Epílogo

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Narra Stella:

Desde que tengo memoria papá se ha encargado de criarme, siempre me ha contado historias fantásticas y llenas de acción pero no ha sido él quien me ha hecho saber de las grandes expectativas que tengo sobre mi. Pues es el pueblo el que me ha contado la gran historia que forma parte de algo más grande, mis tíos  me han contado como fueron las luchas junto a mi madre, una mujer que desconozco y me encantaría saber por boca propia como logró tantas cosas. También me han contado tantas cosas de mi padre, me cuesta creer que él, un hombre que siempre habla de paz y se desempeña en el rol más importante de la república haya hecho todo eso. 

Hace ya un tiempo pasó una gran crisis en Annica, es un secreto pero conocí a mamá, fue todo un caos, se llevaron a mucha gente y la república pereció por algún tiempo. Pese a todo a mi y a otros tres niños más los protegieron a toda costa. Hasta ahora se la razón pero todo esto solo es un secreto entre papá y yo.

— Y es por eso que no debemos salir del muro —completé orgullosa demostrando mis habilidades democráticas.

— Ahora quiero salir más del muro —rió Francisco interrumpiendo nuestra reunión.

— Ya decía yo que faltaba el imbécil del grupo —dijo Hikigaya con desdén como siempre.

— ¿Podrían escucharme? —dije bastante desesperada, reunirlos a todos era de los peor.

— Claro princesa —dijo Hikigaya rodando los ojos.

— ¡Asco tu sarcasmo Hiki! —gritó la señorita Oster con un poco de cansancio.

— Crean lo que quieran, tan solo es una advertencia para que no hagan estupideces —advertí ya harta de su actitud.

— Amigos, tenemos noticias, ¡Haremos estupideces! —me retó Francisco, estaba por lanzarme a golpearlo cuando recordé que no sabía luchar todavía.— Mira Stella, entraremos a secuestrar a la gente que nos robaron, salimos y happy end —sonrió, al instante las carcajadas de mis compañeras comenzaron a sonar.

Y bueno, ¿qué puedo decir? Hemos heredado las expectativas de nuestros padres. Como la próxima gobernante de Annica prometí traerlos de vuelta y al tener encima las esperanzas de todo el mundo debo decidir entre seguir consejo o lanzarme al abismo con tres idiotas que quieren recuperar a su familia. Cualquier persona normal elegiría seguir el sabio consejo pero ya que yo soy la hija de Marianne Ibañez he heredado bastante de su locura, he de seguir el camino de la verdad que tanto anhelaba ella y aunque temo por mi vida saldré de casa a recuperar lo que mi amada abuela me ha arrebatado.

— Bueno, bueno pero tendrán que enseñarme a defenderme —desvíe la mirada evadiendo aquella mirada de Hikigaya, seguramente deseosa de probar mi sangre con cada enseñanza.

Partiremos en un año, traeré de vuelta a mamá y me convertiré en una digna gobernante de Annica. 

Narradora:

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Narradora:

Era curioso saber que existían cosas tan poderosas como el chantaje pero era increíble ver como la sangre resbalaba por las manos de la heroína de un pueblo lejano, sangre inocente. Aquella mujer jugueteaba con sus presas antes de acabar con ellas, devorando primero su alma y después su cuerpo.

— Yo no soy una heroína —repitió con una sonrisa antes de clavar la espada de oro en el cráneo de aquel pobre hombre.— Debiste pensar mejor las cosas antes de oponerte a la emperadora —dijo sacando la espada con aquella perturbadora sonrisa.

— Después de todo el argumento barato de un mundo sin dolor nos ha engañado a todos, tal cosa como vivir sin dolor no existe —dijo la castaña reflejando su mirada chocolate en la espada sin dejar de observar los grilletes de oro que adornaban sus muñecas, carentes de cadenas y que le recordaban las razones por las que hacía cada cosa.— Bienvenidos a la vida real —rió siguiendo el sendero de la luna para regresar al país escarlata.

Virtual Life [En edición]Where stories live. Discover now