Capítulo 23.

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Sentía la adrenalina del miedo correr por mi sangre. Tenía un presentimiento que me detenía el flujo sanguíneo. La sensación era similar a cuando veías una película de terror y se te cortaba el aliento justo cuando algo atemorizante iba a suceder. La única diferencia era que esto no era una película.

—¿Necesitas algo? —pregunté, manteniendo mi voz calmada.

—Nada, realmente. Pasaba por aquí y se me ocurrió venir a tu casa —dijo, escondiendo las manos en sus bolsillos delanteros.

Fruncí el ceño.

—Nunca te dije dónde vivía —estaba preparada para cerrar la puerta si hacía algún movimiento brusco, pero no lo hizo, sólo sonrió con inocencia.

—Claire me lo dijo —se encogió de hombros en modo de disculpa.

Más tarde tendría una plática con ella sobre eso. Tal vez él le preguntó y ella simplemente respondió. Pero aún así, debió haber cuestionado para qué quería mi dirección.

—Oh —dije, con la intención de no seguir la conversación.

El silencio se prolongó por unos segundos, antes de que James se aclarara la garganta.

—¿No me invitarás a entrar? —cuestionó, señalando la sala desde la puerta.

Esa pregunta no estaba en las posibilidades para que se retirara. Ahora que sabía lo que era, me ponía alerta a cualquier cosa que decía. Seguía debatiendo si era totalmente cierto todo aquello que Max y Jordan me habían dicho de él. Su mirada no me daba señales de hacerme daño pero no podía dejarme llevar por su apariencia despreocupada. Si lo dejaba entrar, le daría la oportunidad de hacer lo que quisiera y ninguna de ellas sería algo bueno.

—Lo haría, pero en este momento estaba terminando la tarea de Historia —dije, rápidamente.

—¿De Historia? Estoy seguro que el profesor no encargó nada —entrecerró sus ojos, evaluándome.

Mierda. Era una experta en las mentiras, notése el sarcasmo.

—Quise decir, en la materia de Bioquímica —balbuceé, cerrando los ojos por un momento.

Me quería golpear mentalmente por ser tan idiota. El nerviosismo en mi voz fue suficiente para que dudara de mi excusa. Hasta la persona más estúpida sabría que estaba mintiendo.

James ocultó una risa mientras asentía, intentado creer en mis palabras.

—Puedo ayudarte a terminarla. No soy sobresaliente en esa asignatura, pero podría ayudar en algo —propuso con sinceridad.

—Gracias pero prefiero hacerlo por mi cuenta —sonreí, aunque sabía era una sonrisa forzada.

—¿Sabes? Estoy pensando que estás tratando de evitarme —comentó un poco dolido.

Inmediatamente, negué la cabeza.

—Claro que no —la pequeña risa salió temblorosa de mi garganta.

—¿Y, por qué estás tan nerviosa? —preguntó, mirándome con seriedad.

Diablos.

—No lo estoy, es que en verdad necesito hacer el resumen y si no lo termino, estaré en problemas —dije, mordiendo el labio.

Me observó por un momento, como si quisiera hacer o decir algo que no estaría correcto. Dejó salir un suspiro y vi como los músculos de su mandíbula se contrarían, disimuladamente.

Mi mirada se concentró en sus labios, enfocando con detenimiento una de sus comisuras. Me estremecí cuando logré divisar un diminuto y casi invisible lunar en la comisura izquierda. Era él quien me ofrecía esa copa con mi sangre en mi alucinación.

Atracción Mortal ✅ [ Disponible en físico ]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu