Capítulo 1

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Era de día y estábamos en una casa. Mire a mi madre y luego a mi Padre. No podía ver bien sus caras, eran borrosas. Mi padre me cargaba me sentaba en una silla.

«— Hija, recuerda que no puedes salir de la casa, tampoco puedes hacer ruido. Quédate en el sótano hasta que regresemos. Ahí hay comida y agua y todos tus juguetes para que juegues—dijo papá»

«— Cuídate y pórtate bien, nos veremos en unas horas— dijo mamá»
¿Por qué tenían que irse? ¿Por qué me dejaban sola? Quería ir con ellos, salir de la casa. Hablar con otras personas. Tener eso que mis papas dicen que son los amigos.

Como cada mañana como despierto en mi cuarto después de esos sueños extraños. Me pregunto cómo serán las cara de esas dos personas que dicen ser mis padres. No importa mucho, no puedo obsesionarme por algo que no se y que nunca sabré. Me paro de mi cama, me baño, me arreglo y voy a desayunar con mi compañera de cuarto Khiana.

— Buenos días Rea, ¿Cómo dormiste?— dijo Khiana con una gran sonrisa.

— Bien ¿y tú?

— Muy bien, gracias por preguntar— respondió Khiana.

Ambas nos sentamos en la mesa y empezamos a desayunar.

En unos minutos terminamos y fuimos cada quien a nuestros respectivos trabajos. Khiana a la biblioteca y yo al hospital. Mis días eran muy sencillos, coser alguna herida, revisiones de rutina y muy de vez en cuando arreglar un defecto de máquina. Me gustaba mi trabajo aunque nunca sentí que ahí era donde pertenecía.

Salir de casa era bastante tedioso, todas las personas te saludaban y tenías que saludar de regreso aunque no se conocieran. Así que de camino al hospital salude como mínimo a cien personas diferentes y solo conocía a la mitad. Caminar por las calles siempre me relajaba. La vida en la ciudad era simple y perfecta aunque a veces aburrida, pero no me quejaba.

Al llegar al hospital fue lo mismo de siempre, saludar a más personas, cambiar mi ropa, revisar mi lista de pacientes, revisar si había alguna urgencia y luego ir a hablar con Mark.

— Hola Mark ¿cómo estás?— pregunto.

— Bien ¿y tú Rea?

— Bastante bien, gracias— respondí.

— ¿Tienes alguna cita para hoy?— preguntó.

— Si, tengo dos, una es de Jim Cho y otra de Cristina Jiménez— respondí.

— Muy bien, pues hablamos luego y podemos ir a comer.

— Por supuesto que sí, nos vemos al rato.

En eso mi localizador empezó a sonar, algo que rara vez pasaba. Vi el localizador y decía la palabra Urgencias.

Caminé lo más rápido que pude para llegar. Ahí estaban dos enfermeros que conocía muy poco y en una camilla una mujer inconsciente con quemaduras graves por toda la piel.

— ¿Qué paso?— pregunté mientras me acercaba al hombre.

— La encontraron a las afueras de la ciudad al pie del muro, parece ser que quiso salir y los gases tóxicos quemaron su piel— dijo un enfermero mientras yo revisaba si tenía pulso.

Saque mi estetoscopio y lo coloque en los pulmones para revisar su respiración. Respiraba con dificultad y los pulmones sonaban dañados pero no colapsados.

— Tenemos que intubarla pero primero hay que quitarle la ropa, parece  que le quema la piel— dije.

Los localizadores de los enfermeros sonaron.

— Es urgente, la Jefa nos necesita tenemos que ayudar— dijeron ambos al unísono.

La Jefa era la líder de la mesa redonda. Una de las mujeres más grandes de la ciudad y por lo tanto más sabias. En estos momentos La Jefa estaba sufriendo y su salud estaba muy mal. Eran solo días para que muriera y otra vez su mente tomara un cuerpo nuevo. Ella en estos momentos se encontraba en el hospital esperando poder dejar su cuerpo y que su mente volviera a ser programada en otro.

— Está bien vayan, yo me encargo— dije.

Me acerqué a la mujer. Era más bien una joven de unos veinte años con cabello castaño. Era guapa aunque su cuerpo estuviera demasiado delgado. Parecía no haber comido en días.
Me encargue de desvestirle. Me puse guantes y tomé unas tijeras. Primero corte los pantalones, después me enfoqué en la camisa. Definitivamente era un clón.

Me apresuré a ponerle ropa de nuevo.

Le puse un bata de hospital, la entube, la conecté y le puse suero.

Estaba estable pero en coma. Habrá que esperar a que despierte para saber quién es, si es que despierta.

Llamé a dos enfermeras para que llevaran a la joven a una habitación.

Ellas se encargaron de bañarla y de curar sus heridas mientras yo iba a una cita de revisión general.

Justo hoy había decidido ir a la biblioteca a intentar descubrir lo que significa ser humana. Así que me escabullí por la puerta de atrás que nadie vigila y sin que nadie me viera salí del hospital y me dirigí a la biblioteca. La biblioteca estaba cerrada como de costumbre. Eran realmente pocos días los que abría y solo tenían el acceso permitido los clones con configuraciones que fueran a dar mantenimiento al edificio o los que se fueran a hacer cargo de mantener la obra en buenas condiciones.

A pesar de que la biblioteca estaba cerrada, pude entrar por una ventana que siempre estaba abierta, a veces pensaba que estaba abierta para mi a propósito. Entré por la ventana, con extrema cautela y una vez en el suelo llegué a la parte de literatura donde están solos los libros clásicos o premios Nobel y solo hay un ejemplar de cada libro. Todas las veces que voy a la biblioteca intento ver libros de anatomía o medicina pero siempre había tenido la curiosidad sobre qué era la literatura. Me acerque a las estanterías y agarré un libro titulado Romeo y Julieta, era un libro corto y lo empecé a leer. Estuve un tiempo en la biblioteca hasta que era tiempo de partir y cenar con Khiana. El libro lo guardé dentro de mi bata y salí de nuevo por la misma ventana sin que nadie me viera.

Después de eso regrese a casa para cenar, durante la cena, en toda la ciudad hay un momento de hablar sobre lo que vi hoy y aprendí y Khiana y yo no somos la excepción. Últimamente aprendía poco y lo que aprendía no podía platicarlo con Khiana. La única función de un clón es cuidar el conocimiento, no apropiarse de él, como yo estaba haciendo cuando salía a escondidas de mi trabajo a la biblioteca.

Después de cenar fui a la cama y me quede unas horas mirando al techo. Empecé a pensar en la mujer que llegó al hospital. Parecía tan inocente, amable y tierna. Que hubiera poca probabilidad de que despertara era bastante injusto. Aunque fuera un clón. Un ser que tiene vida artificial aún así es vida y es injusto que muera tan rápido.

La última humamaWhere stories live. Discover now