7

5.9K 302 24
                                    

Alba

Y me convenció, lo intentamos. Vaya si lo hicimos. Y salió tan bien que dos años después estamos acostumbrándonos a nuestra nueva vida juntas en un piso enano pero precioso en Malasaña.

Ambas seguimos luchando por vivir de la música. Hacemos nuestros conciertos, grabamos algunos temas y parece que cada vez más gente se interesa en nuestras canciones.

Aprendimos la lección, aunque suene a tópico: el éxito es relativo y todo pasa por algo.

Mil veces fracasaríamos en los castings del concurso musical más importante del país si a cambio nos podíamos tener la una a la otra.


Natalia

- Nat. Naaaat - me llama Alba y yo salgo de mi embobamiento-. ¿Se puede saber por qué me miras tanto? - me pregunta desde el otro lado del sofá-.

- Me estoy inspirando. Tengo medio estribillo, pero me falta algo.

- Y lo vas a encontrar mirándome fijamente. Gran método el tuyo.

- ¿Acaso se está quejando mi novia de que la mire? - pregunto irónicamente-.

- Para nada, si quieres me pongo más cerca - responde Alba y se acerca a gatas por el sofá-.

- Si te acercas más no voy a poder seguir escribiendo.

- Qué falta de profesionalidad - bromea y acorta la distancia todavía más-. ¿Ya has compuesto mucho por hoy, no?

- ¿A ti te parece normal romper mi momento de concentración de esta manera? - le pregunto fingiendo indignación mientras dejo la libreta y la guitarra a un lado-.

- ¿Romper? Pensé que era tu musa...

- Y lo eres - sonrío, estamos nariz con nariz y Alba parece tener ganas de guerra-.

- A ver qué te inspira esto - susurra en mi oído y ataca mi cuello-.

- Amor... - ronroneo cerrando los ojos del gusto-. Cómo estamos, eh..

- ¿Qué? ¿Inspirada? - pregunta arqueando una ceja, con una sonrisa pícara-.

- No del todo. Necesito algo más - respondo, lanzándome a su boca-.

- Vaya, habrá que solucionarlo.

-  ¿Sabrás cómo? - tanteo, siguiendo el juego-.

- Se me ocurren algunas maneras - susurra, mientras sus manos se abren paso por debajo de mi pantalón de pijama-.

- ¿Algunas? - repito, mientras me deshago de su camiseta-.

Ella asiente y continúa jugando con sus dedos.

- ¿Del uno al diez cómo de inspirada estás ahora mismo?

- Albi... - gruño, no tengo ganas de hablar, me está empezando a volver loca con sus movimientos mientras yo recorro con mis manos su cuerpo, que me sé de memoria-.

- Si no me contestas paro, Natalia - hace un amago de apartar su mano de mi centro y yo arqueo la cadera en su dirección-.

- No, no. ¿De verdad quieres saberlo? - asiente, le muerdo el labio inferior y la miro desafiante, juguemos-. Un siete. Puedes hacerlo mucho mejor, Alba Reche.

Suelta una carcajada, niega con la cabeza y empieza a bajar por mi cuerpo, dejando un reguero de besos.

- Así que un siete... - susurra con su voz ronca al llegar a mi parte más íntima, se detiene ahí-.

- Alba. Ya, por favor - suplico-.

- ¿Qué? - pregunta a un milímetro de mí, sin llegar a rozarme, mirándome fijamente a los ojos, desde su posición-.

- Te quiero sentir - pido de nuevo con la voz entrecortada-.

- Qué romántica - se ríe, sin mover un músculo -. Un mísero siete me pone...

- Alba, si lo sé no digo nada. Tócame ya - exijo, la tensión de la situación se me hace insoportable. Estoy deseando explotar-.

- Pero no te enfades, amor. Si lo estamos pasando genial - dice tranquila mientras muerde uno de mis muslos como si no pasara nada-.

- Un diez, Alba. Eres un diez. ¿Puedes por favor, acabar con esto? - noto como sonríe victoriosa y suspiro al notar por fin el deseado contacto-. Menos mal.

- Espero que te salga la voz para suplicarme que pare cuando tu cuerpo no pueda aguantar más orgasmos.

Cumple su amenaza con creces y yo hago lo propio hasta que nos fallan las fuerzas.

Acabamos agotadas, abrazo a Alba por detrás, respirando su olor, relajada y en paz. No me imagino un momento mejor que éste.

De repente, me viene a la mente la parte que me faltaba para mi nueva canción.

Cojo el boli con el que estaba componiendo, que se había quedado en uno de los huecos del sofá, y empiezo a escribir en la espalda de Alba, por no deshacer la posición en la que estamos para ir a por la libreta.

- ¿Qué haces, Nat? - gira la cabeza hacia mí, extrañada-.

- Componer.

- ¿En serio? ¿En mi espalda?

- Sí. Acabo de encontrar lo que me faltaba para el estribillo.

- ¿Ves? Si es que no hay nada mejor que una sesión de inspiración, digamos, íntima - sentencia y me saca una carcajada-.

- Al final va a tener razón la musa.

- ¿Me lo cantas? - pide con una sonrisa adorable en su cara-.

Me levanto, me pongo la camiseta que había quedado en el suelo y cojo la guitarra. Me siento a su lado en el sofá y le canto la canción. Veo como su sonrisa se va ensanchando a medida que avanzo, parece que le está gustando. Cuando termino se pone a aplaudir, me coge la cara y me besa con ganas.

- Oye, Eilan Bay, cuando esta canción se haga super famosa, ¿dirás que la compusiste en mi espalda después de un polvo impresionante?

- Sólo si me lo preguntan.

- FIN -

Stupid Love Song | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora