Capítulo 15.

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🍓 GIO 🍓
Eva parecía nerviosa, tamborileando con las uñas sobre la mesa de la cafetería sin parar mientras esperaba a que llevásemos lo que habíamos pedido. Observaba hacia el otro lado del cristal, a la calle donde llovía incesantemente para después buscarnos con la mirada y comprobar si nos faltaba mucho una y otra vez, sucesivamente. Su barbilla ligeramente elevada en gesto altivo no lograba ocultar la tensión que transmitían sus gestos y su mirada, era como si estuviera dispuesta a tomar su abrigo y salir de allí corriendo en cualquier instante. Me preocupe un poco, al pensar en que quizás la habíamos incomodado, en que probablemente no deseaba estar allí con nosotras y tan sólo había accedido para no herir nuestros sentimientos.

De pronto, nuestras miradas se cruzaron un instante y pareció muy sorprendida al verme allí de espaldas, observándola. No pude evitar sonreír cuando me di cuenta de que esta vez no había apartado la mirada como acostumbraba a hacer.

- Gio. - me llamó Kim. - Coge tú esta bandeja.

Me vi obligada a romper el contacto visual para responder a la petición de mi amiga. Tomé la bandeja con mi té frío y el café bombón de Eva y caminé junto a Kim y Suru de nuevo a la mesa, donde deposité nuestras cosas con todo el cuidado del que era capaz, teniendo en cuenta mi torpeza. Me senté en mi silla, junto a Kim y frente a Eva y reparé en que Suru y mi amiga habían retomado la conversación en la que habían estado inmersas durante el tiempo de espera en la cola, de forma paralela a nosotras. Parecían disfrutar realmente de su mutua compañía, como si se conocieran mejor de lo que yo sabía, y aquello me hizo pensar en el momento en que Suru había entregado un libro a Kim y esta había fingido apenas conocerla. Me planteé tratar de participar en la conversación pero no tardé en darme cuenta de que, probablemente, aquello no era una buena decisión.

Quizás era el momento de aprovechar la situación que la vida me brindaba y hacer exactamente aquello que yo misma me había propuesto. Quizás esta sería la única o una de las pocas ocasiones que tendría para conocer mejor a Eva, y saber si realmente era como aparentaba, o si, una vez hablásemos más, se mostraría más accesible.

Me fijé en ella, en cómo revolvía su café con una cucharilla, con la mayor delicadeza que había visto jamás en mi vida. Pertenecíamos a mundos tan distintos.

Di un sorbo a mi té de melocotón y la miré fijamente, esperando el momento en que al fin alzase la mirada hacia mí y pudiese preguntarle algo, lo que fuese, cualquier estupidez.

"Vamos..." Pensé. Desde fuera, mi expresión debía de ser la de una demente, con el rostro encogido y la mirada penetrante, tratando de concentrarme con todas mis fuerzas en pedirle a quién sabe quién que aquella chica despegase la mirada de su taza y me hiciese caso de una vez por todas, acabando al fin con aquella incómoda situación.

De pronto, levantó la vista y abrió la boca para decir algo, pero yo ya estaba preparada para asaltarla en el mismo momento en que bajase la guardia, con lo cuál terminé por interrumpirla sin querer con la pregunta más estúpida que se me ocurrió.

- Si fueses un animal, ¿cuál serías?

Su rostro expresó un visible desconcierto, pero pareció pensárselo un poco y escoger sus palabras con cautela antes de contestar.

- Supongo que un cisne. Un elegante cisne que algún día fue un pequeño patito feo, ¿y tú?

¿Un patito feo? ¿Ella? ¿La chica aparentemente más perfecta que había pisado nuestro instituto hablando de sí misma de aquel modo? No pude evitar dejar asomar mi curiosidad a través de mi expresión pero, para disimular, me apresuré a contestar.

- Creo que yo sería un pingüino. Torpe y alegre. - Decidí, con una sonrisa.

Eva bajó de nuevo la mirada hacia su taza y removió un poco el café con la cucharilla.

- Los pingüinos son bastante adorables, además. - Añadió, sin mirarme a los ojos. - Siempre me han despertado ternura.

Confusa por el tono en el que había dicho aquellas palabras, de esa forma tan cálida y tímida, me sentí un tanto abatida.

- Entonces quizás no sea un pingüino. - Contesté, acompañando mis palabras de una ligera risa, tratando de quitarle hierro al asunto.

Eva al fin alzó la mirada y clavó directamente sus ojos en los míos, pero su expresión era de completa seriedad.

- Yo creo que sí. - Dijo, solamente, y con apenas una frase logró dejarme completamente quieta y sin habla clavada en mi silla, boquiabierta y con mi corazón acelerado palpitando tan fuerte que juré que podía escucharlo retumbando en mi oído. No era capaz de despegar mi mirada de la suya y parecía que el mundo a nuestro alrededor se había esfumado, que Kim, Suru y el resto de las personas de la cafetería ya no estaban allí. Quizás mi corazón estaba exagerando sus palabras, tomándolas con mayor seriedad de la verdaderamente pretendida. Al fin y al cabo estábamos hablando de pingüinos, aquellos no quería decir necesariamente que ella pensase algo así de mí. Pero no podía evitar tener la sensación de que, de algún modo, estaba flotando y, en cualquier momento, me elevaría del sitio. - Creo que serías un pingüino. - Afirmó, con total convencimiento.

Días junto a ti. (Chuuves - Loona)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora