Capítulo 37

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El reloj en mi nuevo celular —el mismo que mamá me había regalado y que después de meditarlo comprendí que, en caso de que la operación no saliera como todo mundo esperaba debía de empezar a acostumbrarme a él—, dijo con voz mecánica que eran las once de la noche, ya había cenado y me encontraba sin mucho que hacer más que preocuparme si, después de todo, la intervención ya había sid...o saldada. Preferí no preocuparme por ello… al menos en esos momentos.

—¿Necesitas algo? —me preguntó ____ con ternura luego de acomodar mis almohadas y al tiempo que acariciaba mi pelo con sus dedos.

—Que duermas, ____. De verdad, no voy a escaparme ni nada.

—Lo sé, es que… estoy nerviosa.

—Lo entiendo, pero te necesito tranquila, amor. Prométeme que al menos intentarás dormir —le pedí aprovechando que mamá había ido a casa en busca de mantas. Le tomé de una mano levantando ligeramente mi rostro hasta toparme con su respiración en las mejillas.

—Te lo prometo —dijo suavemente y me dio un largo beso cuya intensidad quedó reflejada en el sonido de la máquina conectada a mi corazón. ____ rió entre dientes antes de volver a su sillón a un lado de mi cama —. Buenas noches, Niall.

—Buenas noches, ____… nos vemos pronto —musité y cerré mis párpados rogando al cielo que pudiera descansar, atenuar los nervios y despertar al día siguiente con un poco más de fe o, al menos, con las suficientes fuerzas como para no echar a correr.

No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado pero sí que no había pegado ojo en bastantes horas, me giré hacia donde sabía que estaba durmiendo ____ —mamá estaba en el sillón ubicado en el extremo más lejano de la habitación, la había escuchado llegar de puntillas un buen rato antes—. Me debatí entre hablarle o no, tal vez, y era lo más probable al escuchar que sus respiraciones no eran del todo profundas, que estuviera despierta.

Lo intenté.

—¿__? —susurré lo suficientemente bajo como que sólo ella lograra escucharme.

—¿Sí, Niall? ¿Qué necesitas? —me preguntó ella en el mismo volumen de voz. Sonreí.

—Te dije que durmieras, amor —le regañé en broma.

—Mira quién habla… —respondió y escuché el roce de su ropa al ponerse de pie—. No puedo dormir —dijo poniéndome una mano en la mejilla.

—Tampoco yo. Ese sillón debe de ser incómodo.

—Un poco, la verdad es que dormí en mejores condiciones —su aliento rozó mi oreja cuando se inclinó a hablarme.

—Creo saber a qué te refieres —murmuré y me corrí hacia un lado de la cama.

—¿Qué haces? —me urgió ella.

—Un lugar para que duermas —le respondí con inocencia.

Ella suspiró.

—Pueden despedirme por esto, Horan —me dijo con determinación.

—¿Por favor? —rogué —, es esto o tendrás que sedarme, porque no hay otra forma de que pueda dormir esta noche. Además, si lo que te preocupa es mamá, está dormida y no dirá nada, te lo aseguro —ella guardó silencio—. Te necesito.

Casi pude escuchar cómo las barreras de ____ caían ante mi petición y sonreí en la oscuridad cuando la sentí deslizarse a mi lado.

—Será tu culpa si quedo desempleada —me reprendió. Reí por lo bajo mientras cruzaba mis brazos por su cintura.

—Eso no pasará —dije muy serio.

Le acaricié las mejillas por un largo momento, memorizando sus rasgos a pesar de que ya los sabía, delineé sus labios con un dedo y sentí su respiración escaparse por entre ellos con calidez. Me incliné a besarla con ternura antes de acurrucarnos en nuestra posición favorita.

Luz de medianoche. {Niall y tu} TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora