Capítulo 19: Olivia

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El teléfono móvil fue arrebatado de mi mano con brusquedad. La mirada fría de Benjamin Charles estaba fija en mí, sus labios formando una línea tensa, su mandíbula apretada en un gesto que se antojaba doloroso.


Tragué con dificultad, intentando hacer el mínimo de ruidos y movimientos posibles con el llanto incipiente que sentía venir, porque temía que cualquier cosa podría poner a este hombre en acción. Rodeé mi cuerpo con brazos temblorosos, resguardándome de cualquier daño que este hombre podría hacerme. Llevaba un buen rato aquí, y era consciente de que este no era mi primer día aquí. Sabía el momento exacto en que se haría de noche nuevamente, porque el tragaluz que estaba casi en el medio del alto techo daba directamente hacia el cielo gris. La nieve caía suavemente, y el frío me entumecía el cuerpo.

Había despertado aquí ayer, cuando salí de un pesado estupor, que me trajo náuseas y mareos horrorosos, pero había logrado mantener todo el contenido de mi estómago justo en su lugar.

No había despertado por mí misma, de todos modos. Había sido despertada gracias a un helado cubo lleno de agua y un par de bofetadas en ambas mejillas que hasta ahora sentía ligeramente adormecidas y entumecidas. Era como la sensación de anestesia.


Benjamin Charles, aquel hijo de puta infernal, había estado parado en toda su altura a mi lado, mirándome con desdén y exigiéndome despertar ya, que esto no eran vacaciones. Pues por mí que se fuera a comer mierda.

La casa donde había sido traída, estaba prácticamente vacía, además de un par de cosas en la habitación de donde yo estaba, que contaba con una manta sucia y pisos de cerámica, y un baño adjunto que posiblemente tuvo mejores días, pero que serviría para lo que necesitaba.


Las ventanas estaban completamente selladas desde el interior, y no se podía ver absolutamente nada desde ellas.


Desde un costado del tragaluz, colgaba un cable con un foco que apenas alumbraba.

Sabía que estábamos en Seattle, porque había escuchado a un tipo hablar con Charles sobre el tráfico que había en una de las calles principales de la ciudad. Supuse que el muy bastardo no se había arriesgado a salir de la ciudad o del estado, sabiendo que la policía estaría rondando por todos lados.


Porque sabía que la policía estaba buscándome. Había visto a Luke allí. Mis ojos no podían haber imaginado algo como eso en tal situación. Lo había visto uniformado, apuntando con su arma en mi dirección, porque el cobarde de Charles había tapado su cuerpo con el mío por si decidían disparar. Había visto la mirada horrorizada y desesperada de Luke, pero no había podido hacer nada más que mirarlo, porque no había tenido las energías siquiera para mantenerme despierta.


Y, sin embargo, pude sentir la desesperación de mi policía favorito, pude verla y sentirla. La expresión que había tenido en ese momento jamás dejaría mi memoria. Aquella expresión iba a atormentarme por las noches, porque era la misma expresión que yo había tenido cuando supe que Luke había estado en peligro de muerte.


Es la mirada que tienes cuando sabes que ya nada puede ir peor, porque no hay manera de empeorarlo. No hay manera de igualar el dolor y desesperanza en una situación como esa.


El único consuelo que tengo... es saber que Luke sabe quién me llevó. Sabe qué y dónde buscar. Él me encontrará. Podía sentirlo en mis huesos.


Y ahora, al ver el rostro de quien sabía que me había secuestrado la primera vez, no me hacía sentir mejor, ni siquiera sabía cómo me hacía sentir saberlo, porque el miedo y la incertidumbre era lo único que podía sentir sobre cualquier cosa.


Charles me empujó contra la pared, su mano yendo a mi cuello y apretando con fuerza, logrando que mi respiración quedase allí, sin entrar y sin salir. Mi espalda recta, doliendo por la presión.

―Espero que estés satisfecha, perra. Lograste que mi hermana se suicidara, y a ti ni siquiera te importó. Ella está muerta gracias a ti.

―Estás... ahogándome. – Intenté decirle. De mis ojos comenzaron a salir lágrimas rápidamente, mi corazón latiendo desesperado, mis pulmones gritando por aire, mis manos arañando las suyas, tratando de liberar la presión sobre mi garganta.


Charles me soltó de repente, logrando que mis piernas se doblaran y cayera directamente al suelo, ahogándome por intentar que entrara aire en mi organismo, mi garganta dolía y latía en el lugar exacto donde él me había apretado, y por más que intenté detener las lágrimas que insistían en salir, no pude.

Don't let me FallWhere stories live. Discover now