🍃ɪɪɪ. ᴋ ᴀ ʀ ᴍ ᴀ🍃

1.6K 166 13
                                    

NAGISA

Estaba jodido.

Tan malditamente jodido.

Cerré mis ojos fuertemente, tratando de que el impetuoso latido de mi corazón se calmase aunque sea un poco, fallando miserablemente en tratar de respirar profundamente para evitar que el pequeño vaso lleno de refresco cayera de mi mano.

Bufé por lo bajo cuando las, para nada, disimuladas muecas y ojos saltones de Kayano me habían avisado de la imponente presencia de Karma; destruyendo patéticamente cada uno de mis nervios y haciéndome un manojo completo de temblores y tartamudeos.

Giré lentamente cuando las exageradas muecas de la chica castaña frente a mi pararon abruptamente, la colonia masculina tan conocida para mi tan solo corroborando el hecho de que, justo atrás de mi, se encontraba la única persona por la cual he caído tan fuertemente.

Karma Akabane.

— Hola, Nagisa.— tragué saliva fuertemente, sintiéndome derretir bajo su intensa mirada color mercurio; su bonita sonrisa tan solo haciéndome perder en lo jodidamente hermoso que se veía y en pequeños pensamientos que no debería de contar realmente.

No podía hablar, trataba de encontrar mi voz, pero solo seguía perdiéndome en ese perfecto mar ámbar que poseía pequeñas motas de verde casi imperceptibles. Estaba paralizado. Karma había llegado y sinceramente no sabía qué hacer. Sentía que mi corazón palpitaba al mismo ritmo de la movida canción que se dejaba escuchar a través de los altavoces y me atrevía a decir que mucho más rápido.

— Ho-Hola.— sonreí tímidamente.

Había llegado cerca de dos horas atrás, cuando apenas unas cuantas personas se encontraban en el centro del salón charlando. Todos me habían recibido con una gran sonrisa y divertidas anécdotas, mi nerviosismo comenzando a cesar después de escuchar a Nakamura hablar por 10 minutos de sus maravillosos viajes al rededor del mundo.

Cuando apenas llevaba media hora aquí comencé a alentarme a mi mismo, comencé a darme valor y suficiente fuerza como para no paralizarme miserablemente enfrente de Karma; incluso Kayano y Nakamura se habían sumado a la causa.

Si; bueno... no funcionó.

— ¡Karma!, me alegra que estés aquí. Comenzaba a aburrirme sin tener a alguien a quien molestar.— Nakamura llegó a salvarme, sonriendo divertida al ver mi poca capacidad de sostener una conversación con Karma sin desmallarme.

— ¡Nakamura!, tiempo sin verte. ¿Cansada de tus viajes o de no tener pareja?, creo que ya es tiempo de prepararte para tus 50 gatos.— Karma sonrió malicioso, adoptando un peligroso brillo juguetón.— Aunque deberías de tener 60, eres propensa a que te abandonen.— la rubia soltó una carcajada, su mirada azulada comenzando a tomar un brillo malicioso.

— Oh, cálmate pelo de menstruación. No puedes decirme absolutamente nada cuando todavía sigues sin poder conquistar a el pobre Na- — fruncí el ceño confundido cuando la enorme mano de Karma se posó con premura en la boca de Nakamura, tan solo dejando que salieran ruidos ininteligibles y poco agraciados.

Reí por lo bajo al verlos. Seguían llevándose tan bien, ambos encajando perfectamente por sus personalidades tan parecidas.

— Sino quieres terminar con ponche encima, será mejor que no termines esa frase, ¿entendido? — Nakamura dijo algo más, completamente ininteligible por la mano de Karma, para poco después asentir; visiblemente divertida.— Gracias.— rodó los ojos con fastidio antes de quitar su mano de la contraria; la oji azul tan solo pudiendo soltar una carcajada al ver a Karma limpiarse en su bonito vestido negro.

Devuélveme el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora