dix-huit

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Actualmente

"Camioneta"



La verdad es que mis padres me tenían una dichosa sorpresa de la cual no dejaban de hablar.

Me encontraba estudiando para un examen de Literatura que me tenía bastante nerviosa. No me gustaba bajar mis calificaciones, y siempre me ha encantado ser de las mejores de mi clase.

Por más "matadita" que siempre me llamará Bryan.

Recargue mi cara sobre mi mano con cansancio, ya había estudiado tanto que sentía que la cabeza me iba a explotar.

Alguien tocó suavemente mi puerta, suspiré antes de pronunciar el "adelante" tan ya conocido.

— Hola, hola amore mío - Yo sonreí y giré en mi silla.

— Hola bebé - Mencione y este se acercó a besarme dulcemente.

— ¿Lista para la sorpresa? - Yo puse los ojos en blanco y dirigi mi mirada en sus labios y reí.

— Tienes de mi labial. - Dije y limpié su labio con mis dedos con suavidad.

— Me encantas - Suspiró y beso mi frente, tomo una banda que traía en su pantalón y la coloco sobre mis ojos, reí suavemente.

— Sigo sin entender para que hacer todo esto - Dije incómoda con la banda negra en los ojos, no podía ni mantener los ojos abiertos porque me lastimaba las pestañas.

Me comenzó a guiar aunque conocía a la perfección mi casa, era casi imposible que llegara a caerme.

Escuche el chillido de emoción de mi madre, y cómo abría la puerta, seguí caminando a oscuras y comencé a escuchar susurros por todas partes.

— ¿Lista? - Preguntó Alonso.

Yo sólo asentí con la cabeza, este al instante me quito la banda de los ojos, parpadeé varias veces porque no podía ver bien. Pasaron unos instantes más cuando al fin pude enfocar.

Me quede estática viendo hacia en frente, se encontraba una camioneta blanca perfectamente estacionada y mi madre me estaba tendiendo las que deberían, ser las llaves de esta.

Abrí y cerré la boca tal pez porque las palabras no salían, y sentía un grito atorado en mi garganta.

— ¿No te gusta? - Preguntó preocupado mi padre.

— ¡Me fascina! - Chille y lo abracé con fuerza.

— ¡Gracias, gracias, gracias! - Dije mientras abrazaba también a mi mamá.

Esta suspiro - Ya me estaba preocupando.

Volví a abrazarlos con fuerza con unas inmensas ganas de llorar, no se que haría con otros padres, porque definitivamente tenía a los mejores del mundo.

En ese instante Jos salió de su casa nos saludo levemente y comenzó a caminar a quien sabe donde.

Casi olvidó ese pequeño detalle, Jos y yo ya no hablamos tanto, pues después de rechazarlo literalmente, esté se pone muy incómodo con mi presencia es como si alguien le cortara la lengua cada vez que me acercaba.

Aunque lo más seguro era que pronto olvidaría o si no es que, ya habrá olvidado, esos sentimientos encontrados por mi.

Al parecer lo nuestro era rechazarnos entre nosotros, porque el ya lo había echo alguna vez, en aquella fiesta de nuestros 18 lo hizo sin siquiera darse cuenta.

— Ahora lo que sigue es que saques tu licencia de conducir - Me codeo Alonso llamando mi atención.

Sonreí y lo abracé a él también, recargue mi cabeza sobre su hombro, porque sentía como si no quisiera alejarme nunca de él.

Alonso era tierno, dulce y caballero, era el chico de mis sueños, además de que ya llevaba conociéndolo desde hace seis años y vaya que estar con él era una de las cosas más maravillosas que no me prohibiría jamás.

Porque Alonso se sentía ya más que sólo mi novio, se sentía como mi alma gemela.

— Vamos, te ensañare lo primordial.

Me jalo de la mano mientras yo reía levemente, me abrió la puerta y yo me subí a esta.

Aspire el olor a nuevo que emanaba, que fue cambiado por el perfume de Alonso que al subirse inundó.

— Okay primero... - Comenzó a indicarme lo que tenía que hacer.

Colocarme el cinturón, prender el motor, saber cual es el freno, closh y acelerador.

Pasaron unas cuantas horas donde estuve practicando con él hasta que tuvo que irse a su casa.

De nuevo me encontraba en mi cuarto cuando alguien tocó suavemente casi inaudible que me confundió, me paré de mi cama pensando qué tal vez me encontraba alucinando.

— Hola - Dije levantando una ceja a un Jos quien sólo abría y cerraba la boca.

— Yo... Este... Lo qué pasa es que... - Comenzaba a confundirme, ¿había algo en mi cara y no encontraba la manera de decírmelo? - Fue un error venir a verte, lo siento.

Dijo suavemente en un susurro dándose media vuelta listo para marcharse, pero definitivamente los Mouque no nos rendíamos tan fácilmente.

Lo jale del brazo haciéndolo entrar a mi habitación, que se tambaleó un poco. Cerré la puerta con mi pie y me paré frente suyo este se me quedó viendo durante unos instantes.

No fue hasta que acomodó un mechón de mi cabello detrás de la oreja, que cliché.

— Te ves muy linda hoy - Soltó sonriendo levemente.

— Gracias - Me encogí de hombros y volví a acostarme sobre mi cama.

— Yo... Nunca me disculpé por... - Lo detuve y negué con la cabeza.

— No te tienes que disculpar por sentir atracción por alguien - Dije y se sentó a una distancia considerada de mi.

— Si... lo sé pero... siento que mi insinuación no fue correcta... - Yo reí y me senté más cerca de él - No sabía cómo explicar que no podía dejar de pensar en ti.

— Jos, basta - Mencione y lo abracé por los hombros.

— Te quiero mucho ¿sabes? - Me dijo acomodando su cabeza sobre la mía.

Cerré mis ojos disfrutando de su compañía - Yo no te quiero, te amo mucho.

— Quería decir te amo pero sentía que podías malinterpretarlo.

— No, no lo haría porque ya te conozco desde hace años, y no sé qué haría si no te hubiera conocido de niña.

— Yo... Te trate muy mal ese día, lo siento - Murmuró, yo abrí mis ojos y bese castamente su mejilla.

— Oh ya cállate ojitos de niña - Dije y él rió.

— Siempre has estado ahí para mi, te lo agradezco.

— Y tú lo has estado para mi, entonces me parece que no hay nada que agradecer.

— Cam... No te vayas de mi lado nunca.

Yo sonreí y mire hacia abajo, después lo pegue más a mi.

— Jamás - Prometí y aún con él entre mis brazos, me quede dormida.

«VALENTINE» J.CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora