Capitulo 1

46 4 2
                                    

Capitulo 1

Ojos azules hipnotizantes, curvas delicadas, sonrisa inocente, una mujer de sociedad, con 27 años sobre los hombros y sin ser desposada... la pesadilla de toda madre.

Dasha Emmeril Shuamermann Müller, de 27 años, hija de una de las casas más importantes de toda Alemania, de belleza exorbitante, inteligencia, gracia, educación de primera... ah! pero, solterona.

Así era considerada dentro de la sociedad de mujeres chismosas dentro de la cual se crió. Con el paso del tiempo se había acostumbrado a que los hombres ya no se fijaran en ella, y si lo hacían y le proponian matrimonio, los rechazaba, ya que no creia en los matrimonios falsos, porque solo beneficiaban a una de las dos partes. 

La verdad es que cada vez que asistía a una fiesta estaba a la expectativa de él que pasará esta noche, así como en este momento.

Parada en medio de la sociedad alemana que bailaba alegre, esta vez no importaban clases sociales, ni géneros, ni obligaciones y mucho menos preocupaciones. La joven rubia bebía de su copa con parsimonia, miraba como la gente se divertía y como las parejas escapaban con rumbo al jardín para encontrar la intimidad que necesitaban, fulminaba con la mirada a cada hombre que intentaba asaltar su persona con piropos de mal gusto. Con el paso de los años además de esperar paciente la llegada del hombre con el que pasaría el resto de sus días, se había vuelto un poco amargada, hecho por el cual rechazaba y era rechazada.

Su mirada recorrió todo el salón y al momento que sus ojos se encontraron con unos ojos más hipnotizantes, más poderosos, un par de ojos grises que albergaban seriedad y misterio, un escalofrio le recorrió la espalda. No podían ser otros ojos más que los de Adler Van Ackermann, conde de Brandenburg, un hombre tan imponente como su mansión, misterioso e inexpresivo... mi sueño de adolescente.

- ¿En qué piensas pequeña Dash? -pregunto su alegre cuñada Ylenia, sentándose a su lado.

-Se me está haciendo costumbre verte mirando a la nada con una copa en la mano- Manifestó su otra cuñada Rebecca.

- No pienso en nada. -Dijo sin mirarlas

-Pues piensa en algo, porque lord Molesto viene para acá- Advirtió Becca.

- Mald...- intento decir, pero una mano se interpuso en su boca.

- Buenas noches hermosas damas. –escucho la voz que le daba intensas puntadas en su cabeza. - ¿Cómo se encuentran esta noche?

- Yo me encontraba perfecta hasta que us...- de nuevo la mano de Rebecca cubría su sinceridad.

- Perfectas lord Boloock- Respondió su cuñada.

Cuando algo realmente le disgustaba, como la presencia de ese hombre, su sinceridad - por la que la caracterizaban sus alegados - salia a la luz como un relámpago, rápida, dura e inminente. Y por eso las rubias que siempre estaban a su lado cuando veían que ese lord tenia intenciones de acercarse a Dasha, le cubrían la boca, para que no salieran demasiadas injurias de esos labios viperinos  

La rubia mayor quitó la mano enguantada de la boca de la dama que hacía aspavientos con las manos, pero luego de lo que los labios de la menos expulsaron, pensó que habría sido mejor si no hubiera quitado la extremidad de donde estaba.

-Si el honorable caballero me permite ser sincera, - Comenzó Dasha. - diría que su presencia aquí me mmm...- y ahí estaba la mano nuevamente. El tono en el cual sus palabras - antes de ser cortadas - salieron de su boca, denotaba desprecio y repugnancia, escondidas detrás de un velo de sarcasmo. Propio de la joven rubia.

-Quiere decir que la alegra en demasía haberlo encontrado en esta velada. – Sonrió Rebecca intentando arreglar sus sinceras respuestas acalladas. - ¿No es así Dasha? – La rubia que seguía con una mano enguantada en su boca negó con la cabeza.

En el otro extremo del salón, la figura del "Conde Codiciado" se acercaba al gracioso circulo con determinación y gráciles pasos.

-Que graciosa que es mi lady. - Decía el asqueroso Lord molesto. Pero la aludida no podía prestarle atención, sus ojos estaba en el conde que aceleraba sus pasos con las facciones de su rostro contraídas.

Estaría cometiendo un delito si dijera que la llama que ese hombre que caminaba con decisión hacia ella había prendido durante la adolescencia de la rubia, se había apagado. Un delito total. Porque cada vez que lo encontraba por casualidad en veladas su corazón latía y su respiración fallaba. Porque ya habían pasado varios años desde que el muchacho de apenas 18 años la había conquistado. Ademas de que nunca saldría de su boca que en parte, las propuestas de matrimonio que rechazaba eran porque aún, después de 11 años, seguía enamorada de ese hombre.

- ¿Lady Shuammerman, me concede esta pieza? - al escuchar esas palabras pronunciadas por esa voz tan imponente su mente pensó en 3 cosas: ¡Libertad!, luego ¿En qué me estoy metiendo? y por último ¿En serio esta pasando?

- Disculpe conde, pero lady Shuammerman está ocupada aquí. ¿Verdad? –Negó con la cabeza desesperada, guardando cierta elegancia. Luego de mi gesto, lord Van Ackermann extendió su mano, la tomó y él la dirigió a la pista suavemente.

Sonaba un vals mágico, que ayudaba a la situación, donde su corazón alborotado latía con velocidad, donde sus sentimientos de adolescente resurgían de las cenizas donde las había enterrado, quizá no todo terminaría como un sueño.

Llegamos a la pista cuando otra canción comenzaba, se sumergieron en un silencio sepulcral.

-Sepa aceptar mis agradecimientos, lord. – dijo cuando la balada iba por la mitad.

-Tengo que preguntar porque el agradecimiento, mi lady. –Dijo él.

-Por ayudarme con esa situación agobiante mi lord. Ese hombre es un verdadero dolor de cabeza. - Dijo entronando los ojos, el soltó una risa que hizo que su corazón volviera a ser el de una niña de 16 años.

-Con gusto la ayudaría a salir de muchas más situaciones agobiantes. – Cuando el hombre dijo eso la rubia se sonrojó. Pero se acabo la paz.

Si las canciones duraran tanto como los pensamientos imborrables de la mente, los sentimientos clavados en el corazón... pero no es así, ni siquiera se asemejaban.

-Lady Shuammerman! –Gritó un agitado hombre que llegaba hasta donde se encontraban bailando. -Concédame esta pieza.

-Lo siento mucho lord, pero me siento muy agobiada con tanta gente a mi alrededor. –No lo decía en realidad por las demás personas que bailaban alegres, lo decía por ese hombre de apellido Boloock, que ya empezaba a sacarla de sus casillas. – Con permiso. – Dicho esto se retiro del lugar.

Caminó por los pasillos hasta llegar a un balcón alejado de la multitud que se encontraba en la fiesta. Ya fuera, cerro los ojos y respiro hondo el fresco aire de la noche. Estuvo así los minutos suficientes para calmarse y respirar con normalidad.

- Cuanta razón tenía señorita. - dijo una voz masculina mientras una mano le tocaba el hombro. – Le tengo una propuesta, pero no quiero que se lo tome mal, o como una ofensa hacia usted o su familia.

- Quisiera saber cuál es esa propuesta, lord. - Murmuró.

- Cásese conmigo. 

Dasha... Amor Por Conveniencia.Where stories live. Discover now