Relincho de amores

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Para el nacimiento de los gemelos no faltaba ya mucho tiempo, estaban grandes y hermosos o eso nos había comunicado el médico.

En lo que concernía a Gabriel y a mí, con lo de los niños, mi hija, el trabajo y demás cosas, nos habíamos distanciado un poco sexualmente, pero eso estaba a punto de ser remediado.

Algunas veces, los fines de semana, el y yo, solíamos salir a montar a un campo privado que tenía Gabriel en una población casi inhóspita a un par de horas de la mansión.

Llamó para que fueran ensillando los caballos en lo que nosotros llegábamos para allá.

Ese día me puse un atuendo de montar muy sensual, unos pantalones ajustados color negro, una camisa ajustada blanca, chaleco y botas color rojo, y mi cabello suelto como cascada negro-escarlata, que caía hasta mis caderas. Gabriel se había vestido con un atuendo en colores blanco y negro, los cuales Lucian aún mejor con su cabellera platinada como tocado.

Llegamos y nos montamos a los caballos, un par de hermosos alazanes, purasangre, hermosos como ellos solos.

Paseamos un poco por el campo y paramos en la parte más espesa del mismo, ahí, nos bajamos y empezamos a besarnos apasionadamente, me fue desnudando pieza a pieza, y yo a él, sin dejarnos de besar, me arrimó a un árbol subiendo una de mis piernas a la altura de su cadera, de modo que mi sexo quedó semiabierto, dejándole la oportunidad de poder meter sus dedos, haciéndome gemir deliciosamente, a lo cual los caballos empezaron a alterarse un poco, luego me bajé yo a hacerle un prodigioso fellatio, ante el cual gimió delicioso y fuerte, haciéndome desear, ya mismo, un encuentro lo más sexual que se pudiera.

Después de besarnos, acariciarnos y de mi fellatio, me tendió sobre la fresca hierba, a hacerme un delicioso cunnilingus, ante el cual empecé a terminar poco a poco y mojando a Gabriel en labios y cara respectivamente.

- Ya no aguanto más, quiero estar dentro tuyo Nathalie.- Dijo con una voz ronca de pasión.

Entonces pasó algo inesperado.

Se montó en el caballo, desnudo como estaba, y me ayudó a subir también. Me colocó encima de él, de modo que quede penetrada encima de él. Acto seguido, soltó al caballo y lo arreó, de modo que el caballo, si bien no corría, trotaba ligeramente, haciendo que el vaivén del caballo,nos ayudaba a tener la cogida más rica y prodigiosa que jamás había tenido en mi maldita vida.

Al tiempo que el caballo trotaba y me hacía mecerme delicioso sobre el pollón de Gabriel, el me cogía por la cintura, al tiempo que besaba y mordisqueaba mis pezones. No había sentido nada más delicioso.

Generalmente cuando el y yo tenemos sexo, es muy intenso pero nunca habíamos cogido en un caballo.

Después, me giró para tenerme aún montada vaginalmente pero, de espaldas a el, mientras me abrazaba desde atrás mordiendo mis omóplatos y mi cuello por atrás, a la par que jalaba mi cabello, haciéndome correr encima de él y del pelaje del caballo.

Después, nos bajamos del animal, al cual volvimos a atar en el árbol, junto con la yegua, y nos metimos el y yo a bañarnos al río, estaba frío como el carajo,pero lo frío del agua, combinado con lo caliente de nuestros cuerpos, con lo ardiente de nuestro deseo, la verdad es que ni se sentía casi.

Nos bañamos en el río a la par que nos besábamos.

- Ya me hacía falta cogerte así, Nathalie.

- Fue delicioso.

- Creo que a partir de ahora, soy más aficionado a la equitación.

- Jajajaja, literalmente me hiciste casi casi relinchar.

- Mi hermosa, lo que hicimos fue un relincho de amores.

Y así era. Nuestros gemidos fueron relinchos de amores, el deseo y el sexo montados a caballo.

La muñeca de Gabriel (Finalizada De Momento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora