|Capitulo 3|

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N/A: ¡Hola!
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Capítulo 3

No sabía con certeza si reírme o poner cara de pena. Realmente, el rostro de Jason, me hacía bastante gracia, pero no podía soltar a reírme y hacerle ver que todo ese numerito fue un plan para tener su atención.

Quedaría como una loca, y eso no era lo que quería.

Mordí mis labios como si estuviese muy avergonzada, al mismo tiempo que juntaba mis manos por delante de mi estómago. Un gesto que si se miraba detenidamente podía verse como uno de nerviosismo.

—Lo siento. No fue mi intención —me disculpe de inmediato. Él me miró, frunció el ceño y luego miró la bebida derramada sobre su sudadera. Intentó limpiar algunas partes donde había caído con sus manos pero no lo logró. Lo que si logro fue regarlo más. Fruncí los labios, cuestionándome si había actuado bien, y desde aquella perspectiva, donde lo había llenado de vodka la culpabilidad se instaló en mi pecho.

Me sentí mal. No debí hacer eso, solo para tener su atención, pero en mi defensa, había obtenido al menos un grito por parte suya. Quizá debí pensar mejor las cosas y buscar una forma menos...llamativa de querer tener su atención. Si, lo sabía. Era señorita impulsos y en ciertos momentos me odiaba por ello.

Pero ya todo estaba hecho. No había tiempo para arrepentirse.

—Está bien — él suspiró con fastidio y luego me miró. Rodó los ojos con verdadera molestia. Me dio una mirada antes de cruzar por mi lado y desaparecer por un callejón oscuro. ¿Esa era todo?

Me quejé en voz alta, y solté una maldición.

Pensé que Jason se pondría más paranoico, más molesto, pero evidentemente eso no fue lo qué pasó. Como todo, que hiciera eso solo no le importó.

Me quedé allí de pie, muda, con las manos entrelazadas entre sí, sonriendo como la estúpida que era. Preguntándome qué demonios había hecho. Ahora de seguro más que su atención tendría su odio. No era eso lo que quería, no sé, qué me miraba mal, sí, pero que de igual forma se quedara suficiente tiempo para disculparme, entablar algún tipo de conversación con él, o no sé.

—Mierda —gruñí molesta, pateando el árbol donde Jason había estado hacia unos segundos. Suspire con derrota, casi podía escuchar a Adela decirme que yo no aprendía. Casi podía escucharla diciendo...

— ¡Es un maldito idiota! —esa era la voz de Adela y sonaba justo detrás de mí. Me giré solo para encontrarla con los cabellos revueltos y los ojos rojos. Fruncí el ceño cuando no comprendí lo que había dicho y porque se encontraba en aquel estado. Me fijé en que tenía el vestido estrujado, traía los tacones en las manos, y se veía como una auténtica loca salida del más horrible y pobre manicomio.

Y desde mi posición vi el maquillaje regado por toda su cara.

Ella llegó caminando hasta donde estaba con rabia, podía ver cómo los orificios de su nariz se dilataban a medida que soltaba respiraciones pesadas y molestas. Parecía el muñequito rojo de intensamente. Ese de la película de las emociones.

— ¿Que carajos te sucedió? —la evalúe de nuevo. Mirándola de arriba abajo con verdadera confusión. Ella suspiró y juro que creí escucharla soltar un sollozo. Aquello era nuevo, Adela nunca lloraba, por nada ni por nadie. Algo malo le había sucedido. Fruncí los labios, Adela se veía miserable, y ella nunca se permitía verse en ese estado. La única y última vez que la había visto así, fue esa noche. Y definitivamente eso no era algo que quisiera recordar.

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