Capitulo 26: Su talón de Aquiles. (Parte 2)

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Ryan.

Es un maldito infierno estar aquí, pero lo encuentro necesario.

-Vienes por más bonito? -Habló la chica de la cual ya no recuerdo su nombre.

-Así es. -Hablé frío y la miré de pies a cabeza.

-Segunda vez en el día que vienes, estas mal.

-Solo dame la maldita droga y me iré de aquí, no te preocupes por lo que hago o dejo de hacer, solo eres una vendedora.

-Tienes razón, soy solo una vendedora que se preocupa por ti Ryan.

-Dame la maldita cosa o.... ¿Tengo que hablar con tu jefe? ¿Eso es lo que quieres?.

-Ten -me entrego los cristales de metanfetamina y la cocaína y se acercó a mi oído- No quiero volver a verte por aquí Black, te estas destruyendo por alguien que ya te olvido, olvidala tu también. No seas idiota y date tu jodido lugar. -Susurró y se fue.

Pensé por un momento en lo que me dijo y no, simplemente no lo creo. Madisson Jones no se ha olvidado de mi.

Fui a mi casa, empecé a consumir lo que había comprado.

Solo en la droga encontré refugio y fuerza para poder con la maldita culpa y dolor que tengo.

Fui un imbécil en perderla de esa forma.

Prometí protegerla de todo lo que le causara daño, incluso de mi si era necesario. No lo logré por que fui yo quien la destruyó primero.

(...)

Eran las ocho y cuarenta y cinco de la noche, necesitaba verla, escucharla una última vez, besarla, perdirle perdón. Necesitaba recuperar a mi chica, a mi campeona.

Hace tres días había ubicado donde vive ahora, así que iré allí a buscarla.

Estaba lloviendo muy fuerte, había mucho viento y hacía frío.

Yo seguía trotando hasta la casa de ella, no sabía exactamente que rayos le diría, no sabía nada. Solo sabía que quería verla y eso haría ahora.

En frío era mucho, mis músculos empezaban a entumirse pero aún así seguí hasta llegar a la casa de ella.

Toqué la puerta y nadie abría, todo estaba apagado. No estaba.

Me senté frente a la puerta de ella esperarla, me abrace a mi mismo para tratar de protegerme del frío.

Pasó una media hora y escuché un auto estacionarse frente a la casa.

Rápidamente me levante y me escondí tras un arbusto para que ella no me viera.

Observe que ella se bajaba del asiento del copiloto y Jayden se bajó del asiento del conductor.

Ambos reían, ella reía y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

Llegaron a la puerta de la casa de ella, Madisson entró y lo despidió con un beso y un abrazo en la mejilla.

¡Oye! ¡Eres hermosa, mí hermosa!.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora