S U E R T E

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Suspiró mientras llegaba a su habitación de hotel y dejaba en alguna mesa cercana un pequeño ramo de flores. Acababa de llegar de su salida con Ren, la cual—por cierto—había sido maravillosa, lo había tratado muy bien y siempre resaltaba su belleza haciendo que sus mejillas se colorearan de un muy bonito rojo.

Gimió cuando la puerta de su habitación fue tocada, acababa de llegar y estaba muy cansado, a pesar de que estaba satisfecho con su, tal vez, cita; ambos habían estado caminando por las calles de Tokyo y eso había sido cansado.

Le extraño no escuchar la voz de la señora que se encargaba de la limpieza de los cuartos, por lo regular era la única que visitaba su habitación durante en la mañana y en la noche. Suspiró, tal vez estaba un poco ocupada y se olvidó anunciarse.

Se dirigió a la puerta con paso lento, acomodó un poco su flequillo y se detuvo antes de abrirla, ¿y si no era la señora de limpieza?, ¿y si eran Ren?, sus ojos brillaron y su sonrisa se ensanchó. Abrió la puerta totalmente encantado, pero lo que se encontró al otro lado de la puerta lo descoloco, ¿cómo había conseguido en donde se hospedaba?

— ¿Se te perdió algo? — trató de no parecer sorprendido.— Por qué si no es así puedes irte, el pasillo es lo demasiado grande para pasar sin problemas así que... — se dispuso a cerrar la puerta; pero aún así, su objetivo no fue cometido por una fina mano empujándola.— ¿Qué es lo que buscas?, creo que tú amante está en otro piso, así que que lo siento, te confundiste de habitación...— sus ojos se abrieron cuando el peli blanco lo empujo a un lado y pasó sin ningún tipo de invitación a su cuarto.— Sal, no te quiero en mi habitación, ¿no causaste suficiente dolor ya? — cuando su ex novio—y casi prometido—se dio la vuelta, puedo caer en la cuenta de sus ojos rojos y en el alto olor a alcohol que cargaba su cuerpo, ¿estaba borracho?

— Y-Yo... solo quiero que me perdones.— arrastraba las palabras mientras hacía un inútil intento por no llorar.— Lo lamento mucho, fue solo un desliz que no volverá a pasar, créeme que no haría eso estando sobrio, yo te amo Asano.— el aludido lo miró con escepticismo.

— Eso no es una excusa, el alcohol en tu sistema no te hace ser infiel a las personas que amas, eso lo tengo muy en claro.— sonrió un poco cuando recordó aquella vez en la que Nagisa se había emborrachado con él, se le hizo divertido molestar a su amigo haciendo ademanes de besarlo pero el pequeño se negaba alegando que le sería infiel a Karma, el amor de su vida.

A Itona no le gustó nada esa sonrisa cálida, esa sonrisa que no iba dirigida a él.

— ¿Ya tienes a alguien más, verdad? — Asano suspiró totalmente frustrado, ¿cuándo acabaría todo esto? — Claro, me dejaste y fuiste a revolcarte con Nagisa, ¿por qué no me di cuenta antes?, maldigo traidor.— el de cabellos naranjas lo miró indignado, soltando un bufido cargado de ironía.

— ¿Quieres hablar de traiciones?, ¿Enserio?, por que lo único que se me viene a la mente es a mi novio, casi mi prometido, estarse revolcando con el que supone era su mejor amigo.— soltó una risa totalmente cargada de dolor y melancolía.— No me vengas con estupideces de quererte hacer la víctima Itona, por que créeme que no te queda, estoy cansado de todo esto, de tus estupideces y que siempre busques la manera de dañarme.— su mirada se volvió gélida, causando que el corazón del más pequeño se achicara.— Lárgate si no quieres que seguridad llegue a sacarte a la fuerza.— antes de que pudiera tomarlo de la muñeca y empujarlo hasta la puerta, Itona corrió hasta su habitación y se giró encima de la cama; sollozando en ella, aspirando el fuerte aroma del que alguna vez fue su novio, ese aroma que alguna vez, en el camino de su historia, le perteneció.— No hagas esto más difícil Itona, ¡vete ya! — el aludido se encogió presa del dolor y el miedo, miedo de irse y no pelear de nuevo por su amor.

Devuélveme el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora