Hallelujah

792 67 1
                                    

Apenas tengo oportunidad de descansar un poco y voy a mi oficina. Me siento en mi silla y saco mi teléfono para marcar su número pero me manda a buzón, así que le dejo un mensaje.

—Nick, cariño, soy yo. No he tenido noticias tuyas, así que espero que estés bien. ¿Cómo va la gira? Me imagino que siguen presionados por la grabación del disco. Llámame cuando tengas oportunidad... te extraño.

Cuelgo porque siento un nudo en la garganta. Hace dos meses que Nick se fue y hace unas tres semanas que no recibo ni un mensaje de él. Sé que me llamará pronto y esta angustia que siento va a disiparse tan pronto como escuche su voz.

Regreso de nuevo a la barra junto a Sean, quien para variar platica animadamente con dos chicas jóvenes, seguramente de primer año de la universidad.

—Corrupción de menores... —le susurro al oído con tono de burla.

Se endereza para verme y frunce el ceño. ¡Te atrapé idiota! Recojo un par de vasos más y los lavo. ¿Me molesta que mi mejor amigo sea mujeriego? No, siempre y cuando mantenga sus manos lejos de Phoebe.

Otra noche exitosa llega a su fin y estoy deshecha. Afortunadamente para todos, mañana es lunes y es nuestro día de descanso por lo que solo recogemos un poco antes de salir y todos empiezan a retirarse. Sean y yo somos los encargados de cerrar mientras los chicos se despiden, pero por supuesto que apenas volteo cuando Matt ya está a mi lado.

—No te olvides de mí —me dice y sonríe.

—¿Cómo olvidarte? pareces mi sombra.

—No eres muy amigable, ¿cierto? —arquea la ceja.

—Nop —le digo sin mirarlo.

Caminamos rápido las 6 cuadras hasta mi departamento y cuando llegamos Matt va directo a la ducha. Yo estoy tan cansada que sólo me pongo mi pijama y me quedo dormida sobre las cobijas.

Otra vez ese delicioso aroma... comida. Me levanto rápido y veo el reloj, pasan de las 10 de la mañana. Tomo mi ropa y me meto directo a la ducha, ignorando el ruido en la cocina.

—Buenos días dormilona —dice Matt cuando me ve salir recién duchada.

—Buenos días —le digo pero estoy viendo el desayuno— ¿qué estás haciendo?

—Omelette de queso y fruta con yogurt —yo ruedo mis ojos y él se ríe.

—¿Fruta? Eso es para que distraigas a tu estómago hasta que llegue la comida de verdad —gruño.

—No amor, vas a comer fruta, tu omelette y jugo de naranja... —pone el vaso frente a mi— empiezo a creer que el café te pone gruñona.

—¿Qué? ¡Claro que no! No te metas con mi café —me levanto y enciendo la cafetera —¡bendito café!

Matt sonríe y niega con la cabeza. Se sienta en un banco frente a la barra y trae cátsup para su Omelette. Yo lo miro como si fuera un bicho raro y frunzo el ceño.

—¿En serio aprendiste tú solo a cocinar? —le digo para cortar el silencio incómodo.

—Es una larga historia, ¿de verdad quieres saberla? —me mira con los ojos entrecerrados.

—¿Tienes algo más importante qué hacer? —le digo sonriendo.

—Bien... como ya te había dicho, mis papás se divorciaron cuando yo tenía como 12 años. Mis padres son médicos en un hospital de Tennessee, así que de todas formas nunca nos veíamos mucho. Mi mamá trabajaba el turno de la mañana y mi papá el de la noche, y a mí me tocaba cuidar a mi hermano Joey. Cuando se divorciaron, mi mamá se llevó a mi hermano a la casa de mi abuela y yo me quedé con mi papá. Mi papá trabajaba toda la noche y dormía de día, así que me dejaba dinero para la escuela y la comida del día. Yo compraba la comida y le guardaba para que él también comiera. Pero empecé a aburrirme de pasar las tardes solo, así que veía programas de cocina en la televisión y practiqué.

—¿Y tu papá no se daba cuenta del desastre que hacías? —le digo acabando mi omelette.

—No —suspira— nunca lo notó. Incluso dejé de comprar comida y la preparaba yo. Como seguí guardando comida para él, asumió que yo seguía comprando y me dejaba más dinero. Así que... Me inscribí a clases de guitarra, luego a piano, batería y armónica.

—¿Y cuando lo supo? ¿Qué te dijo?

—Nunca lo supo, o por lo menos nunca me reclamó. ¿Sabes qué es lo más gracioso? Que si vas al hospital en cambio de turno los encuentras juntos, desayunando o cenando. De alguna forma siguen actuando como si nunca se hubieran divorciado.

—Solo que viven en casas diferentes —me río.

—Si, solo eso.

—¿No querían que fueras médico como ellos?

—Supongo que sí, pero cuando les dije que quería estudiar comunicación me apoyaron — se encoje de hombros.

—¿Y dejaste la escuela por la música?

—¿Qué? No... Terminé mi carrera pero al mismo tiempo formamos la banda y tocamos los fines de semana. Cuando nos graduamos quisimos seguir en la banda y pues...

—Humm, eso no me lo esperaba —le digo y se ríe.

—Bueno, basta de interrogarme y ahora háblame tú de tu familia— se gira para verme.

—Nop —me levanto del banco— es hora de dormir otro rato.

Me levanto y le sonrío antes de salir corriendo a mi habitación. Estoy un poco asombrada de mi misma, ésta es la conversación más larga que he mantenido con alguien en... ¿semanas?

Comí tan rico que ahora lo que quiero es abrazar mi almohada y dormir otro poco. Espero que él encuentre algo que hacer para que me deje dormir.

Apenas me acomodo en la cama y cierro los ojos, cuando escucho la maldita guitarra...

(...) ...But baby I've been here before,
I've seen this room and I've walked this floor,
You know, I used to live alone before I knew ya,
And I've seen your flag on the marble arc,
And love is not a victory march,
It's a cold and it's a broken Hallelujah... (...)


Canción en Multimedia:

Jeff Buckley - Hallelujah

Someone Like YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora