~El río.

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~Heronstairs~

James Carstairs tenía el cabello negro. Era brillante y suave, y también era diferente a como cuando era joven. La segunda vez que fue joven.
Sentía que estaba soñando, todo parecía irreal. El cielo oscuro se aclaraba con la luna y las estrellas, lineas blancas se dibujan en el firmamento como nubes alargadas que no debían estar ahí.
Había arboles a su alrededor, el suelo estaba cubierto de ramas y hojas secas, varias rocas se esparcian por todos lados.
Jem observó que sus pies estaban desnudos, y tenía ropa que no había usado hacia tanto tiempo pero se sentía comodo, más como él mismo. No llevaba sus armas, pero tenía sus runas. El ruido de pisadas lo alertó, trato de seguirlas pero no sabía de donde venían, sus pies quebraban las hojas y por alguna razón el olor de ese bosque le era familiar. A té, como lo preparaba Sophie en el instituto de Londres. El fuego de la biblioteca, cuando se sentaba a leer un libro y Jessie lo ignoraba categoricamente, al perfume de Charlotte cuando lo abrazaba tras reponerse de una mala noche, a los inventos de Henry. Olía a heno y tambien a los caballos, incluso reconoció el aroma de los hermanos Lightwood y de Cecily. ¿Por qué todos esos olores se combinaban? Pero mientras más caminaba más podía recordar a Londres de 1800. Incluído el dulce aroma de Tessa, pero pensar en ella en ese momento le traía una alegría diferente, era la Tessa de Will, la chica que se había casado con su parabatai, la Tessa que había tenido una vida plena con dos hijos y todos sus amigos en Londres, los mismos amigos que habían acompañado a Will en su larga vida. Will. Pensar en él era doloroso, no importaba la vida feliz que ahora tuviera, no importaba que estuviera con la mujer que amaba ni con los hijos que adoraba, nada llenaba el vacio que en su corazón se arremolinaba, nada ni nadie podría arrebatar el dolor de no tener a Will con él, de compartirle su felicidad.
Una nota de violin llenó el aire, la única nota que su parabatai había logrado afinar. Su corazón temblo, y lo recordó.
La habitación apenas iluminada de Jem, y Will sentado en la cama limpiando una larga espada, mientras Jem tocaba una pieza recien aprendida.
-Podrías dar conciertos para toda la Clave-dijo Will, sin alzar la vista.
-La Clave no tiene tiempo para conciertos, Will, por eso tu eres mi público-contestó Jem, sin dejar de tocar.
-¿Es eso o por qué parte de ser tu parabatai implica ser el torturado de tus desafinadas notas?
Jem sonrió y dejó de tocar.
-Nunca podría estar más desafinado que tu.
-Te equivocas, James. Yo sería un gran músico.
Jem le tendió el violín.
-Entonces, toca-dijo.
Will, sin ninguna duda, tomó el violín y lo acomodó como Jem siempre lo acomodaba, cerró los ojos y empezó a tocar.
Fue terrible. Jem se cubrió los oídos cuando además de tocar, Will empezó a cantar a gritos. Charlotte entró a la habitación y los regañó por el escandalo, suplicandole a Jem que no volviera a dejar su violín en manos de Will.
Los dos se rieron por mucho tiempo, y la risa se convirtió en carcajadas cuando Sophie pasó frente a la habitación hablando sobre la poca consideración de los "niños de la casa". Jem sin embargo, tomó las manos de Will y las acomodó en el instrumento.
-Voy a morir un día, William, y tendrás que ser tu quien atienda este violín-había dicho.
Will lo miró con el dolor escrito en sus ojos, tomó a Jem de los hombros, olvidandose del instrumento y lo miró directo a los ojos.
-Voy a luchar contigo para darte una larga vida, Jem. Y serás tu quien afine este violin siempre, serás tu quien toque una melodía en mi lecho de muerte, lo harás, ¿acaso no lo harás, James?.
Jem sufría más por la determinación de Will para mantenerlo con vida, que por estar a un roce de la muerte.
-William, ¿cómo puedes pedirme algo que no podré cumplir? ¿Es esta tu forma de torturarme como torturas a los demás?
-No te torturo-Will tomó el violin- enseñame entonces una sola nota, Jem. Solo una, y te darás cuenta que eres tu quien debe tocar para el descanzo de mi alma y la tranquilidad de mi mente. Mi muerte debe ser tragica y dolorosa, tal como lo merezco, pero aun pido misericordia al ángel para que tus manos atrapen la música del cielo y me inunden de paz en mi último respiro, ¿harías eso?
Jem lloró en su interior por las palabras de su amigo pero le enseñó una nota, solo una.

