir. “Claro”, había dicho ella y sonreí—, ya me encontraba dando paseos nerviosos a un lado de la puerta enrollando y desenrollando mi bastón de poco uso, el mismo que aquella chica que estaba esperando me había regalado.
—Niall, tranquilízate. _______ no te dejaría plantado —me intentó tranquilizar mamá. Había olvidado que estaba en casa.
—Pero, ¿y si surgió una emergencia y…? —pensé atormentado, si ella no venía no iba a la fiesta.
____ me había prometido que haría todo lo posible por llegar a tiempo luego de su turno en la sala de Urgencias, pero nada quitaba la posibilidad de que la requirieran extraoficialmente.
—Hijo —volvió a hablar mamá—. Tranquilo, ¿ok?
Asentí enérgicamente con la cabeza, no porque estuviera convencido de lograr tranquilizarme sino más bien porque estaba tan nervioso que ningún movimiento resultaba ser suave.
Estaba tan pendiente de todos los sonidos de la casa —incluido el rasgar de los dedos de mamá cuando cambiaba de página— que cuando, finalmente, sonó el timbre pegué un salto y tuve que usar mi bastón para volver a posicionarme.
Abrí la puerta de un tirón olvidándome de preguntar quién estaba del otro lado.
—Hola —saludó sencillamente ____. Los latidos de mi corazón, que se habían alterado por el susto, se acompasaron rápidamente al oír su voz.
—Hola —respondí y mamá carraspeó ruidosamente.
—Hola, ________ —habló mi mamá.
—Buenas noches, Maura —musitó la aludida entrando a casa—. Espero que no sea muy tarde.
—Para nada —dije rápidamente, había estado controlando la hora en mi reloj pulsera parlante cada cinco minutos desde que había terminado de vestirme.
—Los dejo solos, estoy haciendo dulce y no quiero que la fruta se me pase —explicó mamá, dejándolos solos sin ninguna sutileza.
—¿Cómo me veo? —le pregunté a mi compañera mientras llegábamos al living.
No solía preguntar sobre mi aspecto, pero quería saber si al menos no me había puesto una camisa de flores hawaianas y uno de mis pijamas.
Además de que, si he de ser sincero, quería escucharlo de los labios de _______.
—Te ves… —comenzó, parecía buscar una palabra y me arrepentí de inmediato de lo que le había preguntado —…genial —dijo finalmente—, el celeste te sienta preciosamente —agregó.
Su voz se desvaneció tanto hasta llegar a las últimas palabras que no estaba seguro de haberlas oído en realidad.
—¿Me dejas ver algo? —me preguntó y me tensé.
—Claro —contesté con la voz un poco más aguda, esperé que ella no lo notara.
Sentí su presencia acercándose a mí, aún seguíamos de pie por lo que podía escuchar sus pasos sobre la alfombra, colocó sus manos a ambos lados de mis mejillas con las yemas de los dedos tocando mis sienes… antes de que pudiera ilusionarme por cualquier tipo de contacto —incluido uno que no tenía idea de dónde había salido, un beso, obviamente—, me quitó los lentes que tenía soldados a mi cara.
Me sentí incómodo sin ellos, como si estuviera desnudo o pudiera ver mi tumultuoso interior sin que ni siquiera yo pudiera hacerlo.
—Sí, definitivamente —dijo con voz ronca, se aclaró la garganta—, el celeste te queda divino —susurró—, resalta tus ojos.
Todo lo que sabía era que me había puesto una camisa —celeste, a juzgar por la observación de ____— y unos jeans.
—Gracias—dije y no sabía si era así como se contestaba a esa clase de halagos.
No había escuchado nada parecido.
—Bueno… ¿me permites pasar al baño? No puedo aparecerme en una fiesta con la ropa de trabajo ¿no? —musitó mientras me colocaba los lentes otra vez en su lugar.
—Claro, pasa. Estás en tu casa —Ya quisiera que fuera su casa.
—Ok, vuelvo enseguida.
Las mujeres tardan siglos en el baño, solía decir Harry por lo que me senté a esperarla en uno de los sillones de la sala de estar. Suspiré y comencé a tamborilear mis dedos sobre el cuero.
—Listo—avisó ____ casi de inmediato. Me puse de pie —. ¿Puede decirme si voy bien así? —me preguntó y pensé que estaba tomándome el pelo. Reí por lo bajo.
—Pero, ____, yo no veo, ¿recuerdas?
—Ya lo sé, tonto —dijo ella, tremenda obviedad —. Sólo siente esto —explicó y tomando mis manos, las colocó en sus hombros.
Acaricié la tela que le cubría las clavículas. Era una tela suave y delicada…
—Es seda —dijo ella, como si hubiera leído mis pensamientos—, seda negra. Este es sólo un saquito para no pasar frío. Continúa —me alentó.
Tragué saliva y bajé mis manos por los lados de su torso, por su cintura donde la tela cambiaba a algo todavía más suave y se ceñía a sus curvas. Luché porque mis manos no me temblaran, estaba llegando más lejos de lo que había soñado en llegar jamás.
—El vestido también es negro —asentí lentamente, no estaba seguro de poder pronunciar palabra alguna mientras mis dedos estuvieran en contacto con su cuerpo.
Descendí un poco más, hasta sus caderas y un poco más, tomando entre mis dedos la tela que caía holgada. Parecía ser un vestido corto… la imagen de _______ en mi mente se veía condenadamente sensual al vestirla con esa ropa.
—¿Y? —preguntó ella tomándome de la mano de nuevo.
—Estás preciosa, de eso estoy seguro —dije con la garganta seca y sintiendo que incluso ‘preciosa’ era un adjetivo diminuto a su lado.
—Nunca me has visto, Niall, no puedes saberlo.
—¡Hey! Ten un poco de confianza en ti misma. Sé que el vestido te sienta perfecto.
—Gracias, Niall.
—No es nada —¡Oh, claro que no! Acabo de sobrevivir a un infarto… no es nada.
____ me abrazó en un movimiento inesperado, su perfume me llenó concentrándose en mi cerebro.
El timbre sonó en ese momento, rompiendo la burbuja que había creado imaginariamente.
—Ese debe ser Louis —dije separándome de ella, pero manteniendo mi mano aferrada a la suya.
No tenía la intención de soltarla en ningún momento de la noche.

Luz de medianoche. {Niall y tu} TERMINADAWhere stories live. Discover now