VIII

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Nos encontrábamos en el salón, sentados en el sofá, con una cerveza en la mano, hablando de cosas varias.

-¿Cómo no podías haberte dado cuenta de que iba a tu misma clase, con lo guapo que es? - me regañó Helen. Matt ruborizó.

-Helen... tienes novio - advertí.

-Pero si el chico es guapo pues...

-Para, que me pongo más rojo aún - añadió Matt, riendo.

-Eso, para - le apoyé.

Helen empezó a preguntarle cosas y a interesarse por él. No quería que me quitase a Matt además de a Freddie… Aunque Matt se veía más a mi favor y era él el que me preguntaba cosas a mí.

-Y... ¿Tienes  novio? - me preguntó en una ocasión. 

Quedé algo petrificada.

-P-pues no...

-Oh pero hay un chico que anda tras ella - añadió Helen, tan impertinente como siempre.

-¿Ah sí? No es de extrañar - dijo Matt, cogiendo su lata de cerveza.

-Bue... - miré al suelo - Sólo es un picaflor. 

Subí la mirada y me di cuenta de que me miraba sensualmente. Era muy atractivo. Estatura alta y musculatura definida, un bombón.

Helen miró el reloj.

-Uf, debo irme ya. Voy al apartamento que tiene mi novio por el centro. Mañana nos vemos, Rose – me dio dos besos - Y a ti, Matt, te veré algún día - le dio otros dos besos.

-Creo que yo también debo irme… - dijo Matt, levantándose.

-No no, quédate a cenar. – dije interesada, sentándole de nuevo en el sofá.

-No quiero molestar más... La cerveza ha sido suficiente.

-Por favor... Nunca será suficiente - supliqué.

Suspiró.

-De acuerdo. Pero pronto me voy.

Pegué unos saltitos de alegría y me dirigí a la cocina a preparar la cena. Mi cualidad culinaria era casi nula y lo más refinado que podía cocinar eran macarrones con queso. Pero a Matthew no le importaba demasiado, ya que quien le interesaba era yo, o eso parecía señalarme con su lenguaje corporal. Cenamos tranquilamente y nos dispusimos a seguir charlando en el sofá, mientras bebíamos litros y litros de cerveza. Descubrí que era un tío gracioso y agradable. Y muy mono. 

-Dijiste que no tenías pareja, ¿verdad?

-No… - dije mirando al suelo tímida.

-Hum, pues aquí tienes un pretendiente. – dijo en una sonrisa.

Yo petrifiqué. Obvio que estaba borracho hasta el culo.

-¿Cómo? – dije atónita.

-Me gustas bastante, Rose – dijo dulce - he de decirte que me despistaba en clase mirándote.

No me lo podía creer… aunque… ¿De veras era buena idea haberme dejado llevar por ese muchacho y dar celos a Freddie? Sonreí. Sí que debía. Freddie y sus putitas lo merecían.

-Tú... tú también me gustas – dije, con dulzura.

En realidad Matt me gustaba un poco… pero nada más. Las cervezas hacían el resto.

-Genial entonces - sonrió, muy tierno.

Se acercó a mí y me besó lentamente rodeándome la cintura. Yo le devolvía el beso una y otra vez hasta que nos quedábamos sin aliento. Pero el chico sabía cuando parar, es decir, no tocó nada más que mi cintura. Sin embargo nos dormimos pegados en el sofá. 

~

Al día siguiente desperté sudorosa y aireé un poco la casa. Observé cómo Matt dormía como un angelillo, repanchingado en el sofá. Fui a recoger la mesa de la cena de la noche anterior, cuando noté que unas manos me cogían de las caderas y unos labios se posaban en mi cuello.

-Buenos días – dijo Matt en tono dulce.

-Buenos días, marmotilla.

Me ayudó a recoger y llevó todos los platos al fregadero, mientras yo quitaba el mantel.

-¿Te gustaría salir a comer fuera? – dijo – Te invito.

-Me parece bien pero... no es necesario que me invites. 

-Oh, vale - sonrió, lavando los vasos. 

Pasamos la mañana limpiando la casa, era increíble que un hombre se me ofreciera a limpiar la casa, y una vez terminadas las tareas nos sentamos reventados en el sofá. Matt me rodeó con un brazo, rebufando de cansancio.

-¿Dónde te apetecería ir a comer?

-A un japonés – dije sin pensarlo.

-Donde quiera la princesa - me dio un beso a la frente y me acurruqué en su hombro.

~

Cuando llegó la hora de comer, salimos de mi casa, agarrados de la mano como una pareja reciente. Durante el camino hablábamos de cosas de clase hasta que al fin llegamos a aquel restaurante japonés situado casi en el corazón de Londres. Entramos y cogimos una mesa junto a la ventana que daba a la calle.

Allí esperamos al camarero japonés. Yo me decanté por unos tallarines y Matt por el sushi.

-Nunca he probado el sushi – dije curiosa.

-Está delicioso. ¿Quieres que te de un poco? – sonrió.

-Vale – dije sonriendo.

Miré por la ventana el vaivén de la vida londinense: ejecutivos, taxis, limusinas, mujeres con pieles de visón, Bulsara parado en la puerta del restaurante¿Qué? Una pregunta me vino a la mente y era: ¿POR QUÉ COJONES ÉL ESTABA SIEMPRE DONDE ESTABA YO? Aunque... MEJOR, ASÍ ME VERÍA CON MI NUEVO NOVIO Y LE DARÍA CELOS, Y QUIZÁ HASTA ME DEJABA EN PAZ.

Vi que entraba con unos amigos y justo se sentaron al lado de nuestra mesa. Él, sorprendentemente, no me vio, pero yo me preparé y tomé de las manos a Matt.

-¿Sabes cuánto te quiero, Matty? – dije en tono dulce. Freddie había reconocido mi voz y se giró hacia mí.

Al verme cogida de las manos de Matt y al oir esas palabras frunció el ceño y se puso serio. 

-¡Oh Rose, querida! Qué casualidad – dijo educado y serio mientras dejaba la chaqueta en la silla.

Matt y yo le miramos.

-Vaya, Bulsara – sonrió Matt.

-Hola, Phillips – dijo Freddie algo asqueado. Parecía ser que se conocían. – Por lo que veo, estáis juntos. ¿no? – dijo sentándose.

-Sí - dije yo. ¡Toma pastillas de goma!

-Pues yo estoy esperando terminar el beso de la otra noche… - dijo, fingiendo tos.

Matt me miró extrañado.

-¿Qué... beso?

-O-oh... N-no le hagas caso, Freddie es todo un bromista – dije riendo nerviosa mientras lanzaba una mirada mortal hacia Bulsara.

-Sí. Muy bromista - me miró entrecerrando los ojos. 
 
Durante la comida había un ambiente tenso encuanto a Freddie, pero a la vez romántico si se trataba de Matt. Nos dábamos de comer el uno al otro, nos dedicábamos sonrisillas tontas, unos besos bobos… Y los celos de Freddie eran casi físicos.

Funcionaba en toda regla.

Joven Bulsara.Where stories live. Discover now