Cuarta parte

27 1 0
                                    

-¿Sabes para que te llame?- Hablo fuerte y claro, sin titubear ni dudar.
-No- Musite
-Bueno, antes que nada quiero saber el por qué de tu actitud tan lejana en clases, de un día para otro me evades, sales corriendo, en los pasillos te escondes, ya no me hablas, ¿Hice algo mal?- Casarte, eso es lo que hiciste, pensé.
-No profesor, para nada- Respondí bastante nerviosa – No entiendo su interés.
-No lo entiendes!-grito- eres mi mejor alumna, mi favorita, te tengo un gran cariño y de la nada me dejas, juegas y te vas –Una enorme sonrisa se formo, el hablaba rápidamente sin saber la magnitud de sus palabras, pero yo estaba endemoniadamente feliz.
-Discúlpeme, no volverá a pasar- Respondí con la cabeza baja, a pesar de que quería mirarlo, observar cada detalle de su rostro mientas mostraba su gran interés en mí, me sentía especial, nada podía arruinar este momento.
-No tengo nada que disculparte, pero antes debo preguntar algo –comenzó a jugar con su pluma - ¿Puedo hacerla?- asentí levemente –Victoria, ¿Tienes novio?
Me sonroje –Esto se siente como cuando en la cena familiar te preguntan si tienes pareja y siempre dices que no -Reí un poco
- Y ¿te gusta alguien?-
Me sentí tentada a mandar todo al diablo y decirle ''Sí, me gusta usted'' y besarlo contra el escritorio. Pero debía empezar a hacerme la idea de que eso nunca sucedería, debía empezar a dejar de auto ilusionarme.
-Sí- Respondí sincera- Y es el mejor hombre del mundo
-Con que un hombre, pero todos tus compañeros son unos niños –Su miraba penetrante y profunda tan característica de él se hacía presente, inconsciente desvié la mirada, me sentía como un cordero en el matadero.
-No es uno de mis compañeros- respondí con naturalidad y una enorme sonrisa.
-¿Así?- Se acomodo en su silla –Pero dime ¿Qué causo yo en ti?
Me quede paralizada, no sabía que responder, trague en seco, la valentía que anteriormente me acompañaba simplemente se había esfumado, acaricio mi mano y no la quita, sentir su tacto se sentía tan bien, paso sus finas yemas por la conmistura de mis labios, todo era tan extraño, pero tan único tan exquisito dando partitura a un morboso deleite. –No me lo vas a decir –Musito- ¿Por qué estás tan nerviosa Victoria? ¿Acoso es lo que causo en ti?- Su voz era gruesa y grave –Te diré lo ocasiones en mi.
Dejo de hacer las caricias para pararse y caminar con lentitud, haciendo ver una escena perfecta de como un depredador busca de su presa. En un momento estaba frente a mi, tan solo sentí mi respiración agitarse, yo permanecía aun sentada, el se recargo y lentamente se inclino.
-Gracias a Dios, durante todo este tiempo no sabes cuanto ha sido el deseo de poder besar tus labios, por más que trato de buscar consuelo en otros brazos, imaginarme a algo que no seas tú no lo consigo, ¿Qué me has hecho?
En ese momento mis pensamientos estaban vacios, exhale lo más que pude, busque sus ojos y el miro mi boca, lentamente se iba acercando, no lo quise detener sabía que estaba a punto de besarme.
-Sebastian- Fue lo único que pude susurrar.
Su rostro estaba frente al mío, las respiraciones agitadas, mi cuerpo levente inclinado hacia atrás, estaba a su disposición, el momento que más desea estaba por realizarse.
-Victoria- musito muy cerca de mis labios, entre abrí mis labios cuando de pronto.
-Profesor Sebastian 
MALDITA SEA! creo que era alguna profesora llamando a la puerta se separo de mi con brusquedad dejándome de lado mientras se acomodaba la chamarra e iba a abrir la puerta.
-Pero qué bueno que lo veo- sonrió la mujer que lo llamo- Nada más para pedirle la lista del 306.
-Muy bien, Victoria puedes retirarte y mañana me entregas la evidencia.
Sin mencionar nada, acomode mi falda y salí de aquel lugar. 

Mi nueva tentaciónWhere stories live. Discover now