Capítulo 36

2.4K 99 6
                                    

—¿Mamá? —la llamé, hasta temía que se hubiera ido.
—Sí, hijo, estoy bien. No te preocupes —esa frase la había escuchado tantas veces ya—, ¿no has abierto mi regalo? —cambió de tema sin ninguna sutileza, lo que me hizo pensar que algo no iba bien. Lo más probable era que extrañara a papá y no lo diría en voz alta por nada del mundo.
—No, pero no debiste comprarme nada......
—No oí eso, Niall —dijo pasando a mi lado y dirigiéndose al árbol a un lado de la chimenea.
De regreso colocó en mi regazo una caja cuadrada que pesaba bastante, dejé mi taza de chocolate en la mesita de adelante y me dispuse a abrirla.
—¿Qué es? —pregunté abriendo el paquete, parecía ser algo grande.
—Ya lo sabrás —dijo mamá pagada de sí misma.
Después de destaparlo descubrí en su interior papeles que parecían cuadernillos, todos punteados en Braille y cuyos títulos rezaban ‘Manual de instrucciones’ y ‘Servicio técnico’. No entendí hasta que tuve en mis manos alguna especie de aparato del tamaño de mi palma.
—Es un teléfono celular para invidentes —me aclaró mamá sentándose en el apoyabrazos del sillón a mi lado.
—¿Un qué? —inquirí incrédulo.
El último celular que había tenido había sido el mismo que llevaba encima el día del accidente y del que no supe más luego de aquello. Un momento, ¿había celulares para personas como yo?
—¡Mamá, esto debe ser carísimo! —exclamé con la voz más aguda y metiendo todo a la caja de nuevo, tenía pensado devolverlo en todo caso.
—Ya te dije, hijo: no te preocupes por esas cosas.
—Pero, mamá. Primero lo de la operación, me dices que no me preocupe y lo cierto es que faltan quince días y yo no tengo más que cien dólares… tampoco me has dicho cómo estás tan segura de poder pagar una intervención de treinta mil dólares… luego este regalo, ¿para qué lo quiero? Es un lujo, mamá…
—Niall… —me atajó mamá, ____ se mantenía en silencio a mi lado presionando mi mano con ternura—, no quería decírtelo porque de seguro te enfadabas, pero en vista de que te has enfadado de todos modos te lo diré.
—Me alegra que te decidieras por hacerlo, se supone que soy yo el que va a estar bajo el bisturí y ni siquiera sé cómo voy a pagar eso.
Mamá suspiró sonoramente antes de hablar.
—Es sencillo, sólo hice uso de unos ahorros —dijo como si estuviera hablando de simples vueltos.
—¿Ahorros? No estarás hablando del dinero para visitar a la abuela en San Francisco ¿cierto? —inquirí enfrentándola, mamá no respondió—. ¡Mamá!
—Niall, no quiero que discutamos esto hoy, es Navidad. No pareces estar consciente de lo importante que eres para mí, que lo eres para todos. No importa cuánto gastemos por ti, lo hacemos porque te queremos.
____ me tomó de ambas manos y besó el dorso de una de ellas afirmando las palabras de mamá.
—La abuela puede esperar, es más, estoy segura de que si sabía de la operación también ayudaría.
—Pero puede salir mal…—susurré sintiendo que un peso invisible presionaba mi corazón, de sólo imaginarlo…
—…o puede salir bien, Niall —intervino ____, giré el rostro hacia ella. Me tomo un segundo descubrir su papel en todo eso.
—Tú también colaboraste ¿verdad? —no era una pregunta en realidad.
—Bueno… —vaciló ella en un susurro—, faltaban algunos dólares.
—Algunos dólares —repetí con sarcasmo, de sólo tratar de sacar en limpio una cifra me sentía enfermo.
—No te enfades, mi amor —me arrulló ________—, sólo queremos ayudar.
Respiré profundo, ¿cómo podía enojarme con mamá? ¿Con ____? Nunca me había sentido tan querido, nunca nadie se había preocupado por reunir dinero para mi bienestar.
—Sólo hacen que me sienta presionado, y no estoy seguro de merecerme todo esto —musité a media voz.
—¿‘Niallcito’? ¿Qué le hicieron? —Musitó indignada Sara llegando hasta mí y tomando mi mano libre—, ¿estás bien? —me preguntó preocupada.
Sonreí, incluso para ella resultaba ser importante. Increíblemente.
—Estoy bien, estrellita —le aseguré.
—¿Podemos dar este tema por zanjado, por favor? —pronunció mamá poniéndome una mano en el hombro.
—No hay mucho más que decir, ¿no? Sólo me queda confiar en el doctor… —dije resignado.
—Todo saldrá bien, Niall. Estaré siempre, pase lo que pase —me prometió ____.
Me aferré a esa esperanza con uñas y dientes, quería volver a ver sólo por ella, por contemplarla un segundo y sería suficiente.

—¿Tienes todo, Niall? —preguntó mamá desde el otro lado de la puerta de mi cuarto por enésima vez.
—Sí, mamá, ahora voy —le avisé.
—¿Tienes tu cepillo de dientes? ¿Algún peine? ¿Llevas toallas?
—Mamá… —le regañé—, tengo todo —dije guardando la bufanda regalo de mi suegra antes de cerrar la cremallera.
Y con bolso en mano salí de mi habitación, afuera ya me esperaban mamá y ____. No había vuelta atrás, nos dirigíamos al hospital para cumplir con la internación preoperatoria y debía de aceptar que estaba nervioso.
La noche anterior no había podido dormir y a esas alturas de la tarde ya estaba sintiendo el cansancio en mi cuerpo.
____ me tomó de la mano ni bien crucé el umbral de la puerta, le besé los cabellos en respuesta a su apoyo. Me había prometido estar siempre y no hablaba en broma: la noche anterior se había quedado a dormir con la consiguiente escapada de su cuarto hacia el mío, le hice creer que estaba dormido para que estuviera tranquila y me contenté con sentirla abrazándome y suspirando entre sueños. La amaba tanto que no exageraba al decir que no sabría qué hacer sin ella. ‘Perdido’ era un término minúsculo.
Mamá me ayudó a subir el bolso con un cambio de ropa y objetos de higiene al auto familiar y los tres partimos en pleno silencio. Gina había acordado quedarse en casa a cuidar de Sara en lugar de hacerla partícipe a ella también de aquello que no creía que lo entendiera aún, y Greg no podía darse el lujo de faltar al trabajo siendo uno de los sostenes de la familia. ____ había conseguido convencer al doctor Mayer de ser ella su asistente de quirófano. No sabía cómo sentirme al respecto, la tendría cerca, pero también vería toda la intervención, sufriría aún más que yo que estaría dormido.
Ella apegó su mejilla a mi hombro y me dediqué a acariciarle el rostro con los dedos durante todo el trayecto, había tantas cosas que quería decirle pero todas se me quedaban trabadas en la garganta. Quería gritarle que la amaba sintiendo que aunque lo publicara en todos los periódicos y me parara en medio de la plaza principal de Stratford a gritarlo no sería suficiente.
Sentía como si toda mi vida dependiera de aquella operación, podía ganarlo todo o perderlo todo y, aunque tenía fe en que saldría todo bien, no podía evitar pensar qué haría en caso de que quedara ciego por siempre.
No estaba dispuesto a tener a ____ como mi lazarillo y, a pesar de que el simple pensamiento me estrujaba el corazón, estaba sopesando la idea de separarme de ella, yo no sería feliz por descontado, pero ella no tenía porqué cargar conmigo el resto de la vida. Nuestra relación era hermosa y no parecía tener ningún inconveniente… aún.
Suspiré y eché mi cabeza hacia atrás contra el respaldo del asiento trasero del coche.
—¿Estás bien? —me preguntó ____. Cerré los ojos con fuerza y me incliné a besarla.
—Te amo —susurré y ella sonrió bajo mis labios.
Al llegar, me ubicaron rápidamente en un cuarto de una sola cama, la mía, el doctor Mayer pensó que sería mejor que no compartiera habitación debido a lo delicado de la intervención. Me explicó las técnicas que usaría, el tipo de anestesia, cuánto tiempo estimaban tardaría la operación, cuánto más demoraría en despertar, me presentó a un par de colegas que habían llegado recientemente de Alemania y que lo acompañarían… presté atención sin soltar las manos de ____ y mamá.
De un modo u otro, todo se definiría en menos de veinticuatro horas. Y cuando decía ‘todo’, era todo.
Mi novia me conectó a las máquinas y me inyectó el suero con tranquilidad una vez que nos quedamos solos.
—No tengo que decirte que no me voy a mover de aquí en toda la noche ¿cierto? —me dijo _______ una vez que hube terminado de cenar.
—Ya lo sospechaba. De todos modos, necesitas dormir, cariño, no quiero que mañana te sientas débil por cuidar de mí.
—Lo intentaré —respondió sencillamente dándome un beso en la comisura de los labios.
Se escucharon dos golpecitos en la puerta en ese instante y el sonido de la puerta al abrirse.
—¿Es mamá? —pregunté por preguntar, en verdad no esperaba a nadie más.
—Somos nosotros, Niall —pronunció una voz grave.
—¿Harry? —quise saber incrédulo.
—Y Liam y yo —agregó Louis. Sonreí abiertamente ante la sorpresa.
—¡Chicos! ¡Qué gusto que hayan venido! —exclamé extendiendo mis brazos hacia el origen de las voces.
Todos me abrazaron con fuerza.
—¿Cómo estás, viejo? —preguntó Payne.
—¿Cómo puede estar, Liam? Está con __… bien guardadito te la tenías ¿eh? —dijo Lou picándome la cara con un dedo. Reí entre dientes.
—Estoy bien, chicos. Pero ¿qué hacen aquí? ¿Cómo se enteraron?
—Bueno… —comenzó Haz—, vinimos para… ¿cómo se dice? Apoyo moral y Maura nos avisó, no te enojes con ella.
—Claro que no, Haz, es más agradezco que los haya llamado —acepté, lo cierto era que habría preferido que se enterara la menor cantidad de gente posible, así no se decepcionaban. Pero no había contado con el aluvión de felicidad que me embargó al saber que ellos estaban allí en un momento como ese. Como los excelentes amigos que siempre fueron.
—Y dinos, ¿Por qué quieres cambiarte de sexo? Pensé que te gustaba ser hombre, es decir, pensé que tú y ____… —dijo Lou y todos excepto él nos echamos a reír —. ¿Qué?
—¡Tomlinson! —le reprendió Liam.
—¡Lo sé! ¡Lo sé! No es por cambio de sexo, es una broma.
Y todos volvimos a reír.

Luz de medianoche. {Niall y tu} TERMINADAWhere stories live. Discover now