1. Chicles con sabor a regaliz.

201 24 6
                                    

Corro para hacer mi quinta vuelta y terminar el entrenamiento del grupo de atletismo. Fuerzo a mis piernas a ir más rápido, aumentando mi ritmo cardiaco, mis pulmones luchando por más oxígeno. Me detengo al traspasar la línea blanca, reclinando mi cuerpo hacia delante, con mis manos en mis rodillas, intentando regular mi respiración.

— ¡LEE A LAS DUCHAS!

Limpio el sudor que cae de mi barbilla, asintiendo a su dirección. Caminando a donde fui indicado. Todos mis compañeros poco a poco se iban retirando del lugar, una vez que Kang te daba la orden de irte, eras libre.

Me desprendo de mi uniforme, abriendo la ducha fría, sintiendo como colisiona con todo mi cuerpo, otorgándome una relajación extrema.

Alboroto mi pelo húmedo al salir de la ducha con una toalla en mi cintura. Unos pasos a mis espaldas me hacen girar, encontrándome con la presencia de Ji sung.

— ¿Qué haces aquí? —le digo al abrir mi casillero.

— Esperándote... ¿Se te olvido? —por su mirada dedujo que sí.

Busco en mis recuerdos algo importante; nada.

— Pues fue tan importante que se me olvido. —meto un pie en el orificio de los pantalones— refréscame la memoria.

— Celebraremos la entrada de Ren Jun al grupo en la hamburguesería que solemos ir.

Asiento distraídamente, abotonándome mi camisa azul de a rallas. Meto mi ropa sucia con olor a muerto en mi mochila, la toalla que estaba usando hago que rodee mi cuello. Agarro la mochila mientras camino a la salida con mi compañero de equipo siguiéndome.

— ¿Qué ocasiono que hicieras molestar a Kang? —salimos del campo, pasando por las gradas cuando hizo la pregunta.

— He bajado mis notas —encojo mis hombros, importándome menos— y no he hecho un intento por subirlas.

No vuelve a dirigirme la palabra. Me importaba muy poco lo que dijera de mí, mucho menos su opinión. Al llegar al estacionamiento, nos montamos en mi hermosa camioneta negra. Lanzo las cosas que tenía a los asientos de atrás, enciendo el motor, comenzando a salir del estacionamiento de la Universidad.

— Lo he pensado... —estaba mirando por la ventana, al echarle una mirada— te encontrare un tutor que te ayudara.

No necesitaba de ayuda de otros. Mis problemas solo eran de mi incumbencia. Muevo mi cabeza en son de negación, no aceptaría esa ayuda.

— Piénsalo... —insiste nuevamente, ruedo los ojos— solo piénsalo muy bien, no te causara un derrame cerebral.

Me rio, su sentido del humor me caía muy bien. Doy una última vuelta antes de divisar el lugar que transcurríamos desde los tiempos en que nos hicimos amigos. Estaciono mi auto en frente, asegurándome de que no me conseguiré alguna infracción.

— ¿Los demás nos están esperando a dentro? —no me responde, solo me dice que lo siga.

Me deleito con los olores que viajan por todo el lugar, a lo lejos un par de chicos se ríen sin parar. Todos con algo en sus manos, bueno; seré el único que no trajo nada. Estrecho sus manos, sentándome a un lado de Mark, que no dejaba de beber agua.

— ¿Qué te está secando tanto la garganta? —lo codeo, ocasionando que casi se ahogue con el agua.

Tose disimulando el rubor de sus mejillas. ¿Andaría con cambios hormonales de que estaría ovulando?, no creo, ni que fuera mujer. Sin querer veo debajo de la mesa, vaya sorpresa me encontré. Nuestro querido amigo mayor, Johnny tenía su mano en el muslo de Mark, cerca de una parte sensible.

De Hamburguesas Grasientas a Caidad en Lodo [NoMin/NCT]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu