Capítulo XXXVIII

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"Confesiones"

     La castaña estaba nerviosa, estarían llegando en un par de días más a lo que alguna vez fue el gran imperio Ruso, el entrar y encontrarse a pocas millas de su destino le provocaban unas ansias enormes pero eso no era lo único que le provocaba ansias, también ver a lo lejos a cierto castaño coquetear dulcemente con su aprendiz, verlo sonreír de lejos y sentirse bien al hablar de ello con Christian que con cada comentario que hacia sobre el castaño le diera un zape para volver en sí repitiéndole de forma fría el no albergar sentimientos en su corazón cerca del final de la guerra. Y era verdad, no decía que no pero si deseaba que le diera más apoyo pues ahora lo consideraba un amigo al que estaba muy apegada ya que Emiliano estaba demasiado ocupado siquiera para hablar con ella mientras que con Christian pasaba la mayor parte del tiempo hablando sobre las posibles variables de cada investigación.

— No te cansas eh —dijo Christian para llamar la atención de la castaña que contemplaba la luna desde el asiento de al lado de la camioneta y que de reojo observaba la camioneta que iba al frente y quienes se encontraban dentro platicando de forma amena.

— ¿Eh? Ah, claro que lo hago pero no quiero dormir, mañana llegamos a San petersburgo y para ser sinceros a veces pienso que mi plan va a fracasar —confesó la castaña sin apartar su vista del camino sintiéndose cómoda al expresarse puesto que eran los únicos en esa camioneta.

— Monstruo imbécil, nada va a fracasar —dijo intentando apoyar a la castaña.

— Hey, entonces, ¿cuándo me matarás? ¿Será antes o después de que termine la guerra? —bromeó un poco esperando que contestara de verdad, aún cuando eso en verdad comenzaba a molestarle.

— Déjate de estupideces y pon atención a que no vengan enemigos Anne —la castaña bajo la mirada dudosa, cosa que logró ver el contrario.— Quiero ir al baño —pidió Marianne intentando hablar de otra cosa que no fuera su indecisión.

— Pudiste decirme eso antes, deja llamo a Emiliano para decirle que... —se detuvo al ver el rostro ausente de Marianne— Anne... —llamó con cierta preocupación pero su llamado no fue respondido— Anne —la chica volteó a verlo intentando sonreír pero lo único que consiguió fue un rostro con una expresión triste— monstruo imbécil —dijo al ver que al frente cierto castaño lloraba en silencio intentando conciliar el sueño.— Mi padre solía decirme que lo que más le dolía era ver cuando sus víctimas lloraban frente a él suplicando piedad, que se le estrujaba en corazón al cumplir órdenes que tu padre daba y entonces yo decidí que nada de eso me afectaría nunca, y así fue pero... ¿Te puedo confesar algo? —Anne asintió sin saber como responder a lo que Chris estaba por decir— ahora entiendo ese sentimiento que él tuvo, esa lástima que a veces se transforma en algo irreconocible y prolonga lo inevitable, en realidad comparo ese sentimiento con lo que tu sientes, sentirse mal por el sufrimiento ajeno es patético... —la chica levantó el rostro soltando un bufido.

— ¿Eres idiota? Es difícil, no es sufrir porque sí, date cuenta de que nosotros somos asesinos pero los motivos son distintos, date cuenta de que lo que siento es algo llamado... —se detuvo pensativa sin saber como catalogar lo que sentía.

— No es amor Anne, solo empatía. Quizá porque sabes que su historia concuerda con la tuya —la castaña no supo como contraatacar pero aún así dijo con poca seguridad.

— Significa que si quiero protegerlo con todo mi ser, si quiero estar a su lado por siempre y ayudarlo, permanecer juntos, abrazarlo e incluso... —paró cuando sintió el calor alojarse en sus mejillas.

Virtual Life [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora