Pequeña Bruja

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-Anda golpeame... ¿No es eso lo que querías, bruja maldita?

La morocha apretó los labios en un gesto infeliz, lo último que recordaba antes de despertar en aquella extraña habitación era haber estado entrenando, luego todo se pudo negro. Sabia que se desmayó de cansancio por el exceso de entrenamiento. El Linfocito no tenía reparo alguno al burlarse de su compañera y sabiendo que le molestaría a más no poder, la trajo a su casa para cuidar de ella.

-¡Vaya! No pensé que tus maneras de torturarme fueran tan infantiles.

-Di lo que quieras mujer astuta, no permitiré que salgas de aquí ésta noche.

Dicho eso, el linfocito esquivó el zapato que le fue lanzado a la cabeza, una sonrisa prepotente adornó sus labios y la mujer no pudo evitar sentir rabia al verlo. Se levantó de la cama sabiendo de ante mano que sería un desafío para Killer T, aún se encontraba un poco débil y cansada pero su terquedad aunada a sus ganas de molestar al rubio eran todo el impulso que necesitaba. El hombre hizo una mueca de disgusto, sabía que tenía que darle una lección.

Sin decir nada, el varón se acercó a la morena y se la echó al hombro, ignorando por completo sus insultos y gritos, la tiró en la cama sin ninguna delicadeza. Aprovechando la estupefacción de la mujer, se colocó sobre ella mientras le dedicaba una mirada depredadora y sin una pizca de vergüenza, tomó uno de los senos femeninos, apretándolo.

-¡¿Q-Qué crees que haces, idiota?!

-¿De verdad te atreves a preguntar, NK? Estoy tratando de cuidar de ti pero no me das otra opción, tú sólo entiendes por las malas... Tendré que castigarte...

Dicho aquello, el linfocito sacó de su bolsillo una soga. NK se dio cuenta de que iba muy enserio e inmediatamente empezó a crear un plan de escape en su cabeza, lo cual fue su error pues al distraerse, su compañero aprovechó para ponerla boca abajo para así atarle las manos detrás de la espalda. La mujer trató de forcejear, más fue inútil y en cambio sólo consiguió que el uniformado golpeara su trasero con la palma de su mano.

—NK, te has portado muy mal. Mi deber es disciplinarte para que no vuelvas a comportarte de forma rebelde. Te desmayaste por el cansancio, eso no está bien... ¿Qué debería hacerte primero?

Mientras el líder de los linfocitos hablaba con un porte relajado y hasta serio, sus manos viajaban por el cuerpo femenino sin ningún tipo de vergüenza. Killer juraba que había sentido como temblaba la fémina con sus caricias y eso sólo ayudó a subir su ego, sus manos se colaron por debajo de la ropa de su compañera, acariciando directamente la suavidad de su pecho y provocando que sus rosados pezones se irguieran.

—E-Espera... Sueltame... Esto no es justo...

—¿Por qué habría de ser justo contigo? Siempre encuentras la manera de huir, te paseas tan desvergonzadamente contoneando las caderas y volviéndome loco. Ésta vez serás tú quien tenga que soportar mi tortura.

Apenas terminó de hablar, el sonido de la tela rasgándose fue como una amenaza para la mujer. Su playera había sido completamente destrozada, revelando sus 2 montes. Las manos masculinas comenzaron a descender, logrando que la piel femenina se estremeciera ante su toque exigente. Cuando los shorts le fueron arrebatados, se sintió incluso más expuesta.

—Mira nada más... Estás empapada... Así que te gusta esto ¿Verdad? Entonces te gustará aún más...

NK gritó, había recibido un duro azote. Nuevamente se escuchó el sonido de la palma chocando contra la sensible piel de su trasero y se quejó otra vez, así fue unas cuantas veces más hasta que los sonidos que escapaban de su boca ya no eran solamente por el dolor. Sus bragas estaban empapadas y la humedad escurría por sus muslos. La chica respiraba agitadamente, la cabeza le daba vueltas y le era difícil pensar con claridad. Una sonrisa perversa adornó el rostro del linfocito, sabía que era el momento y comenzó a desnudarse también. Tiró su ropa a un lado y después tomó el elástico de la ropa interior femenina, no se molestó en retirarla y la desgarró.

—¡I-Idiota! Eran... Mis bragas... Favoritas...

—No volverás a necesitarlas... Mientras estés en mi hogar no tienes permitido usarlas...

Volvió a empujarla contra el colchón, le tomó de las caderas y rozó su erección contra la zona intima de la chica, sus instintos eran una putada, al final no pudo evitar penetrarla de golpe. La escuchó quejarse, sabía que le había hecho daño pero la parte más primitiva de su ser le exigía someter a la mujer.

—N-No... No te muevas...

—Lo siento... Pero alguien debe disciplinarte... Quiero que recuerdes ésta sensación... Sólo yo tengo derecho a tomarte así... Te quiero dolorida... Así no olvidarás ésta noche...

Ella iba a protestar, sin embargo sintió como el rubio la llenaba otra vez. Lloriqueó, sintiendo un ardor incómodo que dejaba una leve sensación placentera, nunca había sentido nada igual, su cuerpo comenzó a sentirse cada vez mejor a medida que pasaba el tiempo y fue entonces que al sentir una embestida particularmente fuerte, sus paredes íntimas se apretaron alrededor de él.

—¡Tsk! Me estás apretando... No me provoques...

—Imbécil... No lo... No lo hago... Intencionalmente...

El choque entre ambas células se incrementó, los gemidos y pequeñas quejas de NK predominaban, Killer guió su mano derecha a la intimidad de la chica y comenzó a acariciar su clitoris, logrando estremecer a la morena. El furioso choque entre sus pieles se detuvo cuando finalmente alcanzaron el climax. Se tomaron el tiempo para recuperar el aliento. El rubio finalmente se retiró y procedió a desatar a la fémina, se alejó de ella y después salió de la habitación.

NK se quedó acostada boca abajo mientras se perdía en sus pensamientos. Admitía que el sexo había sido bueno pero esa aparente frialdad luego de terminar era un poco hiriente, estaba a punto de levantarse cuando la tomaron en brazos. Killer tenía una expresión seria en el rostro, por lo que no quiso preguntar a donde iban, parpadeó un poco cuando vio que estaban en el baño, el rubio se metió a la bañera llena de agua caliente con ella, sentándola en su regazo.

—¿Te duele?

—No mucho, sólo arde un poco. Pero... ¿Por qué haces esto?

—Porqué fui un idiota, el que seas tan poco femenina no era pretexto.

—Supongo que tienes razón... Pero aunque odio admitirlo... Eres un caballero a tu modo...

El varón se rió de buena gana, el no se consideraba un caballero pero admitía que podía serlo si quería, envolvió a la mujer con sus brazos.

—¿Quieres quedarte a cenar?

—¿Por qué preguntas eso tan repentinamente?

—Acabo de acostarme contigo después de haberte dado una tunda, no sé tú pero no tengo ganas de echarte de mi casa sin antes haberte alimentado. Eso me haría ver como un patán.

—Está bien... Pero tengo gustos muy finos así que más te vale cocinar bien.

—No te preocupes mujer astuta, no voy a envenenarte.

Ambos se miraron y no pudieron evitar reír, no saben que clase de relación hay entre ellos pero definitivamente era algo agradable.

Trouble MakerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora