Can't Change Me

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Cuando me baja junto a la mesa mi cara está roja. No solo porque me llevó de cabeza sobre su hombro, sino por la vergüenza de ser vistos en esta situación tan incómoda.

Antes de verlos, siento sus miradas y los escucho reír. Matt sonríe y trata de acomodar mi cabello alborotado con sus manos.

— Ya suéltame — le gruño bajito.

— Buenos días pichoncitos — se ríe Sean.

— Buenos días — Matt se gira para chocar su puño con los chicos.

— Buenos días — saludo un poco apenada.

— Los estábamos esperando — dice Wilson y nos sentamos.

— Hace frío — Matt encoje sus hombros.

— Pensé que no vendrías — me dice Mark que está sentado junto a mí.

— Te dije que lo intentaría — le sonrío.

— Pedimos el desayuno especial para todos, espero que no les moleste — dice Phoebe.

— Está bien — digo.

— ¿Café? fiera — señala Sean una taza.

— Idiota — le susurro — gracias.

— Entonces — habla Erik — deberíamos rentar una casa para nosotros.

— Sería lo mejor — contesta Wilson — así no molestamos más a tu primo.

— Quién lo diría, el tonto quiere casarse y sentar cabeza — Mark niega con la cabeza.

— ¿Y eso es malo? — dice Phoebe curiosa.

Todos voltean a verla y Wilson abre mucho los ojos por la sorpresa. Aprieto mis labios para evitar reírme, tiene que admitir que se lo advertí.

— No, no — dice Erik — solo nos sorprende porque es muy joven, apenas va a salir de la universidad.

— Cállate bro — le susurra Wilson.

— Olvida lo que dije sobre ser buen chico — se ríe Mark a mi lado.

Dos camareras se acercan con charolas grandes. Una pone los platos de huevos con tocino y papas frente a nosotros mientras la más joven revolotea a nuestro alrededor sirviendo jugo en los vasos.

— Disculpen que los moleste, pero mi hija los reconoció cuando llegaron. ¿Les importaría tomarse una foto con nosotras antes de irse? — dice la señora.

— Será un placer — dice Erik.

— Yo vengo muy seguido y nunca me han pedido una foto — se queja Sean.

— Tú no eres famoso, tonto — se ríe Phoebe.

— Entonces debería unirme a la banda, para conocer chicas y eso — arquea la ceja.

— ¿Tocas algún instrumento? ¿Cantas? — pregunta Wilson.

— No, pero debe haber algo que pueda hacer — pone su mano en su barbilla.

— Tienes razón, puedes ser la mascota de la banda — digo sin pensarlo.

— ¡Oye! — Me gruñe — ¿de qué lado estás? ¿Viniste a pelear conmigo?

Levanto mi vista a él y frunzo mi ceño apretando mis labios para contener las ganas de insultarlo.

— A mi no me mires — dice Matt — Yo te pedí que nos quedáramos en la cama.

Abro mucho los ojos por la sorpresa y me giro para verlo. De nuevo me siento acalorada y roja de vergüenza pero el idiota solo sonríe y me guiña un ojo.

— ¿Y bien? ¿A dónde vamos ahora? — dice Mark cuando terminamos de desayunar.

— ¿Al parque? ¿Cine? ¿Zoológico? — dice mi hermana.

— Salgamos de aquí primero, luego vemos eso — dice Matt y se levanta.

Erik y Matt se acercan con la señora detrás del mostrador a pagar la cuenta. Voltean hacia Mark y Wilson para indicarles que se acerquen, al parecer es enserio lo de la foto.

La hija de la señora sale de la cocina y corre junto a los chicos, situándose en medio de Matt y Wilson, mientras la madre toma la foto.

Phoebe pasa su brazo por mis hombros como gesto conciliador y yo apoyo mi cabeza sobre la suya.

— ¿Y qué vamos a hacer? Todo lo que considero diversión incluye alcohol — dice Sean.

— No podemos beber, tenemos trabajo más tarde, debe hacer otra cosa — digo sincera.

— Vayamos hasta el parque Humboldt.

— ¿Estás loco? Eso queda a más de 20 cuadras y hace frío — le gruño.

Nos despedimos y salimos del restaurante. Nos paramos en la acera sin saber a dónde ir pero Sean retoma su idea de ir al parque. Los chicos parecen emocionados a pesar de la gran distancia que vamos a caminar.

Sean, Mark y Erik caminan adelante, guiando. Wilson y Phoebe detrás de ellos, abrazados y sonrientes. Matt toma mi mano para caminar detrás de ellos, pero el viento frío hace que esconda mi cara en su brazo.

Él sonríe cuando me ve y suelta mi mano para pasar su brazo por mis hombros. Yo apoyo las manos en su pecho y él se inclina hacia mí para dejar un corto beso en mis labios. Intento separarme pero no me deja y su brazo me sostiene más fuerte de los hombros, acercando mi cara a su pecho. Ruedo los ojos, me está protegiendo del frío.

Y aunque me resisto, el frío me convence de permanecer en esa posición junto a su pecho. Cierro los ojos para inhalar su aroma, confiada a que él guía nuestros pasos.

Ni siquiera soy consciente de cuántas calles cruzamos o si aún seguimos a los chicos. Su cálido pecho me recuerda mi confortable camita.

— ¿Falta mucho? — Escucho la voz de Wilson — tengo más frío.

— Vamos al departamento de Sam — ordena mi hermana.

¡¿Qué?! Abro los ojos de prisa para vernos caminar a la central de taxis. Por supuesto tenemos que viajar en dos, porque somos muchos.

Phoebe, Wilson, Sean y Mark suben en el primero. Erik, Matt y yo en el otro taxi, yo en medio de ellos.

Cuando llegamos a mi departamento, se acomodan en la sala mientras Phoebe va a la cocina a preparar chocolate para todos. Me siento en la silla de la barra mientras observo a Matt curioseando en el librero.

— Ya nadie usa Cd's — dice sacando algunos.

— Yo los uso, mi estéreo es de cd's.

— Ayer dijiste que yo era sonriente y positivo — me mira serio — pues bueno, tú eres enojona y negativa, además de anticuada.

Enciende mi estéreo y pulsa el botón de reproducir. Los acordes de la guitarra hacen que sus amigos volteen en su dirección.

— Cierra el pico, es un clásico, y sube el volumen — le grito.

Matt lo hace y me mira de nuevo. Y yo le devuelvo la mirada mientras repito la letra de otra de mis canciones favoritas.

(...) Wait just one minute here
I can see that she's trying to read me
Suddenly I know

She's going to change the world
She's going to change the world
She's going to change the world
But she can't change me
No, she can't change me... (...)

Canción en Multimedia:

Chris Cornell - Can't Change Me

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