Jem, quien no había dejado de caminar, escucho el ruido de un rio contra rocas. Y sus ojos se llenaron de lagrimas mientras su corazón brincaba, de la mano con su alma.
¿Cómo podría olvidar la promesa que había hecho? Nunca lo hizo, pero realmente creyó que le tomaría siglos ser capaz de cumplirla, los siglos que vivían los hermanos silenciosos, pero era él un humano ahora. Pensó que la misericordia del ángelo lo había alcanzado y fue un regalo que todos los día agradecio, y que en ese momento lo regocijó. La espera había acabado.
-¿Jem? ¿Eres tu? ¿Mi Jem?
-Soy yo, William.
Will abrió los ojos y dejó de tocar la única nota de violín. Su ropa era simple y estaba impecable, su cabello negro despeinado y sus brillantes ojos azules brillando en la oscuridad.
Will se acercó a la orilla del río y extendió la mano. Le tomó a Jem un segundo recomponerse de la impresión. Sus piernas se hundieron el agua fría y avanzó, cuando estuvo lo suficientemente cerca, tomó la mano de Will.
-Es un sueño extraño-dijo Jem.
-No es un sueño-dijo Will.
Tras más de siglo y medio de desearlo, Jem abrazó a su parabatai, se hundieron en la dicha de estar juntos de nuevo y de ser capaces de tocarse el uno al otro. Para ambos fue una nueva forma de nacer, una flama se encendió en su interior y pudieron sentir la runa que los unía quemar en su piel, ardiendo de nuevo, uniendolos como siempre habían estado.
-¿Es aquí donde has estado siempre?-preguntó Jem.
-No, he estado siempre contigo Jem. Tomé tu mano cuando el fuego celestial te curó, estuve contigo en tu boda y he cuidado tan bien como he podido a tus hijos desde esta vida. Lo hiciste, Jem, me diste el último aliento de paz en mi muerte y aun si no lo hubieses hecho, yo siempre me quedaría a tu lado.
-Y nunca creí que pasaría realmente, verte morir antes que yo.
-Pero no estamos muertos-sonrió Will-, no realmente, porque aún existimos en el mundo en aquellos que nunca nos olvidaran. Y porque existe el otro lado del río y es aquí, sin yen fen, sin maldición.
-¿Es real?-preguntó Jem, observando cuan grande se veía la luna.
Will se encogió de hombros.
-No lo sé. Tal vez solo somos polvo ahora, pero estamos aquí, y podemos esperar a que el mundo gire de nuevo y el rio se seque estando juntos.
Jem reconoció a su amigo, a su parabatai, la parte de su alma que vivía en el cuerpo de Will, que era el mismo. Lo reconoció en la sonrisa dedicada solo a Jem, lo reconoció en sus palabras, en su expresión liviana y hasta descarada.
Se sintió libre de aquella enfermedad como nunca lo había estado, se sintió libre de gritar y brincar y deseó su violin, deseó poder tocar hasta que sus manos dolieran y sus oídos se aturdieran y Will, siempre atento, siempre protector, lo entendió. Dejó el violín en las manos de Jem y Jem tocó.
Su música hablo poesía de tres vidas alejadas por años pero unidas por el mismo amor fuerte que su corazón era capaz de soportar. Las notas se dibujaban como magia en el aire, arrullando el corazón y el alma de Will, humedeciendo sus ojos mientras escuchaba a Jem contar con su instrumente la vida de dos chicos complices, amigos, más unidos que la sangre y la magia, habló de como esos dos chicos eran uno mismo en dos cuerpos, y habló de uno muriendo y el otro viviendo en el dolor de perderlo. Habló de años de tristeza y como nunca, ni un solo día, sus pensamientos se alejaron de Will, tocó sobre volver a ser humano y pensar en Will primero, incluso antes que en si mismo y en desear decirle que lo había logrado, que había sido su presencia en su corazón, en sus recuerdos y el amor de su esencia lo que lo impulsó a ser hermano silencioso a estar vivo para encontrar una cura, había sido Will diciendo que lucharía por él, lo que lo motivo a luchar para Will. Para estar en su lecho de muerte, para cumplir su deseo de verlo sano. Y habló de su nueva vida, en un mundo que era desconocido para él pero que aún quería compartir con Will, de las cosas que le habrían gustado y como a veces cuando la puerta de su habitación se abría y el estaba tocando alguna pieza, pensaba que era Will entrando, y tenía que reprimir el impulso de preguntar si era él porque recordaba que hacía mucho Will no estaba. Habló de como le habría gustado que en su propio lecho de muerte, Will tocara esa nota para él y que sabía que lo hizo, que sabía que cuando lo escucho en ese hermoso bosque, Will estaba tocando para él, para que se encontraran. Por último la música fue una promesa, de una larga eternidad viendo el mundo girar, observando el camino del rio, y no separse de nuevo.
Will no se secó las lagrimas ni hizo el intento para ocultar su enternecido corazón. Le sonrió y sin decir una palabra, porque aún había en ellos el poder de conocer sus pensamientos, ambos se encaminaron dentro del bosque detrás de Will, en donde Jem estaba seguro, podría estar con su familia completa, y donde no volvería a sentir el dolor vacio de su runa parabatai.

Mis amores! Chiquiguapas, la mayoría pidió Heronstais &estoy bastante segura de que esperaban una relación amorosa entre ellos &descuiden, pienso escribir eso pero REALMENTE necesitaba escribir esto, ¿que les pareció? espero que les haya gustado :3 Les dejo besos achocolatados &me retiro :) No olviden los votos &los comentarios bc me hacen el día, la semana, la vida.
PD: Hoy no les dejo opciones de parejas porque ya sé de quien escribiré la proxima semana, chaito :)

OneShots de Cazadores de Sombras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora