22. Nuestra libertad

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Me miro al espejo, acariciándome la mejilla con cuidado. Recorro con los dedos la cicatriz de mi frente con la mirada inexpresiva. 

- ¿Has terminado de mirarte? - me giro un poco para encontrarme a Jesús apoyado en la puerta. Vuelvo a mirarme al espejo - Veo que no - le veo acercarse reflejado en el espejo.

- A veces, cuando me miro - comento, sin apartar la mirada del espejo - Echo de menos ser lo que era antes. La chica soñadora que quería apartar de su vida lo que veía la mayor condena de la humanidad, que quería convertirse en algo que no viniese impuesto por su madre - niego - Ahora la gimnasia rítmica ni siquiera existe - me echo agua en la cara - Y ahora estas cicatrices me recuerdan que esa chica ha muerto - me miro las manos - que poco a poco va perdiendo la humanidad.

- Yo veo a una mujer con sus ideas claras - se apoya contra la pared, a mi lado - que defiende la vida por delante de la muerte, que protege a la gente que quiere. No seas tan dura contigo misma María.

Me ato el pelo a una coleta alta.

- Voy a ver a Negan - el timbre de la puerta suena. Ambos nos miramos. - ¿Esperabas visita?

- Quizá sea Negan que viene a desearte los buenos días - bromea. Ruedo los ojos - Voy a ver quién es. Tómate tu tiempo con las reflexiones internas.

Cuando Jesús sale por la puerta me acaricio la mejilla, pensativa. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Voy a condenarme a estar en esta casa sabiendo que Negan está encerrado en una celda?

- ¡María! ¡Es Rick, baja! - me miro al espejo una última vez antes de obedecer y bajar las escaleras. Me encuentro a Rick apoyado en su bastón en el marco de la puerta con apariencia cansada y mirada triste.

Algo se enciende en mi conciencia, algo que llevaba bastante tiempo dormido. Empatía. Rick ha perdido su mano derecha y su habilidad para caminar, somos amigos y yo lo estoy tratando como la mierda por lo de Negan. Sigo sin estar de acuerdo con él, pero bien podría tratarle un poco mejor, hacerle entender mi punto de vista desde el amor y no desde el odio. 

- Rick - saludo con una sonrisa. Me mira unos segundos sorprendido, aunque rápidamente me sonríe también - Buenos días.

- María - saluda - ¿Has podido dormir bien esta noche?

- He podido dormir, que ya es un gran logro - me acerco a él - ¿No pasas?

Niega, haciéndome un gesto para que me acerque. 

- De hecho venía para acompañarte a lo de Negan - ahora la sorprendida soy yo - Ayer estuve hablando con Andrea y te entiendo - me da la razón asintiendo brevemente - Vamos a darle una ducha y ahora mismo Annie le está cortando el pelo - se rasca la nuca - Con lo del bate no estoy muy de acuerdo.

Me lanzo hacia delante y abrazo a Rick, todavía sin creerme lo que ha dicho. Trastabilla un poco pero consigue mantener el equilibrio antes de que los dos nos vayamos al suelo. Espero que nadie me acuse de matar a la gran leyenda Rick Grimes.

Veo de reojo cómo Jesús sonríe, asintiéndole a Rick. Parece que todo el mundo está compenetrado.

- Ayer le dije a Andrea que lo del bate era para comprobar algo - admito, Rick asiente - Realmente no tengo nada que comprobar. Solo quiero...quiero que lo tenga, que se apoye en él.

- Lo sé - se aleja de mí con una sonrisa - ¿Por qué no me has mentido como a Andrea?

- Tú viste su reacción cuando se despertó, hace ya dos años. Nadie puede fingir eso. Sabes que me quiere y sabes que yo no dudo de eso.

Rick comienza a andar y yo le sigo, despidiéndome de Jesús con la mano.

- Te quiere - admite - eso es lo único que me ayuda a no darlo por perdido, que se preocupe de otra persona - se acaricia la frente - Puede empatizar. No es como el Gobernador.

Mi PropiedadWhere stories live. Discover now