Quinta parte

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Las clases comenzaron, no podía verlo a los ojos, no después de lo de ayer, su forma de caminar me cautiva, aquella camisa a azul la cual se adhiere a sus brazos es perfecta, como toda se vestimenta va a juego, cuidando hasta el más minucioso detalle. Observo cuando coloca su portafolio en el escritorio saca algunos papeles y sin decir nada previamente comienza a pasar lista.
-Bracamontes-Dice a medida que levanta la vista
-Presente-Susurro débilmente, por unos segundos me observa fijamente para después sonreírme y seguir con el pase de lista.
La clase comenzó y sentía su mirada penetrante, la cual no me moleste por esquivar, más bien me gustaba, amaba que me mirara de esa forma, en esas dos horas se acercaba a mi lugar, acariciaba mi mano y sonreía, mi cuerpo estaba candente, en una danza de morbosidad frenética, daba gracias a los dioses, porque él no sabía lo que yo sentía todo guardado en un perfecto secreto.
-Pueden salir- Hablo en voz alta-Victoria, te espero en mi oficina.-Dijo y salió del salón.
Trague en seco, lo vi irse, sin decir nada rápidamente comencé a caminar, no puedo mentir, tenía muchos nervios, puede ser que me llamo para aclarar lo de ayer o tal vez para darme una charla y decirme que no me quiere en sus clases, pensé en un millón de posibilidades, todas dando vista a algo completamente trágico. Llegue a la oficina, acomode mi camisa, revise por última vez mi atuendo, la puerta estaba entre abierta, tal vez fue la ansiedad que sin tocar abrir la puerta, detrás de mí la cerré, la habitación estaba a oscuras.
-Es de mala educación no tocar la puerta señorita Bracamontes- Susurro en mi odio, cuando de pronto posiciono sus manos en mi cintura. No lo niego me sobre salte –Relájate- Hice caso, todos mis sentidos fueron descansando aun que mi corazón parecía salir de su lugar-Ayer dejamos algo pendiente.
Comenzó a caminar, hasta que llegamos a una pared, estábamos en silencio de mi boca no salía sonido alguno, tan solo nuestra respiraciones agitadas, tan solo pasaban preguntas por mi mente ¿Cómo llegue hasta aquí? ¿Qué me impulso a hacerlo? ¿Está mal? ¿Qué debería hacer? ¿Y si aun no es el momento? cuando con las siguientes palabras callo mi mente.
-No sabes cuánto tiempo llevo deseando esto.
Siguió, yo estaba recargada en la pared y el frente a mí, mis músculos temblaban, la boca la tenia entra abierta, aspire su aroma, era exquisito, él coloco su cara en mi cuello dejando un recorrido de besos húmedos suaves, mientras que me acariciaba los costados del abdomen, recorrió desde el cuello hasta el ovulo de mi oreja el cual mordió levemente, provocando que saliera él primer gemido, puse mis manos en su pecho y latamente lo recorrí, estábamos en toda nuestra gloria, dispuestos a todo.
-Sigue-susurre lento.
De pronto me besó, un beso apasionado, lleno de deseo envuelto en las paciones más ocultas, las caricias eran más pronunciadas y con descaro, me encantaba se sentía tan perfectamente bien, no sé cómo pero sus manos están debajo de mi blusa, acariciando mi piel desnuda, no digo nada, bajo la vista y logro ver la pronunciada erección que se esconde en sus pantalones de mezclilla, quito mi mano de su espalda y bajo para presionar un poco aquello que se esconde en sus pantalones.
-Hazme tuya- Susurro con voz sensual en su odio
-Di mi nombre- Pide, mientras se separa de mi y observa mis labios, levanto un poco la vista después de morderme el labio digo.
-Hazme tuya señor Sebastián
Toma mi mano para llevarme al escritorio y sentarme en el, concentrado comienza a acariciar mis piernas suavemente y ya logra estremecerme solo con una caricia, sube sus manos hasta mi trasero y sonríe al notar como inclino mi cabeza hacia atrás liberando un gemido Sebastián observa detenidamente todo mi cuerpo y comienzo a sentir vergüenza, pero antes de que me rodee el cuerpo con los brazos, él levanta mis piernas apoyando cada pie en los reposabrazos y la excitación supera la vergüenza, ya no me importa nada, sólo lo quiero a él, quiero que lleve a cabo su proposición.
Ahora besa mi pierna izquierda subiendo lentamente hasta la parte interna de mi muslo, yo me preparo, pero se detiene y comienza la misma tortura con mi pierna derecha. Al llegar al borde de alto de esta se detiene y me mira, no sé qué cara tendré porque se ríe, me guiña un ojo y baja la cabeza a mi entrepierna. Besa ese punto de nervios que tan bien conocen sus dedos y yo sólo me dejo llevar. Baja unos milímetros más y su lengua roza los labios de mi sexo, comienza lento y pausado hasta que yo agarro su pelo como señal de que quiero más. Entiende mi mensaje e introduce su lengua más a fondo. Sale un gemido de mi garganta y aumenta el ritmo. Cuando estoy a punto de llegar al éxtasis se detiene. Sonríe seductoramente y dice.
-Es hora de despertar
Abro los ojos de golpe, estoy en mi cama, bañada en sudor, la respiración agitada y el cuerpo casado.

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⏰ Last updated: Nov 28, 2018 ⏰

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