VII

771 71 20
                                    

Estaba en la cama... ¿pensando en qué? Más bien pensando en quién. No sabía si amaba u odiaba a ese dichoso Freddie Bulsara. Lo que sí sabía es que me atraía, pero a la vez me daba repulsión. Quizá estaba perdida. Ese beso… esos besos… esos besos fueron maravillosos, los mejores de mi vida. Tampoco es que me hubiesen dado muchos. Me toqué los labios para recordarlos.

Eran inolvidables.

~

Sábado. Mi amiga Helen venía a verme. Es una amiga de Manchester a la que veía muy poco y echaba mucho de menos. Preparé la casa y lavé un poco a Flecky, ya todo estaba listo para cuando sonó el timbre.

-ROSE – gritó Helen al abrirla la puerta.

-Hola, Helen – la abracé con emoción.

-¿Qué tal estás, hermanita? – Helen me llamaba ‘’hermanita’’, ya que ella era hija única y yo sólo tenía un hermano mayor, por lo que noos considerábamos hermanas.

-Pues bien, aquí ando, con la carrera y la casa... ¡Pero pasa! Debes venir cansadísima del viaje.

-La verdad es que sí - entró, frotándose las manos.

Nos sentamos en el sofá y le ofrecí una taza de chocolate caliente, mientras me contaba que se había echado un novio muy guapo en la playa hacía un verano.

-¿Y cómo le conociste? - pregunté.

-¡Era socorrista! Me estaba ahogando y me rescató...

-¿Te ahogabas o te lo hacías? - pregunté con sarcasmo. Helen era ganadora de varios campeonatos de natación en el instituto.

-Eh... me pillaste - rió traviesa - Pero es que era taaaaan guapo...

Me reí ante la hazaña de Helen. 

-¿Sigue en pie lo de Harrods? 

-¡Ah, cierto! Vámonos ya mismo - se levantó rápidamente.

-Oh, ¿por qué tanta prisa? - recogí la tazas de la mesa.

-¡Luego estará lleno, Rose! ¡Vamos vamos! - me metió prisa. 

Pronto me puse el abrigo y cogí algo de dinero, y juntas nos dirigimos a Harrods. Cogimos un par de buses hasta llegar allí. Durante tres horas estuvimos dando vueltas. Ella compraba ropa, mientras yo compraba vinilos de grupos, pero ya estabamos más que reventadas y paramos a descansar en un bar de cerca. Nos sentamos en una mesa y pedimos un par de cafés.

-¿Qué te has comprado? – pregunté, pero pronto me daría cuenta de que no debía hacerlo, porque venía con más de seis bolsas cargadas…

-Pues mira: me he comprado una blusa estampada, una falda volada, un suéter de cuello alto, un perfume carísimo, mucho maquillaje… - divagaba y divagaba, provocando en mí algo de sueño. Hasta que me di cuenta de que en la tienda de enfrente estaba la persona a la que menos quería ver.

Cogí un periódico y con él me tapé la cara. Asomándome poco a poco, vi Freddie miró hacia el otro lado y se dio cuenta de una cosa muy cantosa: mi bolso azul. Conocía mi bolso y , por lo tanto, se dirigió al bar donde nos encontrábamos. Yo me tapé lo que pude con el periódico, a pesar de que la pifia ya estaba hecha.

-Buenos días querida – dijo a Helen cortándola en su habladuría -Buenos días, Rose – dijo en un tono más tierno.

Yo no reaccioné, lo ignoraba y seguía tapada con el periódico. 

-Rose, te están saludando – dijo la estúpida de Helen (con cariño).

No tuve más remedio que quitarme el periódico y esbozar una sonrisa forzada.

-Hola, Bulsara, ¿qué tal? 

-Bien hasta que anoche me dejaste plantado en el beso  – dijo con tristeza fingida. Quedé blanca cuando lo dijo.

-Ah, ¿sois novios? – preguntó Helen.

-No cariño, pero... ojalá - respondió, mirándome. 

Hubo un silencio incómodo. Miré al suelo.

-¿Y por qué no te sientas con nosotras? – le propuso Helen a Freddie. Yo la gesticulaba para negárselo. No hubo remedio.

-Oh, como queráis. – se sentó. Cuando el camarero llegó con los dos cafés, Freddie pidió un tercero. Entonces, comenzó la charla de cotorras. Helen y Freddie hicieron buenas migas y hablaban todo el rato de moda.

-Aunque querida, ¿no crees que Rose debe llevar ropa más femenina? - señaló mi vestimenta. 

-Claro que sí, le quedaría muy bien - apoyó la opinión del chico.

ODIABA QUE ME DIJESEN TODO EL RATO LO MISMO. Odiaba llevar faldas y vestidos. Era feliz con mis pantalones de macho y mis camisas de leñador, todo mucho más cómodo que unos molestos tacones. Pero... Freddie y Helen seguían hablando solos, ya que yo estaba en otro mundo marginada. Entonces, Freddie le besó la mano a Helen y eso ya me parecía excesivamente cariñoso.

-E-esto Helen. Creo que es hora de irnos ya, ¿no crees? - alerté, algo nerviosa y celosa.

Freddie me miró. 

-S-si. Bueno - se levantó - Tenemos que volver a casa de Rose. Hasta la próxima Freddie, un gusto hablar contigo, de veras.

-Igualmente, Helen. – sonrió.

Cuando nos dispusimos a irnos, Freddie me cogió del brazo. Le miré con mala forma.

-Quiero hablar seriamente contigo sobre nuestra extraña relación – me dijo susurrando. 

-¿Relación? ¿Qué relación? – dije ignorando el recuerdo del beso. 

-Pues... Bueno, ya lo hablaremos… - me dejó marchar, yendo hacia el lado contrario.

Pero no pude dejar de mirarle al alejarme, él también me observaba con una sonrisilla. Esto se desencadenó en un desafortunado choque contra unchaval, el cual se me quedó mirando con ojos brillantes, mientras yo le miraba sorprendida.

-L-lo siento mucho, soy una despistada.

-No pasa nada. – era un muchacho guapo, ojos verdes y pelo rubio y brillante. Era un bombón. Pero... su cara era algo familiar.

-Es que soy una despistada y no debía ir mirando atrás…

-¿Rose?– sonrió el chico - ¿Rose Earles?

-¿Pero... cómo sabes mi nombre?

-¡Soy Matthew Phillips! ¿No te sueno de clase?

-¡Ah! Ahora te reconozco - reí nerviosa - Qué casualidad... ¿no?

-La verdad es que sí - rió.

Yo también reí, mientras Helen se marginaba poco a poco de la conversación.

-Ah, esta es Helen - se la presenté.

-Encantado - la dio dos besos.

-Lo mismo digo - dijo sonriente.

Decidí girarme por si aún veía a Freddie. Y sí, lo vi... rodeado de un grupito de chicas. Me entró el mismísimo demonio al verle así. Así que tuve una idea…

-Oye, Matt, ¿te apetecería venir a mi casa con mi amiga Helen? Para compensarte por el golpe.

-Oh no es necesario... – sonrió dulcemente.

-Insisto - le puse ojitos.

Quedó embelesado durante un instante y asintió con la cabeza, rendido a mis supuestos encantos. Me percaté de que Freddie mirase y me agarré al brazo de Matt, y éste enrojeció. Volví a mirar hacia atrás y, en efecto, Freddie lo estaba viendo todo. Su cara era toda furia. Di la media vuelta los tres nos dirigimos a mi casa.

El tiempo diría si el plan saldría bien.

Joven Bulsara.Where stories live. Discover now