CAPITULO 12

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La alarma sonó a todo volumen

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La alarma sonó a todo volumen. Se me olvido desactivarla antes de dormir. Intente jalar mi mano pero algo me la está deteniendo; es la mano de Juan Pablo, sus dedos están entrelazados con los míos.

¿Cómo paso esto? ¿Lo tome la mano mientras dormía? ¿Él me tomo la mano?

A pesar del sonido de la alarma, Juan Pablo sigue dormido. Para no despertarlo lentamente fui separando mis dedos de los suyos, al separarnos tome el teléfono y apague la ruidosa alarma.

Me puse a observar a Juan Pablo y no puedo evitar no sonreír. Tiene la boca media abierta, sus ojos están completamente cerrados y su mano se quedó como la había dejado. Se ve demasiado tierno, me dan ganas de tomarle una foto.

—¿Ana? —escuche a la abuela al otro lado de la puerta.

—Oh no.

Me levante de la cama corriendo hacia la puerta. Tome la manija abriendo solamente un pequeño pedazo.

—Hola, abuela —sonreí.

Ella aún sigue en bata.

—¿Tienes ropa sucia?

Voltee a ver mi canasto, está todo lleno.

—Sí, espérame un segundo.

Le cerré la puerta, rápidamente tome el canasto y regrese para dárselo.

—Aquí tienes —le sonreí de nuevo, con ambas manos recibió el canasto.

—¿Ocurre algo? Te noto algo extraña.

—¿Qué? No, no me pasa nada. Estoy de maravilla.

—Mmm... bueno ─dijo no muy convencida ─. El desayuno está listo, baja a la hora que quieras.

—Gracias abuela, te quiero.

Le cerré la puerta en la cara.

Juan Pablo tiene que irse ahora mismo, en cualquier momento alguien más entrara y lo descubrirá. Sé que todos en la casa lo conocen muy bien pero no estoy segura de lo que podría pasar si se dan cuenta que durmió toda la noche en la mini cama y que mágicamente amanecimos tomados de la mano, aunque esa última parte la omitiría si me toca dar alguna explicación.

Me puse de rodillas a un lado de él.

─Juan Pablo. Juan Pablo, tienes que despertar ─lo moví un poco ─. ¿Isa? ─se movió tratando de abrir los ojos.

─Es la primera vez que me dices Isa ─dijo aun con los ojos cerrados.

─Y posiblemente será la última si descubren que estas aquí.

Me apoye en la cama poniéndome de pie.

─Estoy muy cómodo ─abrió los ojos y se acomodó del otro lado.

─Lo sé, chico dormilón. Pero de verdad tienes que irte.

─Otro apodo ─se froto los ojos y comenzó a levantarse ─. Tendré que inventar algunos para ti.

Punto Y Aparte// Juan Pablo Isaza//En Edición Where stories live. Discover now