4- De la Envidia; la caridad

4.3K 345 573
                                    


Envidia es un sentimiento enojoso contra otra persona que posee o goza de algo deseado por el individuo envidioso, quien tiene el impulso de quitárselo o dañarlo. A diferencia de los celos, que se basan en el amor y comprenden un vínculo de por lo menos tres personas, la envidia se da de a dos y no tiene ninguna relación con el amor. La persona envidiosa es insaciable porque su envidia proviene de su interior y por eso nunca puede quedar satisfecha, ya que siempre encontrará otro en quien centrarse.

**************************

- ¿Cómo vas a protegerla si no pudiste proteger a tu sensei? -

- Cállate - respondió 1146.

- ¿No te haz dado cuenta? No vales nada... Tu maestro murió porque no fuiste capaz de protegerlo -

- ¡No es verdad! -

- Lo es, no eras más que un metamielocito cobarde... ¡Una Macrófaga tuvo que ir en tu auxilio! Eres patético -

- ¡TU ERES PATÉTICO! -

- NO LA MERECES... NO PODRÍAS PROTEGERLA ¡DÉBIL ESTÚPIDO! -

- ¡MUERE! - Gritó 1146 golpeando su reflejo en el espejo, rompiendo el cristal y también su puño. Los cortes del vidrio reflectante cortaron su puño dejando caer los rojos hilos de sangre al piso.
El rojo líquido comenzó a hacer un charco, y del charco comenzó a formarse una silueta familiar.

- ¿No vas a protegerme, señor Neutrófilo? - decía la recién formada AE3803.

- ¡Claro que te protegeré! Te protegeré con mi vida dulce AE ... - respondió el albino del corte en el puño de rodillas frente a la chica, se abrazó a las piernas de la peliroja mientras la chica le acariciaba el cabello.

- Que lindo Señor Neutrófilo... Me vas a proteger, pero ¿Y quién me protegerá de ti? - respondió la peliroja.
El albino alzó la vista a la chica sorprendido por lo que respondió la peliroja. Detrás de ella, el reflejo del albino como si tuviera vida propia.

- ¡No la toques! - gritó el pobre 1146, pero su reflejo sólo sonrió macabramente mientras de una estocada volvía a AE nuevamente un charco de sangre.

- No... Rojita, tú no... Tú no... Tú no me dejes también... - Se lamentaba 1146 empapado en el rojo que alguna vez formó a su amada eritrocito.

Otra maldita pesadilla...

Sólo fue un horrible sueño.

El real 1146 abría pesadamente los ojos, todo había sido una terrible pesadilla. Estaba empapado en sudor frío, abrió el pequeño cajón de la mesita de noche, y tomó el guante robado que tanto quería.

"Te protegeré, a ti no te perderé mi linda AE...".

El blanco nuevamente se dejaba caer en la cama, algo no estaba funcionando bien en su mente desde ese fatídico día en que perdió al ser que más había querido hasta entonces. Era como si en su interior sus instintos primitivos y salvajes tomaran vida propia apoderándose de la situación cada vez que sentía miedo, rabia, ira, o cualquier otro sentimiento negativo. Por otra parte, lo mejor de sí se mantenía a vista y paciencia de todos, sin saber que tenía una batalla interna.
El trauma de la niñez le hizo un quiebre en el alma, la culpa de no haber podido salvar a su maestro y el odio por los antígenos tomaron forma en su reflejo.
Sentía envidia de los linfocitos por ser más favorecidos biológicamente, también de las Macrófagas por ser más fuertes que cualquiera... Pero también enojo. Si los killer  fueran más rápidos y coordinados no le dejarían el trabajo de "infantería" a los neutrófilos, y si las Macrófagas fueran más rápidas en aparecer en escena quizás su maestro hubiera muerto por la edad avanzada y no por un cobarde ataque de antígenos oportunistas. Por ese motivo, él se esforzaba el triple que cualquier otro neutrófilo, él era el mejor. No necesitaba la ayuda de los demás, era toda una leyenda entre los leucocitos, no quería dejar este mundo sin cumplir la promesa que le hizo de niño a su maestro.

Sentido de pertenenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora