2. Alborotos en el centro comercial.

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Mastico mi emparedado en la cafetería con parsimonia y cansancio. El clima se encontraba en su punto más caluroso, el lugar se encontraba lleno por su refrescante aire que proporcionaba. Tomo un poco de mi bebida azucarada por una pajilla. Mis compañeros no dejaban de quejarse de lo apestosos que estaban.

—No puedo creer que huelo a cadáver descompuesto de hace tres días —ese era Ji sung quejándose, echándose aire con su mano.

—Creo que ya somos dos... —opina Tae, levantándose para votar su basura.

Repito sus mismas acciones, solo que en vez de regresar a la mesa, me despido a lo lejos, saliendo de la cafetería en dirección a presenciar mi última clase. Al entrar al salón me dirijo a los últimos asientos, coloco mis audífonos en mis oídos.

El profesor Oh entra con su particular cara de póker a darnos clases, que aseguro la mitad de la clase no les prestaría atención. Su rutina tendía a ser la misma de siempre, daba su clase, dejaba unos ejercicios y se largaba.

Ya sabíamos que en la próxima clase, nos prepararía un examen que mataría nuestras neuronas.

Aunque nadie lo supiera, tendía a entenderle a Oh sus clases con prestarle un poco de mi atención. No solía hacerlo por la simple razón de que me aburría hacerlo. Comienza a escribir en el pizarrón, resolviendo un ejercicio de esos que desembocan a otro para encontrar su final... su resultado.

Sonrió, esos tipos de ejercicio me encantaban, tomo el cuaderno de encima de mi mesa y empiezo a resolverlos. En menos de media hora había resuelto casi la mitad de los ejercicios que el cuaderno disponía. Me levanto de mi asiento, entregándole mi cuaderno a Oh en frente de su escritorio, dejándoselo para que lo viera.

—Eres uno de mis mejores alumnos —los revisa, todos con el resultado correcto— ,aunque entiendo tu desgano en mi clase.

Extiende mi cuaderno de tapa azul, cual guardo en mi mochila, después de tomarlo.

—Trata de subir esos ánimos, Jeno...  —me sonríe, sorprendiéndome— otórgale a tu vida un poco de azúcar.

Hago una venia antes de abandonar el lugar. Una vez que salgo, corro por los pasillos al tener en mi mente a la persona que me otorgaría esa azúcar a mi vida y no será en una bebida con azúcar extra. Me detengo para recuperar el aire que necesitaban mis pulmones y mi corazón para calmarse en el estacionamiento de la Universidad. Enciendo mi camioneta ya estando dentro de ella, partiendo rumbo a la hamburguesería en donde hace dos días conocí al chico más bello que mis ojos hayan visto.

Al aparcar bajo rápidamente bajo, entrando a la tienda, yendo directo al mostrador. Casi caigo al notar que el que estaba detrás no era el, era alguien más que estaba tomando su lugar.

Una chica de pechas grandes, sonrisa coqueta y ojos un tanto pasados de maquillaje.

—Bienvenido a NCT burguesas... —muerde sus labios en forma insinuante, ignoro eso, buscando con la mirada a la persona por quien fui allí —¿En qué te puedo ayudar, guapo?

Niego con las manos en mis bolsillos, desanimado. Cuando escucho una voz diciendo de que el atendería a ese cliente, la chica insiste en que ella podría pero en unos segundos ella desiste en dejarle su puesto.

—Jeno... —me giro, encontrándome con el paraíso en sus ojos —¿Ordenaras algo?

Asiento frenéticamente, postrándome en frente de él, sonriendo feliz de verlo otra vez.

—Esta vez quiero que me acompañes a comer... dos hamburguesas con las bebidas y el postre que tú quieras, Jae —le paso mi tarjeta, quedándome viendo como hace su trabajo con una sonrisa tímida —luego me acompañaras al centro comercial

De Hamburguesas Grasientas a Caidad en Lodo [NoMin/NCT]Where stories live. Discover now