Parte 13

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Estoy perdida con Scott. No puedo imaginar cómo sería no tenerlo a mi lado, él no me prometió nada, pero recuerdo cuando le dijo a André que yo era su mujer y eso me pone una sonrisa en mi rostro.

Me paro de la cama acercándome sigilosamente a él y deposito un beso en su mejilla saliendo en puntillas directo a la sala a prepararme una taza de café. Observo a las dos rubias totalmente desnudas tendidas en el sillón en medio de Chris, él también estaba al desnudo. No es una mala vista para mis ojos azules, él tenía lo suyo y yo lo miro algo entusiasmada con ese panorama tan bueno.

No había notado que Scott estaba observándome de la puerta de la habitación.

—Te gusta mucho el panorama que estas observando, Paula. — Dijo mientras mordía mi labio. — Dime, pastelito.

Al escucharlo no sé qué decir, he quedado helada. Me siento apenada por qué había estado con él y en estos momentos observo muy placenteramente a su amigo. No es mi culpa que su amigo deje todo a la vista.

— Hola amor, despertaste ya — Le dije

— Si — Responde algo acido — No me gusta lo que veo ¿Te gusta la vista de mi amigo? Te queda linda mi camisa.

— Yo, yo.... — solté la risa y le dije — Me parece que estás celoso y no debes por qué.

Me quede mirándolo sin decir palabra alguna, solo observo sus movimientos. Aún está un poco asueñado, ¡la verdad! es que conciliamos muy poco el sueño por estar en nuestra faena de desenfreno. Pero también estaba molesto por que vio que veía a su amigo con deseo.

— ¿Por qué despertaste tan temprano, Paula? — Pregunto.

— Me despertó la llamada de Karina, me quitó el sueño y quería una taza de café. ¿Quieres una?

— Si, pero te ayudaré a hacerla para que no lleves tú mirada a otro lugar que no sea hacia mí, cariño.

Solté una risita y le dije: — Cómo ordene jefazo.

Él se quedó mirándome con unos ojos de poco amigos, luego deja salir una sonrisa. Preparamos algo de café, el trajo unas sábanas para tapar los 3 cuerpos desnudos del sillón, en especial, lo hizo para que no observará más a su amigo. No les puedo negar que Chris, no está nada mal, no tiene que envidiarle nada a Scott.

Pase a la habitación a darme una ducha. Al terminar Salí del baño calzando mi ropa de la noche anterior, le pedí amablemente a Scott que me abriera el ascensor que debía ir a casa a ver a mi perro, cambiarme para ir a la oficina a trabajar. Él también se ducho y se arregló.

— Yo te llevo a tu casa de ahí pasamos a la oficina, desayunamos algo en el camino, muero de hambre.

— Está bien, cariño. — Respondí

Ya estando listos salimos del apartamento dirigiéndonos directo a mi casa. La mañana es perfecta. Es un día soleado, el sol brillaba a su máximo esplendor. Cómo iba en el puesto del copiloto la luz golpea en mi rostro. Me acerque más a Scott dando un frenazo que hizo que una de mis manos cayera en su miembro y él me miró con una cara de deseo.

— ¿Sí que eres golosa? eso me encanta — Dice con una gran sonrisa de picardía

— Perdón. No era mi intención es que frenaste fuerte.

— En verdad lo sientes... por qué a mí me gustó esa mano ahí. — Los dos nos miramos fijamente y soltamos una carcajada.

Después de unos minutos en el carro llegamos a mi casa. Me adentro a ella esperando ver a mi perro, Patu al verme salió corriendo hacia a mí, se me paro de paticas moviendo su colita como si no me hubiera visto en años. Me emocioné y a la vez me dio tristeza ver que mi bebé estaba sin agua y comida. Me sentí culpable.

Busque el tazón invirtiendo agua y comida en las charolas. Mateo comía muy rápido se notaba que estaba seco y hambriento. Scott lo observaba muy atento al verlo comer.

Yo me saque los tacones de encima, me iba quitando para ponerme otra e irme a la oficina. Scott me toma por la espalda pegando mi cuerpo contra la pared llevando mis piernas a su cintura y me besaba sin control.

— ¡Oye! debemos ir a trabajar parecemos peor que los conejos — Replico mientras mi chico lleva su lengua por todo mi cuello.

— Yo soy tu conejo salvaje, Paula. — Responde con su típica sonrisa tumba bragas.

Mientras patu termina su comida yo empezaba la mía de nuevo con Scott. Entramos a mi habitación despojándonos de todo quedando de nuevo nuestros cuerpos al desnudo.

Esta vez la faena fue más ardiente. Él me puso en cuatro mordiendo una de mis nalgas, para luego azotarla hundiendo uno de sus dedos en mi aro preparándome para lo que se venía, no sé si estaba lista para ello, pero el deseo es más, que no lo pensé dos veces para permitirle que haga con mi cuerpo lo que se le antoje. Scott acomoda su miembro dentro de mis nalgas, lo sube y baja acunando una de sus manos en mis caderas. Inicia su proceso en mi ano entrando lento en mi pequeño orificio. Al sentirlo por completo pegue un grito de dolor, dolió mucho, pero también sentía una sensación rara de placer. Lo hunde varias veces por mi trasero mientras sus manos jugueteaban con mis bubis.

¡Oh por Dios!

Me quería morir dolía y mucho, era mi primera vez que me lo introducían por mi trasero. Escucho la voz de Scott algo agitada. Luego me voltea hacia él y se sube encima de mi cuerpo llenándome de besos y ajustando su miembro en mi monte venus que lo recibe con ansias.

Su boca no salía de mis pechos, me enloquece con sus carias arremetiendo a que mi orgasmo se arremoline en mi cuerpo listo para ser liberado. Scott Treinor sabe cómo matarme de placer.

Cada día el sexo entre los dos es más bueno y excitante. Exploramos más nuestros cuerpos. Note que tiene varios lunares en su cuerpo, me encanta eso. Amo los lunares en los hombres y me gusta recorrer uno por uno perdiéndome en esa piel blanca mientras esos ojos verdes pardos me miran con encanto.

Estamos más que cansados. Algo se nos acomodó en medio de los dos, fijando ambos nuestras miradas en el invasor. Mateo se ha subido en la cama y se acercó a mi cuerpo evitando que Scott se acerque.

— Creo que alguien vino a marcar territorio — Le dije mirándolo con ganas de seguir con nuestra faena.

— Creo que tengo competencia por tu amor. Sabes que... amo este animal, pero me ha quitado mi lugar. Quiero embriagarme más en tus besos y caricias.

— Creo que debemos arreglarnos e ir a la oficina.

Los dos nos metimos en la ducha, nos dimos un rico baño. Él me jabono todo el cuerpo, mientras hacíamos el amor en la ducha sonando de fondo Alejandro Sanz. Sí que amo la música de ese hombre y esas letras que llegan al corazón.

Nos terminamos de bañar, nos vestimos y comimos algo en casa. Le cambié el agua a Mateo, le dejé su comida en su plato saliendo directo a la empresa llegando a mediados del medio día.

Culpable mi Jefe (Saga Culpable)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora