Capítulo XXXVII

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"El paisaje iluminado hacia la postergación infinita"

Narra Marianne:

Quisiera saber como es exactamente el mundo exterior, saber si los colores que mamá relataba en sus historias "ficticias" en verdad son reales, sentir el olor inundando mis fosas nasales y escuchar la paz que trae cada lugar de forma natural... pero eso no se podrá. Hace tiempo que me resigné a morir en batalla, siempre pensando que moriré salvando a los demás para sentirme mejor conmigo misma. Un ruido me alerta, son las puertas del ascensor abriéndose y de su interior saliendo la tenue figura de lo que debería ser Serón pero solo es Christian trayendo comida para mi y como siempre rechazaré la comida.

— ¿Anne? —sentí un escalofrío al escuchar como me había llamado, era de esperarse, yo siempre le digo Chris, no tengo ni idea de cuando fue que lo empecé a llamar así.

— ¿Si? —respondí bastante cansada, ya llevaba una semana sin dormir intentando crear trajes nuevos y tratando de hacer realidad la razón por la que fui rescatada.

— ¿Porqué no vas a tu habitación y descansas? —sugirió un poco harto de mi comportamiento, había estado irritada desde hace un par de días, ahora estábamos a oscuras pero mis ojos no cedían al sueño.

— ¿Porqué mejor no cierras la boca y me dejas en paz? —contesté fastidiada, no entendía porque le era tan difícil comprenderme.

— De acuerdo —tomo la bandeja de comida y dio media vuelta dispuesto a marcharse.

— Era broma... —susurré para mi misma esperando que se fuera más solo se detuvo para dejar la bandeja en la mesa.

— Yo también lo decía en broma, eres demasiado impulsiva para que te deje sola —no me atreví a levantar la mirada pero sonreí ante su comentario, en verdad era muy malo para las bromas—. Por cierto, Abraham quería hablar contigo desde hace dos días —fruncí el ceño al escuchar su nombre tomando la botella de jugo que tenía a mi lado—. ¿Anne?

— No quiero verle —respondí de forma seca, de hecho era muy probable que el fuera la razón de estar tan irritable desde hace dos días.

— ¿Te hizo algo? —abrí el envase de jugó y me lo empiné terminándolo por completo en menos de un minuto.— Si lo hizo haré que lo pague —dijo en tono habitual.

— No te desgastes con el traidor —dije limpiando el jugo que resbaló por las comisuras de mis labios.— Y no hizo más que restregarme en la cara el divino amor que le tiene a Mariela —arrojé la botella lejos de mi recostándome a su vez cerca de la pared para intentar conciliar el sueño. Chris no dijo nada, de un momento a otro tomo la bandeja y se montó en el ascensor.— No que era demasiado impulsiva para que me dejaras sola —reproché cerrando los ojos cuando de pronto sentí la presencia de alguien frente a mi rostro, abrí los ojos al instante observando los orbes castaños que debían ser de Serón, pintó una sonrisa frente a mi tan iluminada que no pude ignorar del todo mientras se acercaba con esa mirada cargada en soberbia sobre mi.

— ¡Anne! —abrí los ojos de golpe recibiendo el brillo de la luz del laboratorio directo en mis ojos, me levanté de inmediato tomando un tubo de metal que recogí de unas piezas del exterior y con toda mi fuerza lo impacté contra su cuerpo más el tubo se rompió al instante molestándome aún más.

— ¡No me levantes así, joder! —le reclamé recordando aquel extraño sueño que había tenido, ¿qué carajo? 

— Vale, lo capto pero nos están atacando —abrí los ojos con sorpresa dándole los trajes de combate para que las tropas partieran lo más rápido que pudieran, subió al elevador con prisa y se despidió con una leve sonrisa.— Imbécil —sonreí soltando un posterior bostezo.

Virtual Life [En edición]Where stories live. Discover now