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Capítulo | 2

Además de sentir mucho frío por la mañana, esta se ha convertido algo tranquila, cosa que no suele pasar. Desayunamos en silencio, no incómodo, si no, apacible. Pero, lo complicado de esta mañana fué correr por el autobús y no estoy especialmente preparada para eso, pero la ocasión lo ameritaba, iba llegando tarde y los lunes por la mañana tenía clases con la Señorita Walter. Que a pesar de tener ya unos cincuenta y tantos de años, nos hace llamarla así. Me ha reprendido por leer en voz baja frente a toda la clase, no es qué se me hiciera embarazoso o algo asi, es solo que, me agrada molestarla, siempre me escoge a mi, sé que lo hace a propósito y si sigo molestándola termina echándome de la clase, tampoco es que me interesará leer contenido de algún autor literario.

A unos minutos de que el timbre de receso sonará, recorría los pasillos de la gran escuela que me han inscrito hace un misero año. Dejé de ir a la anterior por la simple razón de que mi madre ya no quería que yo estudiará allí, le pareció perfecto que yo terminará mi último año en otra escuela, mi opinión al respecto le importó un pimiento, pero, no es que me haya desagradado la idea, más bien me pareció estupendo, quería estar lo más lejos posible de algunas personas que hacían mi día a día un gran dolor de cabeza. Me he adaptado. Tengo un solo amigo. Llegué a mitad de año el año pasado y todos ya tenían sus grupos formados, quedando en total invisibilidad hasta que encontré a Loyd. Tenemos la misma edad, además que nos llevamos bastante bien, no era de tener amigos, solo amigas las cuales después de cambiarme de escuela dejaron de hablarme. Geniales ¿no?

Cuando el timbre ha sonado, fui por mis cosas al salón de literatura casi por estar vacío, en donde me esperaba una señorita Walter. Para la próxima no dejaré nada y me llevaré mis cosas. Me acerco a mi asiento, agarro mi bolso y me lo pongo en el hombro. Me dispongo a salir sin mirarla pero me pilla al instante.

—Señorita Murphy ni piens... — comienza pero es interrumpida por un alumno que sin pedir permiso entra al salón. Parece algo desconcertado por su actitud y se disculpa por entrar sin avisar. Tenía una carpeta entre sus manos, movía sus dedos juguetones, parecía nervioso. La señorita Walter lo mira con cierta fascinación provocándome un escalofrío en la espalda. El chico la observa a ella y luego dirige su mirada hacia mi, un mechon le cae en la frente. Durante los segundos en los que me observa aprecio sus facciónes finas pero varoniles a la vez. Quito mi mirada de la suya y me dispongo a salir cuando me doy cuenta que la señorita Walter ya no me prestaba atención.

—Señor Jeon... —alcanzo a escuchar cuando salí del salón. El rostro de aquel chico se me hizo familiar, pero no sé donde lo habré visto.

Camino hacía mi casillero a dejar algunas cosas. Intento buscar a Loyd con la mirada, pero recuerdo que a veces por llegar tarde se queda en detención. Llega de pronto a mi lado creyendo que me iba asustar.

—¿Porque te ví en el pasillo esta mañana, Kim? —cuestiona —¿a caso fastidiaste una vez más a la señorita Walter? —se apoya en un casillero a mi lado y espera por mi respuesta, aúnque la puerta no me deja ver su rostro estoy segura que sonríe burlesco.

—Si, Loyd. —respondo cerrando la puerta de mi casillero —Además se fastidia sola, una vez me echó por querer participar en su estúpida obra de teatro —suelto un bufido —, creyó que lo dije de broma.

—Era de broma, ¿no? —inquiere con una sonrisa juguetóna.

No lo decía de broma, en realidad si quería, la actuación me llamaba la atención cuando era pequeña y solo quería ver si podía fluir mis capacidades con aquella propuesta pero simplemente me han cortado las alas. Tampoco era algo con lo que quería dedicarme en un futuro pero si me llamaba la atención entre otras cosas.

—Si. —respondí riendo. Al parecer durmió bien, no tiene ojeras bajo esos anteojos cuadrados. —¿Que tal la noche? —pregunto y comenzamos a caminar por el pasillo.