02: BELLO AMANTE

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Antes, Kim Doyoung era un hombre que vivía una vida monótona. Con un trabajo de oficina en una empresa en la capital de Corea del Sur, una esposa hermosa, un aplicado hijo, una bonita casa con un espacioso jardín... Se consideraba una persona completamente normal, aburrida incluso. Una oveja más del montón. ¿Pero qué más podía pedir? No era como si pudiera cambiar las cosas. Cuando Sunhee quedó embarazada de su primer hijo, Jeno, no tuvo más opción que aceptarlo y asumir la responsabilidad, lo que tuvo como resultado un matrimonio joven. Al principio había estado bien, el nacimiento de su hijo le trajo satisfacción en su vida, era lo más importante para él, así como su mujer, pues la había llegado a querer lo suficiente como para mantener su familia completa.

La estabilidad le duró ocho años.

Ahora, ya no se deprimía al pensar que había desperdiciado su juventud, porque había algo mucho mejor, más interesante.

Algo que había colocado su mundo de cabeza. O más bien... alguien.

Conocer a Jungwoo fue el detonante.

Comenzaron siendo simples compañeros de trabajo en el área de informática. Doyoung era el nuevo en la compañía, así que no conocía a nadie, encima siempre había sido tímido, por lo que en ocasiones se sentía inseguro con respecto a los demás. Pero Jungwoo, otro empleado unos años más joven que él, fue quien inició el primer contacto con su persona, pues sabía cómo era ser el recién llegado y sentirse fuera de lugar, a decir verdad, el hombre de delicadas facciones había tomado el trabajo tan solo un par de meses atrás. Ambos conectaron rápidamente y se convirtieron en amigos, así que, por esa parte no tenía queja alguna. Por el contrario, en su vida personal las cosas no pintaban tan bien. El matrimonio de Doyoung cada vez iba más en picada, las peleas con su mujer ya no las soportaba, su vida sexual era prácticamente inexistente, las deudas con la tarjeta lo estaban ahorcando, su aplicado hijo se metía en problemas con otros niños de su edad, ganándose en el cuerpo múltiples hematomas en consecuencia... Un verdadero desastre.

Años de estabilidad en casa se convirtieron en un infierno. Y no pudo hacer nada en contra de ello.

Un día, su vida dio un repentino giro. Una fuerte discusión con su esposa, una escapada al bar más cercano, un encuentro con su nueva amistad y una noche de copas con él, bastaron para meterse entre las piernas de Jungwoo en un motelucho cualquiera y vivir la mejor noche de su maldita vida.

Y desde ese entonces, los dos hombres no habían podido detenerse. Doyoung sabía que estaba completamente mal, que cometía un acto repudiable, porque engañaba a su esposa y por ello no tenía perdón. Pero no se arrepentía de nada, aunque la culpabilidad lo estuviera quemando por dentro, porque estar con Jungwoo era como viajar a un plano astral totalmente diferente, un lugar donde podía encontrarse a sí mismo en la cima de su éxtasis.

De vez en cuando, ambos hombres se daban sus encuentros para satisfacer sus deseos, Doyoung se las arreglaba para deshacerse de su esposa al decirle verdades a medias. Y en este preciso momento, el hombre se encontraba en el departamento de Jungwoo, haciéndole el amor sobre el pulcro sofá.

El amante enredó las piernas en la cintura del contrario cuando lo sintió llegar más profundo.

—Doyoung... más rápido —jadeó en su oído, a lo que el hombre de cabellera negra no pudo evitar aumentar el ritmo de sus estocadas. Su corazón dio un vuelco cuando escuchó a Jungwoo gemir sin pudor en el momento que su miembro tocó ese punto que lo volvía loco. El sonido que hacían sus pieles al chocar era vulgar, pero a Doyoung le encantaba de sobremanera, de tal modo que la lujuria lograba llevarse su cordura.

Cambiaron de posición y pronto el pelinegro se encontró detrás del otro hombre, alineando su miembro en la entrada de este, sintiendo la estrecha y deliciosa calidez envolverlo en cuando se adentró y arremetió una vez más contra él. Posó las manos en las caderas de Jungwoo, apretándolas con tanta fuerza que seguramente quedarían marcas visibles a causa del fuerte agarre. El castaño curvó los dedos de sus pies cuando de nuevo sintió el miembro de Doyoung tocar su punto sensible y se apoyó del respaldo del sillón apenas este se movió con ferocidad en un rápido vaivén.

Antítesis ᵈᵒʷᵒᵒWhere stories live. Discover now