13.- Nosotros

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Gabriel apretaba repetidas veces el botón de llamada del ascensor, ansioso porque llegara hasta ellos, mientras besaba entre risas a Renato en el hall de su edificio. Este le daba besos cortos en la boca mientras sonreía marcando esos hoyuelos suyos que le hacían parecer un nene travieso. Eran las siete y media de la mañana, tenía sueño, frío y se le partía la cabeza por la incipiente resacada de esa misma noche. Pero estaba feliz. Realmente feliz.

Las puertas del ascensor se abrieron y los dos entraron dentro entre risas y besos, pulsando a tientas el piso de su departamento.

-¿Viste la cara del taxista?- Preguntó Renato divertido.

-Creo que no esperaba recoger a un pibe medio desnudo a estas horas.

Renato sonrió y comenzó a hacerle cosquillas con la punta de la nariz en su cuello, recorriendo su clavícula y llegando a los hombros.

-Te dije que si querías te devolvía tu camisa.

-Entonces el pibe medio desnudo hubieras sido vos.- Razonó Gabriel sintiendo las caricias del menor.- Y no quiero compartir esa visión con nadie... Ya no.

Renato sonrió y le dio un beso en el hombro derecho al mismo tiempo que el ascensor llegaba a su destino. Gabriel buscó las llaves en los bolsillos de su pantalón, permitiendo que Renato siguiera dejando besos por su espalda y acariciara su pecho con las manos mientras abría la puerta.

-¿No tuviste suficiente por esta noche?- Preguntó divertido.

-¿De vos? No...- Renato le rodeó el cuello con los brazos mientras cerraba la puerta tras ellos con el pie.- Además, está amaneciendo... Es un día nuevo, el contador está a cero.

-Tenés que dormir algo... queda mucho día por delante.

A Renato se le iluminaron los ojitos al escucharle.

-¿Hoy no trabajás?

-Le cambié el turno a Matías... Hoy soy todo tuyo.

-¿Todo mío?

-Todo tuyo...

Gabriel lo besó, apretándolo más contra él y cerrando los ojos con fuerza, disfrutando de esa boca que tanto había ansiado volver a tener entre sus labios. Acarició su cara con devoción y sonrió en medio del beso.

-¿Qué?- Preguntó Renato desconcertado.

-Todavía tenés glitter en la cara...

-Mirate...- Dijo Renato mientras se intentaba limpiar los restos.- Vos todo un galán de novela hasta con resaca y yo un pendejo sucio y todavía algo borracho que no tiene ropa limpia propia.

Gabriel agarró los extremos de su camisa negra, que todavía llevaba puesta el menor, y lo atrajo más hasta él.

-Vos no te hacés una idea de los que sos, ¿verdad?- Preguntó Gabriel disfrutando de mirar cada milímetro de la persona que tenía delante.

Ese pendejo insufrible y provocador era un deleite hermoso para los ojos de cualquiera y él no lo sabía.

-Y... Sé que tengo levante pero...

-Salame... Vení acá.- Dijo Gabriel volviéndolo a besar.- Estás tan lindo con mi camisa negra...

-¿Entonces no te la devuelvo?- Preguntó coqueto.

-No sé... Yo había pensado en una ducha caliente los dos juntos antes de dormir un rato...- Gabriel seguía jugando con el extremo bajo de la camisa.

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