Vampiresa

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Cuéntame de tu noche, 
antes de que nos aleje la mañana 
y retornes a tu lecho oscuro. 
Hoy he sembrado tulipanes 
para adornar la mesa 
cuando vuelvas por mi cabeza 
y todo lo que de mi te apetezca. 

Me he tocado en tu ausencia, 
sin piedad, he besado tus alas 
donde no existe el frío, 
he profanado tus senos, 
amparado en el roce sobre tus muslos,
donde me pierdo como un demente 
y vuelvo deshecho. 

Abrí tus piernas para oler la sangre, 
bebí con delirio en su centro desbordante, 
hasta arruinar los suspiros. 
Eras otra, distinta en tus gritos, 
la estaca en la inmensidad 
anunciaba la muerte lenta y fugaz 
entre relámpagos y latidos. 

Así te sentí, mordiendo mi cuello, 
preparando mi inmortalidad 
untado en tu sangre
que no dejo de brotar 
mientras hubo una estrella 
adornando la noche. 

¿Dónde andabas? 
¿Por qué me dejaste solo 
a merced de mis deseos, 
sudando con los ojos cerrados 
un sin fin de locuras y jadeos? 

Dejé mi esencia sobre las sábanas la señal de mi fatiga,
dejé temblores en mis huesos, hormigueo en mis articulaciones vencidas. 

Sentí tus labios, la humedad de tu boca,
robando en mi erección el brillo, 
la rabia de tu lengua roja, 
aruñando mi piel con tus colmillos. 

Dueña mía, no me faltes, 
limitados vivimos de un modo sencillo, 
la luz nos separa, ven por mi, 
hoy que quiero que me envuelva tu hermoso brillo, 
elévame en tu magia de sombras, 
hunde con descaro tus colmillos.

Te ruego recrea en mis venas,
un concierto de arroyos espesos, 
un manantial de infinitas faenas, 
donde existas por siempre,
libre de todas las cadenas.

-El Forjador de Historias-
Jesús Rob

Poesía OscuraWhere stories live. Discover now