¡ICEN LAS VELAS!

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Mi madre leía para mi todas las noches un poema sobre piratas... su gran amor fue uno, mi padre, ella quería que yo fuera libre y siendo libre buscara al amor de mi vida.

Después de haber recordado todo, me sentía extraña; sentía que había dos versiones de mi, la pirata y la campesina solitaria, y ambas estaban enamoradas de un hombre distinto, la campesina se enamoró del apuesto y posesivo pirata que llegó a cambiarle la vida, mientras que la pirata... estaba enamorada de su apuesto y tierno prometido pirata que haría todo por ella.

Erick por un lado pidió quedarme  con él unos días, pero yo no acepté puesto que yo también tenia una tripulación que me esperaba,  la mayoría eran mujeres ellas eran fuertes e independientes... mujeres que darían todo por su libertad... simplemente lobas del mar.

En mi tripulación solo tenía  a diez mujeres... entre ellas destacan:

Diana... una chica de piel canela hermosa, sensual y peligrosa, cualquier hombre que intentara pasarse con ella no viviría mas, ella era mi mano derecha... y también era muy amiga de Sol.

Paula... el cielo se ilumina cuando sonríe... ella tenía la capacidad de atrapar a cualquier hombre con su inmortal belleza y hacer de él un total idiota, su riqueza se debía a su encanto.

Ana... Una mujer que con su inteligencia y belleza podía un problema en un momento de caos. su coquetería y buen humor la vuelven una de las piratas mas deseadas en el mar, pero no por eso menos peligrosa.

Jessica... No existía mujer mas intrépida y peligrosa que ella,  su melena pelirroja seducía  a cualquier caballero andante,  simplemente era inalcanzable ya que su gran amor era el mar y amaba lo que hacía.

Ellas ellas eran  las principales en mi barco... en ese momento mi familia, las otras seis estaban siendo entrenadas por ellas.

Mi barco era maravilloso, El valient tenía todo lo que una mujer pirata necesitaba, ¡mi ropa! era con un toque masculino, pero sensual y muy llamativa... era hermosa, mi cabina era totalmente elegante y arriba de mi cama había un retrato donde Erick me abrazaba,  él y sus hermosos ojos penetrantes, él sabia que su mirada me intimidaba y me miraba directo a los ojos solo para verme sonrojada. Ahora recordaba por que me casaría con el... me propuso matrimonio una noche en la popa de su barco, aun recuerdo el brillo que había en su mirada,  la noche resplandecía con el reflejo de cada estrella y su sonrisa hacia que la luna se sintiera expuesta... desnuda, esa sonrisa que puede hacer que tu corazón se acelere y se detenga al mismo tiempo, sus palabras se volvieron inolvidables... 

Luna tu has cambiado mi vida y no seria lo mismo sin ti, necesito despertar mirando tu sonrisa cada mañana,  necesitó saber que solo seras mía y nada mas, necesito sentirte en mis brazos y necesito besarte una y otra vez...—Entonces se puso de rodillas frente a mí y elevó un anillo con nueve diamantes en forma de un pequeño cuadrado —Luna Black... ¿Podrías concederme el deseo de despertar y saber que eres mi esposa?— Yo solo sentía fríos los dedos de mis manos.

Nunca podría olvidar su expresión al ver que acepté lanzándome a sus brazos y dándole un dulce beso, sonreía mirando aun ese retrato cuando por la puerta de mi cabina entró Diana.

—¡Capitán!... ¡encontramos al hombre que robaba la bodega! ¿Quiere que le de su merecido?—Pregunto ansiosa tronando sus nudillos.

—No, yo me encargo de él... nadie me roba.—enfadada por todo el esfuerzo que hacía como capitán, salí a buscar a la rata.

Al salir de la cabina Ana y Jessica ya lo tenían sobre el piso.

—¿Que es lo que esta rata asquerosa robo de mi bodega?—pregunté furiosa—el hombre me retaba con la mirada, entonces Paula me contestó.

—Al parecer esta cucaracha se enteró de que viajaríamos a Port Royal y decidió venir de polizón con todo pagado, se acabo dos botellas de Aguardiente y medio barril de fruta en buen estado.

Y fue así que me agache para mirarlo mejor... era imposible tener paciencia con personas así.

—¿eso es cierto?... ¿Tomaste cosas de mi bodega y creíste que nadie se daría cuenta?— pregunté  jalando su cabello para que me mirara.

—E..eres solo una estúpida mujer que cree que tiene derecho sobre todo...  cuando ni siquiera sabe lo que quiere.—Me puse de pie y lo observé.

—¿Sabes que?.—cansada de escucharlo le di una muy fuerte patada en la cabeza dejándolo inconsciente.—Tienes toda la razón...

—¡Barco a la vista!— Gritó Paula desde la popa sacándome de mis oscuros pensamientos, la lluvia y la noche nublaban un poco mi vista pero  era imposible no reconocer ese navío... era el Golden Rose, el barco de Antwan...

 era el Golden Rose, el barco de Antwan

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