De la Pereza; la Diligencia (parte 2)

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El neutrófilo 1146 volvía a cerrar los ojos mientras descansaba en el pecho de su amada Rojita. Jamás antes se había sentido tan indefenso y protegido a la vez, era él un asesino de élite, un soldado blanco que desde su nacimiento fue preparado para matar y resistir... Y ahora, estaba completamente a merced de una de las células más inofensivas del organismo. Bastaba que ella se lo pidiera y saltaría al vacío. Si ella se lo ordenaba acabaría con todos, si ella así lo quería él mismo acababa con su propia vida porque tenía dominio absoluto sobre él y ella siquiera lo sabía.
Ahora, perezosamente recostado en el suave pecho de su amada cediendo al sueño. Desde que salió de la.medula ósea jamás había faltado un solo día a trabajar, jamás se quedó en su cama más de lo debido, más ahora no quería salir de ahí nunca.

"Hakkekkyuu... Despierta, debes despertar. Te amo"

- ¿Hum? ¿Rojita? - el varón se levantó de su cómoda cuna para ver el rostro de la chica, esa adorable sonrisa que lo volvía loco.

"Mi hermosa Rojita, de seguro quieres salir a pasear o algo ... Está bien, pero primero necesito amarte un poco más, solo un poco más para el camino".

- Hakkekkyuu... ¿Todo bien? Tu mirada... - La pelirroja estaba algo confundida con la expresión del albino, si bien no le causaba miedo alguno esa "peculiar" sonrisa ni esa mirada levemente similar a cuando está en servicio, le causaba cierta extrañeza una mirada así sobre ella y más aún en el contexto en que se encontraban.

- Todo bien, todo bien... Pensaba que quizás ya estás aburrida de estar aquí y te gustaría dar un paseo. Pero...-

- Oh, es buena idea. Me gustaría dar un paseo contigo, pero ¿Cuál es el pero? - preguntó ingenua la chica. Esa ingenuidad y absoluta confianza lo ponía tenso, cada vez que hacía algo así le daban deseos de brincar sobre ella y no soltarla jamás.

"Eres demasiado buena para este mundo. Debería encerrarte en una caja de cristal para que nada ni nadie te toque ..."

- Pero... Pero nada, es sólo...-

Una vez más la chica inclinaba lentamente la cabeza a un costado tratando de descifrar la incógnita, parpadeando un par de veces, con esos ojos tan brillantes y dulces. Para el pobre neutrófilo enamorado rayando en la demencia, eso era demasiado. Mientras la pelirroja volvía a repetir el gesto al otro lado notando como el rubor subía al rostro del varón.

- Yo... ah, mi-mira ire-iremos a dar un paseo ¿Si? Pe-pero... Cielos, no puedo con esto ¡Esto es tu culpa! - el neutrófilo se abalanzó sobre la eritrocito sin aplastarla dando un profundo beso cargado de amor y pasión a la chica quien reaccionaba sorprendida. Al romper el contacto por falta de aire, pero sin separarse completamente la pelirroja ruborizada sostenía el rostro del varón.

- Hakkekkyuu, cielos... ¿Pero yo que hice? -

- Lo estás haciendo otra vez... - respondió el varón besando una vez más a la chica confundida.

- ¡Pero yo no sé qué estoy haciendo! -

- ¡Ahí vas de nuevo! ¡No tienes remedio! - respondió el varón fingiendo enojo y replicando el beso añadiendo pequeñas mordidas en el labio inferior de la confundida muchacha.

- Mmmm ♥ ... Hakkekkyuu, N-no sé que estoy haciendo... -

- Y sigues... Eres tan, tan, tan linda... -

_________________♥__________________

El neutrófilo salía de la ducha. Después de saciar su necesidad devorar una vez más a su dulce amada y una ducha rápida entró a la habitación para avisar a la chica que la ducha estaba desocupada, pero sintió un punzón de culpa al ver a la chica. Ahí sobre la cama, dormida, cansada, cubierta con la misma camisa negra que el traía en la mañana.

Sentido de pertenenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora