Tae no logró terminar de explicar a YoonGi lo que tenía que hacer para salir con la hermosa BoRa, pues alguien del salón de Min fue a buscarlo por un trabajo de grupo o algo así. Y TaeHyung no tuvo de otra más que acabar la hora del almuerzo él solo.
Su agenda mental se abrió buscando si tenía trabajos pendientes que realizar, dejando de lado que tenía que estudiar para historia e inglés.
Suspiró. Después del receso recibía dos periodos de inglés.
Odiaba con su ser el hello my name is. Tal vez no era difícil y él era un completo estúpido en la materia, pero por más que buscara ayuda en la gloriosa web no lograba entender el idioma extranjero. En ese momento recordó al hyung conocido de YoonGi; es la única clase que comparten juntos y además ha visto lo fluido y fácil que se le hace.
¿Querrá ayudarle si le ofrece dinero a cambio?
Bah... Kim TaeHyung sabe que no es capaz de acercarse al nerd ese. ¡Es demasiado callado, extraño y poco accesible!
Si tan sólo hubiera una forma...
—¡Ey!—exclamó alguien tomándolo por sorpresa haciendo que despertara de su laguna mental.
—Ey... Miren quién está aquí, Jeon JungKook, el todopoderoso y mi mayor dolor de cabeza. ¿Cuándo vas a pagarme?
El castaño sonrió burlón por lo anterior dicho y se sentó robando la bebida de Kim.
—Tú tranquilo, mi castigo acabará en unos días y mamá continuará dándome la mesada.
—¿Castigo?—las cejas de Tae se elevaron curiosas—, ¿qué hiciste esta vez?
JungKook sonrió travieso—. No fue nada grave, lo juro. No aprobé un par de materias; me he quedado dormido en clases últimamente—explicó brevemente.
Tae bufó. Conocía a Jeon JungKook desde hace bastante tiempo y es sumamente extraño que alguien como él (perfecto, educado y que todo lo puede hacer) no esté rindiendo al cien por ciento en sus clases, porque JungKookie puede ser un travieso, pero jamás ha dejado que eso afecte su rendimiento escolar.
—¿A qué has venido?—preguntó.
—Necesito ayuda, para ser específico... una de esas listas que haces.
—¿Estás loco? No me has pagado las últimas dos que te dí—reclamó.
—¡Oh vamos! Hyung, ya te expliqué por qué fue. Sólo dame un poco de tiempo y tendrás tu dinero antes de que digas Gucci.
—Gucci.
—¡Kim TaeHyung!—reclamó como niño pequeño mientras que el sonido de la campana lo acompañaba al fondo—. Hablaremos luego—Jeon salió corriendo a su próxima clase.
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Kim TaeHyung era aclamado en la escuela por su peculiar forma de ser, por su ingenio a la hora de hablar y por supuesto, su don que hacía la vida de las personas (especialmente la suya) muchísimo más fácil.
