Capítulo 14.

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Estuve por dos largas horas en la habitación, formulando desde la opciones más cercanas a la realidad a las más disparatadas del mundo. Al final no llegué a ninguna conclusión con lo que Max había dicho. Todo lo que pensaba era ilógico e humanamente imposible.

Escuché la puerta de la casa abrirse, y Alexander gritó que había llegado. Tenía un hermano tan inteligente. Fui a la sala, y lo encontré en el sofá, preparándose para ver televisión.

—¿Cómo te fue en tu sesión de estudio? —pregunté, y sabía que no había abierto ningún cuaderno de apuntes desde su última clase.

—Genial, me duele la cabeza de tanto estudiar —me siguió la corriente.

Rodando los ojos, fui a la cocina y me preparé un sándwich. El sonido de su comedia favorita llegó a mi percepción.

—Ahora que recuerdo —lo escuché decir cuando volví a la sala—, el sábado habrá una fiesta en casa de Henry.

—Déjame adivinar, ¿es el día de su cumpleaños?

Negó con la cabeza.

—Quiere celebrar que sus padres salieron de viaje.

—¿Celebra porque sus padres no estarán? —«yo celebraría si tuviera a los míos de vuelta», pensé.

—Sí, y estás invitada, por si quieres ir —se recostó en el sofá y puso los pies en la mesa de centro.

—Lo tendré en cuenta —le di un golpe en las piernas para que bajara los pies.

—Puedes llevar a tus amigas también.

—Lo tendré en cuenta —repetí antes de entrar a la habitación.

Tomé el teléfono y tenía un nuevo mensaje de Kim:

«¿Puedes venir a mi casa? Necesito hablar contigo».

Cuando menos pensé, ya estaba conduciendo a su casa. Le había dicho a Alexander que estaría con Kim. Ni siquiera se inmutó a responder, sólo dio un asentimiento sin apartar la mirada de la televisión.

Una vez que estuve frente a su puerta, me calmé, deseando que se encontrara bien. Luego de un par de golpes, abrió. La expresión en su rostro no me dio señales que algo extremadamente grave había sucedido, pero aún así la noté inquieta.

Me llevó al sofá, y me ofreció un té frío. Cuando me entregó el vaso, puder ver que su mano temblaba un poco.

—¿Está todo bien, Kim? —pregunte, luego de un sorbo.

Se sentó frente a mí, y sonrió nerviosamente mientras dejaba su bebida en la mesita de mármol.

—Hice algo loco —respondió, mirando su regazo.

Que ella hiciera algo loco era algo a lo que estaba acostumbrada. Una vez fingió tener un demsayo en medio de una exposición. Nos había dicho a mí y a Claire que era la única forma para salvarse de no haber memorizado la parte que le tocó explicar.

—Bien, ¿qué fue lo que hiciste? —la curiosidad me estaba matando.

—Estuvo mal, pero no me arrepiento de ello —murmuró mientras jugueteaba con las puntas de su cabello.

—Kim, sólo dilo —exigí con la paciencia que me quedaba.

Suspiró y se sentó recta. Secó el sudor de sus manos en sus piernas, y luego me miró, sonrojada.

—Besé a Jordan.

En ese instante, a parte de sentir un frío invisible en mi cuerpo, escuché un ruido de algo quebrándose. Bajé la mirada y descubrí que el vaso que sujetaba se me había rebalado de los dedos. Luego, caí en la cuenta. ¿Por qué sentía una sensación extraña dentró de mí además de sorpresa? Era como si me doliera saber lo que hizo. Pero no por ella, sino por Jordan.

Atracción Mortal ✅ [ Disponible en físico ]Where stories live. Discover now