Capítulo 36.

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Estaba aturdida y completamente fuera de base. Seguíamos en la esquina de la avenida, recuperando el oxígeno que había sido agotado por haber corrido. Jordan se veía igual de impresionado que yo. Asimilaba sus palabras, pero no podía creerlas. No lo tomaría con tanta sorpresa si estuvera en otra situación, pero el Conde, o más bien, el hermano gemelo de Max, había estado conmigo la mayor parte del tiempo sin decir nada. Ahora entendía su aroma, era igual al de Max pero a la vez diferente. Lo que no tenía sentido era ¿por qué él estaba ligado con los purasangres? ¿acaso era uno de ellos?

―Emily, Max no debe saberlo ―la voz de Jordan se escuchaba lejana, apesar de que estaba frente a mí.

―¿Qué? ¿por qué no? ―pregunté una vez que procesé su comentario.

Comenzamos a caminar por la acera y a unos metros, se encontraba el Acura Nsx de Jordan, en donde Max nos estaba esperando.

―No en éste momento. La noticia lo afectaría y no sabemos las intenciones de su hermano ―tenía un punto, pero no creía poder ocultar lo que había descubierto.

La puerta del auto se abrió y Max salió de él. Cuando menos pensé, estaba abrazándolo. Extrañaba su calor y la manera en la que sus brazos rodeaban mi cuerpo. Recargué la mejilla en su pecho y cerré los ojos. Todavía podía sentir la mirada fría de su hermano sobre mí. Por un instante, estaba convenciéndome en que Max era el Conde, pero volverlo a ver, y saber que era otra persona completamente diferente, me calmó.

―¿Estás bien? ―preguntó, acariciando mi espalda con delicadeza. Asentí y me ajusté a su alrededor, rehusándome a soltarlo. Los pocos días que no estuvo a mi lado, parecieron eternos―. Χάσατε «te extrañé».

Pasaron los segundos y Jordan se aclaró la garganta.

―Tenemos que irnos.

Max asintió y me besó la frente para después entrar al auto. Mientras él conducía, Jordan me miraba de reojo, recordándome que no debía decir nada sobre lo que sabíamos. Me sentía culpable, pero tenía razón. Saber que su hermano gemelo estaba detrás de esto y que posiblemente era un purasangre, tomaba tiempo para asimilarlo.

Dejé salir un suspiro al darme cuenta que ya estaba fuera de RedHouse, de la caverna y de James, Jeremy, Michael y el Conde. Al menos por ahora estaba a salvo. Me pregunté si volvería a retomar mi vida, sabía que tendría que aclarar mi desaparición a las autoridades y tenía que ser algo creíble. No quería que me juzgaran por demente. Pero lo importante de todo, era volver a ver a mis amigas y a mi hermano.

―¿Alguno de ustedes tiene un teléfono? Necesito llamar a Alexander ―dije, asomándome entre ellos, desde el asiento trasero.

Max me miró por el retrovisor y negó la cabeza.

―No puedes hablarle todavía.

―¿Por qué no?

Jordan suspiró y me miró.

―Es muy rápido, Emily. Los purasangres querrán atraparte de nuevo y al primer lugar que irán será a tu casa.

Me tensé.

―¿Le harán daño a mi hermano?

―No lo creo. No están interesados en él ―dijo Max.

Me sentí aliviada por un momento, aunque todavía seguía inquieta. Traté de relajarme, y volví a mi asiento, mirando por la ventanilla.

Ariadne me recibió en su casa con un abrazo y diciéndome que todo saldría bien. Intenté creer en sus palabras. Era lo único a lo que podía apegarme ahora que las cosas parecían calmarse.

Atracción Mortal ✅ [ Disponible en físico ]Where stories live. Discover now