—Iras a mi graduación, ¿verdad? —dijo JungKook sentado sobre sus piernas en el sillón, mirando a JiMin, que miraba desinteresado su teléfono—. Será el dieciocho de julio.
—Mh, supongo que sí.
JungKook dejó caer sus hombros, mirándo a JiMin con incredulidad.
—¿Hablas en serio?
JiMin se encogió de hombros.
—Sí.
—JiMinnie —se quejó JungKook—. Estoy hablando en serio, tengo que apartar ya los boletos, no he apartado el tuyo porque no sé si tenías que trabajar ese día, por eso te pregunto.
—No lo sé, Kook.
El chico torció la boca y decidió que era suficiente, pero su salida dramática no salió bien desde que se enredó con sus propios pies y perdió el equilibrio, golpeando su frente contra el filo de la mesa cafetera.
En lugar de preocuparse, JiMin se rió. JungKook se levantó más molesto de lo que ya estaba, con una mano en la frente y una línea roja formándose a través de ésta.
—¿Estás bien? —JungKook lo miró con odio, se dió la vuelta, tropezó una vez más con la mesa y siguió caminando hasta la cocina.
JiMin lo miró con diversión unos segundos y después lo siguió con una sonrisa en la boca.
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