Capítulo 22: Lucas

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Después de un par de días en los que no supe qué pensar o siquiera qué decir. Obtuve una respuesta que no esperaba ni en mil años. No porque yo haya descubierto la respuesta, no, solo alguien la había traído para mí.


―Luke, alguien abajo dice que necesita hablar contigo. – Levanté la vista de los papeles que tenía justo frente a mí, de mal humor por haber sido molestado cuando al fin conseguía algo de concentración. 

Mi hermano se encontraba en la puerta de mi oficina, mirándome un poco pálido. Fruncí el ceño en su dirección. ¿Qué le sucedía?

―Dile que pase, entonces. – Garrett asintió en silencio y se fue de allí. 


Menos de dos minutos después, dos golpes a mi puerta, seguido de alguien abriéndola con lentitud. 

Un cuerpo femenino apareció allí, a lo que alcé las cejas. O al menos creía que era femenino con toda esa ropa puesta. Vestía un abrigo demasiado grande y ancho, unas botas largas que no dejaban ver si llevaba pantalones o una falda debajo. Lentes de sol, una bufanda que le tapaba la mitad del rostro y un gorro donde había metido el cabello. Si es que tenía cabello, de todos modos. 

― ¿Qué necesita, señorita? – Fruncí el ceño cuando la mujer se volteó, cerrando la puerta detrás de ella. 

Sus manos fueron directamente al gorro tejido para quitárselo, rebelando suave y brillante cabello castaño claro. Me tensé, reconociendo ese sedoso cabello. Sus lentes fueron los siguientes. Y observé atónito esos ojos grises. Su bufanda estuvo fuera, dejando a la vista un rostro ceniciento sin una pizca de maquillaje, comenzó a desabotonar su abrigo, dándome un vistazo de su ropa ajustada por debajo, un jersey gris y leggins negros. Parpadeé, sin poder decir una palabra. Ella dejó su abrigo colgado en la silla.

―Hace demasiado calor aquí. Afuera parece el Ártico. – Murmuró a modo de explicación hacia su ropa. 

― ¿Q-qué haces aquí? – Comencé a sentirme sofocado allí. Verla y escucharla hablar otra vez era tan sobrecogedor que mi corazón estaba haciendo todo tipo de divertidas volteretas. Liv sólo me miró en silencio, sus ojos adquiriendo un brillo que segundos antes no había estado presente. 

―Necesitamos hablar. 

― ¿Lo hacemos? – Ella me frunció el ceño y asintió con la cabeza, sus manos retorciéndose en su regazo. – No puedo ahora, Liv. Estoy lleno de trabajo. 

―Bien. – Hizo una pausa que se me antojó demasiado llena de tensión para mi gusto. – ¿Cuándo? 

― ¿Cuándo qué? – Comenzaba a sentirme como un idiota. Y no uno de esos idiotas con gracia. Empezaba a sentirme como en arenas movedizas. 

―Hablar. ¿Cuándo puedes? De verdad necesito hablar contigo, Luke. ¿Puedes? 

Asentí en silencio. Las palabras estaban más allá de mí en este momento. No era capaz de formular palabras. Estaba demasiado sorprendido como para incluso moverme. 

―Bien. Yo... ―Ella pareció dudar unos instantes, su seguridad anterior perdiéndose totalmente cuando miró mis ojos con algo que no pude descifrar. 

―Me puedo pasar por tu apartamento cuando salga de turno. Si no te molesta. – Ella sonrió tentativamente, logrando que el hielo de mi corazón comenzara a derretirse. 

―Eso sería genial. Gracias. Nos vemos. 

No esperó una respuesta ni un gesto. Simplemente tomó todas sus cosas y salió huyendo de allí lo más rápido que sus piernas se lo permitieron. Dejándome totalmente absorto, boquiabierto. ¿Qué acababa de suceder?

Don't let me FallWhere stories live. Discover now