No todo es miel sobre hojuelas

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X

Los pocos rayos de la luz del sol que podían atravesar las cortinas hicieron que el multimillonario comenzara a despertar por la molestia en sus ojos. Papadeó un par de veces y se restregó los ojos con una de sus manos antes de abrirlos por completo. A medida que sus sentidos se iban agudizando se iba percatando más de la situación en la que estaba. Un fuerte brazo lo aprisionaba por la cintura, miró a su al rededor y recordó lo que pasó la noche pasada, que estaba durmiendo con Steve. La copiosa y abundante barba le daba unos suaves y satisfactorios cosquilleos sobre su nuca y parte de su cuello. Se estremeció un poco al percatarse del cálido aliento del capitán sobre su piel. 

— Esto no esta bien...— Susurró por la bajo, tomándose de la frente. 

Una parte de él quería salir huyendo de allí, se decía así mismo que era excesivamente peligroso tener esa cercanía con el rubio. Esta bien que la noche pasada se había ablandado un poco dadas las circunstancias y porque sinceramente, aunque odiara admitirlo, no podía ver a Steve tan mal así que tampoco podía evitar terminar cayendo por él. Pero ahora, estaba esa parte de él que quería correr, alejarse, para no volver a salir lastimado por aquel hombre que tanto amaba. Aún no lograba confiar en Rogers y eso también le dolía. 

La presión en su cintura se hizo un poco más fuerte y el calor del cuerpo del capitán lo reconfortó. Suspiró derrotado, se quedaría un tiempo más a su lado, aunque tal vez eso significara poner en riesgo su orgullo y sus sentimientos. Se sentía demasiado bien para levantarse, y además era muy temprano para que él comenzara el día, sólo dormiría en sus brazos unos minutos más. Trató de convencerse así mismo de que sólo era un desliz temporal, pese a que no lo terminaría creyendo, poco a poco fue cayendo de nuevo en un profundo sueño. 

Steve Rogers por primera vez en mucho tiempo se encontraba feliz, risueño, en paz... Ya ni recordaba hace cuanto que no reía así. 

Pensaba que por fin se estaba acercando a Tony nuevamente, que le estaba dando la oportunidad para demostrarle todo lo que lo amaba y necesitaba.

En ese instante se encontraba preparándole un desayuno muy nutritivo para sorprenderlo. Cuando despertó no tenía muchas ganas de levantarse, ya que lo primero que vio al abrir los ojos fueron las espesas pestañas de Stark y lo primero que sintió fue su cuerpo entre sus brazos y su tranquila y acompasada respiración. Volvió a sonreír al recordar los besos que repartió por su rostro y como acarició su espalda y sus cabellos, lo tranquilo que se veía Tony le daba mucha paz. Muy a su pesar decidió levantarse, si bien quería quedarse con él recostado lo que restaba del día, le pareció mejor despertarlo con un buen desayuno en la cama. Tal vez de esa manera, con pequeños gestos como esos, lograría enamorarlo. 

Una vez todo listo, lo colocó en una bandeja con una pequeña rosa que había cortado de su jardín. Esperaba que Tony no se enojara por ello. 

A un paso de la puerta estaba y por un segundo dudó de lo que iba hacer. Es decir, parecía todo muy dulce y cursi para el gusto del ingeniero, tal vez no le gustaran ese tipo de detalles que eran más bien algo antiguo, algo que gente como él acostumbraba hacer. Dudó... pero a los pocos segundos se decidió e ingresó, si Tony lo quería debía de quererlo así como era él, con sus viejas costumbres y todo. Más resuelto entró, encontrándose con que el moreno aún dormía a sus anchas. Se acercó a la cama, sentándose sobre ella con la bandeja sobre sus muslos, y con delicadeza tocó su hombro para despertarlo.       

ℝ𝕖𝕔𝕦𝕡𝕖𝕣𝕒𝕟𝕕𝕠𝕥𝕖 >>>𝒔𝒕𝒐𝒏𝒚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora