Capítulo 24 " No sabes cuanto me gustas"

29.8K 1.2K 62
                                    

- ¿Qué te pasa hoy, Jo? -me preguntó Amy, embobada mandando mensajes de texto a Chris o quien sea a quien le estuviera hablando.

Esta mañana no es de las mejores que he tenido. Ayer, antes de que llegara Michael, todo era arcoiris y florecitas, pero tuvo que arruinar todo. Esperaba que cuando mi primer beso acabará, despediría a Nick y al día siguiente llegaría por mi al instituto e iríamos a comer como cualquier otro día. Pero, era demasiado bueno para ser verdad.

Tenía la cabeza apoyada en mi brazo, viendo la fuerte lluvia caer en Vancouver. Jey no había venido hoy al instituto (como ayer) y si hubiera venido me hubiera sorprendido que me hablara, porque desde que Nick se fue del instituto ya no me habla. Mil se había ido a coquetearle a alguna chica y Amy no había levantado la vista a la clase por el estúpido celular. Pero claro que el profesor Mcmillihien ni siquiera se había dado cuanta por su avanzada edad y por todo el cansancio que tenía.

- Nada -le contesté cortante, mientras el sonido de los truenos se volvía más intenso. La lluvia caía como fogonazos hacia el suelo y no había ni rastro del sol o el color azul del cielo-. Absolutamente nada.

El timbre de salida sonó y me levanté del asiento para salir rápidamente del aula. Me giré hacía atrás y Amy seguí con su celular, creo que ni se había dado cuenta de que yo ya no estaba a su lado. Fui hacía la puerta principal y miré la lluvia caer antes de yo salir disparada hacía la calle. Cuando ya estaba un poco alejada del instituto, caminé un poco más lento y dejé que la lluvia me cayera. Me relajaba que la lluvia me cayera encima, pero la lluvia de Septiembre es algo fría asi que probablemente pesacaría un resfriado.

Sentí a un carro pararse a lado de mi y la ventanilla bajó para ver a un muchacho. Adam. Puse los ojos en blanco y apreté el paso para que no me siguiera, aunque sabía que eso era algo imposible. Seguí caminando aunque él me pidiera que parara hasta que mi cabeza se canso de escuchar:

- ¡Jossette, espera!

Dejé de caminar y me coloqué en frente de la ventanilla del piloto para ver a un Adam desconcertado pero algo... ¿divertido?

- ¿Qué quieres, Adam? -le pregunté poniendo mis brazos en jarras y pasando mi peso de una pierna a otra por el frio que tenía.

- ¿Hoy el nene concentido no vino por ti? -me pregunté y volví a poner los ojos en blanco que a él le causó gracia-. Escucha, Josie, se ve que te estás muriendo de frio, ¿qué te parece si te llevo a tu casa?

- Mmmh... ¿y qué te parece si me dejas en paz? -me giré y seguí caminando peero su auto seguía avanzando a lado de mi-. Adam, no necesito que me lleves, mi casa queda a unas pocas cuadras.

¿Desde cuando se te da tan bien mentir, Jossette?, pensé.

- No importa. Seguro que si te sigues mojando, atraparás un resfriado -me dijo, y miré todo el caminó que quedaba por delante. Definitivamente quedaba demasiado para llegar a mi casa.

- Está bien -refufuñé y atravesé el auto para llegar a la puerta del copiloto y subirme. Sabía que esto no estaba bien, tenía una mala sensación sobre esto y sabía que me arrepentiría de lo que estaba haciendo.

Le dije a Adam mi dirección y cuando llegamos a mi casa, bajé del auto y caminé hacia la puerta de entrada de mi casa.

Revolví en mi bolso para encontrar las llaves y no las encontré. Toqué y en el momento en el que toqué la puerta, ésta se abrió y mi hermano estaba con el cabello mojado por la ducha, sin camisa y con unos jeans. Definitivamente había echo ejercicio durante estos últimos tres años. Me miró con una sonrisa y sus pecas hicieron que sus ojos grises resaltaran. No había perdido el encanto tampoco.

A single lookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora