Deseo Concedido

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   Es increíble como la vida puede ser un constante Déjà Vu . Cíclica dirían los historiadores, Kármica los espirituales, destino los creyentes; "una mierda" diría Dean winchester.

Cada vez que algo bueno llegaba a su vida, cada estúpida y maldita vez, terminaba en tragedia.

Pasó con su madre y su padre, a ambos los había perdido por culpa de un demonio hijo de perra que quería ver el mundo arder de la mano de Lucifer (Otro insufrible bastardo egoísta). Bobby, el hombre sabio al que respetaba, quería y admiraba, había muerto a manos de unas criaturas infernales. Charlie, la hermanita que nunca supo quería tener, la perdió por culpa de unos arrogantes imbéciles que se juraban superiores, desafiando las leyes de la vida.

Pero...¿Saben qué era lo horrible de esta historia? La culpa. Por más que Dean intentara pensar (Y autoconvencerse) que las muertes de todos habían sido causadas por los monstruos que los acechaban, en el fondo de su ser, él se culpaba por todas; y dolía. Pero eso no se comparaba en nada a lo que había sentido al ver muerto a Castiel. Lo invadió una desesperanza inaudita, un vacío inmensurable, una desolación sin límites.

¡Era un ángel del señor, por todos los cielos! ¡Ellos no debían morir! Se suponía que eran los soldados de Dios, que eran indestructibles, bueno ...Casi. Precisamente era el "Casi" el que había permitido aquella blasfemia, era ese "Casi" el que había causado que tuviera aquel cuerpo inerte frente a sus ojos.

Odiaba la forma en que yacía en aquella improvisada camilla, le destrozaba no poder ver sus ojos, mirarlo sin parpadear; observarlo de todas las formas posibles. A veces con rabia, otras con desconcierto; y algunas... algunas veces con un sentimiento diferente, algo que no había podido definir, o tal vez no quiso hacerlo, por miedo. En ciertas ocasiones, fue el ángel quien lo había mirado de una forma extraña, cuando eso ocurría, su estómago se había retorcido, sus manos sudaban y respirar se hacía trabajoso. Esas veces, Dean había sentido cosas que lo turbaban; emociones desconocidas que lo invadían de tal forma que él no podía ofrecer resistencia, la única forma en que podía responder era emulando cada una de esas emociones en su propia mirada.

Castiel era su mejor amigo, su compañero, su partner, su hermano...Familia. Pero tenía claro que lo que sentía por el ángel era muy distinto a lo que sentía por Sam, era mucho más intenso, y desafiaba su cordura.

Por supuesto que jamás dijo esto a nadie, porque era algo que ni él comprendía; además iba en contra de todas las leyes de su vida. Pero sobre todo, no dijo nada porque si admitía aquello sería real, y aquel Déjà Vu macabro volvería a cumplirse.

¡Qué tonto había sido! Como si al universo le importara escuchar su patética voz, como si él tuviera alguna influencia en su destino. Su confesión no había sido necesaria, pues de igual manera, y una vez más, le habían arrebatado lo que le importaba.

Fue por eso que lo quemó, porque había perdido las esperanzas; porque se sentía indigno, y para variar, culpable.

Grande fue su sorpresa, cuando un tiempo después, atendió una llamada y se quedó de piedra al escuchar aquella vibrante voz nuevamente. Todas las emociones volvieron a agolparse en su pecho, pugnando por salir, por ser dichas, pero esta vez a voz en grito.

Fue al volver a verlo, bañado en la tenue luz dorada de una farola, que lo supo; no necesitaba palabras... ¡Ya no más!. Necesitaba algo que demostrara todo lo que sentía, que hiciera quedar al universo con la boca abierta; así quizá el Karma se alejara, y el ciclo se rompiera, así tal vez él pudiera por única vez en la vida hacer lo correcto.

Se acercó despacio y lo abrazó, apretándolo contra su cuerpo, queriendo fundirse con ese ser maravilloso que le había sido devuelto, luego de eso esperó pacientemente.

Cavilaciones  One Shot-DestielWhere stories live. Discover now